8

330 27 18
                                    

Luego de tres días intensos, el celo de Harry terminó.

Había olvidado por un momento lo apegado que podía ser, pero ya estaban en ese momento de luna de miel, abrazados desde hace media hora. Habían vuelto a tener relaciones, pero esta vez no fue producto de un deseo carnal proveniente de su alfa. Habían estado charlando por primera vez en días, y por alguna razón en lo profundo Louis sentía que su psicóloga lo regañaría.

Pero no importaba mientras estuviera en los grandes y musculosos brazos del hombre que amaba. Odiaba amar tanto a los alfas. Podían ser estúpidos y toscos y hablar de forma casi nula de sus sentimientos, pero no podía evitarlo. No había nada mejor que llegar a casa y tener a alguien para protegerte y mimarte.

—¿Quieres más agua, amor?, ¿necesitas algo más?. No quiero que estés deshidratado.

Justo así.

Louis se dio la vuelta, acomodando uno de los rulos que Harry tenía colgando, bajando su mano y recorriendo su pecho desnudo. El sudor y el olor a sexo seguían allí presentes, y el placer compensaba todo el dolor y cansancio que sentía ahora.

—No, amor. Estoy bien así.

—¿Podemos quedarnos así para siempre?.

—Ojalá pudiéramos, pero tenemos que volver a la rutina. Ya pasamos mucho tiempo encerrados en tu habitación. Es más, ¿sabes lo difícil que fue enviarle un mensaje a tu madre mientras querías follarme contra el armario?. Estabas demasiado mimoso.

—Mimoso. Dios, nunca había escuchado esa expresión sobre mí antes.

Lo abrazó mucho más, dándolos vuelta con la facilidad con la que agarraba su cuerpo. Nada les impedía volver a hacer el amor de nuevo, pero Louis ya estaba algo preocupado por Ethan. Por más que amara el sexo, su hijo era primero, por lo que cuando Harry volvió a besar su cuello e intentar morderlo y tocarlo, él lo detuvo.

—Tengo que ir por Ethan.

—Debe extrañar mucho a su mami.

—Y a su padre. Tú eres un amor con él.

Susurró sin negarse a darle un beso en los labios, conteniéndose en ese segundo de decirle cuánto lo había extrañado. No creía que sería oportuno arruinar el momento con lo que había pasado.

—Siento haber sido un idiota.

—No es tu culpa, así te conocí.

Rieron un poco entre dientes, quedándose acostados un rato más. Las memorias se aferrarían a ellos como se aferraban el uno al otro en este tiempo.

—Nunca te conviertas en un extraño, Louis. Podría reconocer tu risa en cualquier lado.

Louis no quiso contestar, no había por qué. No quería leer la última página de su historia, porque no le importaba cómo terminara mientras él no se alejara en este momento.

Ninguno de los dos notó cómo el otro se preocupaba por ello.

[...]

—Gracias por cuidarlo, Sarah.

—¿Se portó mal?.

Murmuraron recogiendo las cosas que les dieron para el diario. Todos los pañales y mamaderas y chupetes, su ropita bien planchada, su coche con sus peluches de animales. ¿Tantas cosas podía tener un bebé que apenas es consciente que existe?.

—Para nada. Es más, este pequeño nos hizo reconsiderar la posibilidad de... tener un bebé. Cuando necesiten, podemos volver a cuidarlo.

Louis sonrió, dándole un besito en la frente al pequeño que estaba acurrucado en sus brazos, queriendo comerlo a besos por lo mucho que lo extrañó.

Sweet Nothing [H&L]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora