Monitum sancta

267 12 0
                                    


NUESTRA SANGRE, NUESTRO PECADO

Capítulo II. Monitum sancta (Santa Advertencia)

La trayectoria duró toda la noche hasta alcanzar un punto medio. Como estaba en la parte baja de la Toscana, no podía entrar en la ciudad de Florencia porque pasar de incógnito sería más complicado, así que había decidido rodearla para lograr el objetivo: Roma. Ahí se había dirigido su hermano según le contó. Todavía permanecía con la duda de poderlo encontrar a la mitad del camino... Si el Zorro se había enterado tarde... No. No quería pensar en cosas negativas ahora que se había decidido a ayudarlo, a contribuir a la causa y protegerle la espalda, porque él ya lo había hecho de múltiples formas jugándose el pellejo.

Estaba el alba dando los primeros haces de luz. Le había contagiado la vibra de fortaleza a su caballo para alentarlo a no reducir el paso durante todas esas horas de oscuridad que habían pasado, pero el camino todavía no estaba completo. Le hervía la sangre por llegar a Roma de una maldita vez, pero su potro comenzaba a mermar en su trote, por lo que Claudia decidió desmontar y dirigirlo hasta una posada para dejarlo reposar, mientras ella reunía información sobre algún ataque hacia los asesinos.

Dejó al animal afuera de una edificación que parecía una guarida de ladrones. "Ojalá que sean aliados" pensó, tocando la puerta.

—¿Quién va? —preguntó una voz profunda sin abrir la puerta.

—"Nada es verdad... —no había terminado de recitar su credo, cuando una puerta corrediza fue abierta, dejando notar un par de ojos negros, uno de ellos atravesado por una cicatriz. El propietario de esa mirada la miró inquisidor.

—¿Qué quieres?

—Información —respondió, mostrando dos monedas de oro frente al extraño. Haber llevado las finanzas de la finca por años, le había servido de experiencia para negociar.

—Espera un momento

El sujeto cerró la mirilla, dejándola esperando. Claudia confiaba en que no se hubiera dado cuenta de su identidad. Por lo menos su voz había sonado lo más varonil posible, y con un poco de alcohol podría agravarla mejor, pero debió esperar diez minutos a que el hospedero se decidiera a abrir por completo la puerta, dándole paso libre hacia un cuartucho que apestaba a vino y humo. Podredumbre entre tantos hombres que seguramente no conocían los baños públicos. Sintió asco, pero estaba acostumbrada a los malos olores teniendo al mando un burdel. No se descubrió la cabeza y caminó entre taburetes de madera, guiado por el sujeto misterioso hasta una mesa redonda donde se hallaba el líder.

—¿Qué clase de información buscas, muchacho? —preguntó el inmenso hombre, sentado con las piernas abiertas. —Sé prudente en lo que hurgas

Claudia no se inmutó, sentándose y cruzando los dedos. —Hubo rumores de un ataque cerca de Florencia, ¿alguno sabe qué propósito tenía?

—Hay demasiados conflictos en Florencia, pero no tengo hombres en cada esquina para conocer todos los pleitos entre mercaderes y ladrones

—Este no fue un simple malentendido entre ratas —dijo con voz firme, acercando un poco su rostro al hombre. —Fueron soldados sobornados... Llevaban intenciones de asesinar a sangre fría

El líder apretó los puños, pero detuvo a sus secuaces de acercarse al forastero. Sentía curiosidad. —Puede que tenga algunos datos, pero antes quisiera saber... ¿Cuál es tu nombre, jovencito?

Claudia quedó inmutada, no por miedo, sino porque el tono del hombre fue una advertencia. No quería saber su nombre, quería que se largara de allí. Obviamente un foco rojo se prendió en medio de todo el gremio porque notó de reojo que varios de los ladrones sentados a su alrededor tocaban sutilmente el mando de sus dagas y cuchillos.

Nuestra sangre, nuestro pecado (Assassin's Creed: Ezio/ Claudia)Where stories live. Discover now