LUCY BRONZE

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Desde la final del mundial las redes están que arden, en especial Twitter, y todo porque, después de como termino el partido, Ona se acercó a mi para consolarme. Las fotos no tardaron en estar circulando por las redes sociales, y a los fans les faltó tiempo para empezar a especular sobre mí vida privada y nuestra supuesta relación.

Nunca he sido muy dada a compartir detalles de mi vida personal, y, aunque no lo hemos hecho oficial públicamente, hace años que Keira y yo estamos saliendo, como bien piensa la mayor parte de los aficionados. Pero desde aquel día de agosto se han empeñado en demostrar que ya no estamos juntas y que la tercera en discordia es Ona Batlle, ex jugadora del Mánchester United y nuevo fichaje del Barça.

Más allá de lo que me pueda molestar o indignar que los aficionado no respeten nuestra privacidad, sabemos que es parte de nuestro trabajo, es lo que trae consigo estar en el ojo público, pero creo que ya se están pasando. Y el universo me lo demuestra cuando suena el timbre del apartamento que comparto con Keira y al abrir la puerta me encuentro con una imagen que no esperaba para nada.

Ona está en mi puerta, llorando desconsolada, su respiración es irregular y no deja de temblar.

- Ona, cariño, ¿qué ha pasado? – digo abrazándola según pone un pie dentro de casa.

- No lo aguanto más Lucy- contesta entre hipidos.

- Ven, sentémonos en el sofá. ¿Quieres un té o algo para tomar?

- Un té estaría bien- contesta calmándose un poco entre mis brazos.

Justo cuando estoy por levantarme del sofá, aparece Keira seguida de Narla, nuestra perra.

- Lucy, he oído el timbre ¿quién era?

No hace falta que le conteste porque según termina de hablar se gira hacia nosotras encontrándose con Ona hecha un mar de lágrimas, y no tarda ni dos segundos en estar a su lado consolándola. Aprovechando que la española ya no está sola, voy a la cocina a prepararle una taza de té, esperando que la bebida caliente consiga tranquilizarla para que nos cuente qué es lo que la tiene así.

Cuando vuelvo al salón Ona ya no llora, sigue abrazada a Keira que la mece suavemente acariciando su cabeza, que esconde en el hueco de su cuello.

- Aquí tienes- digo ofreciéndole la taza de té.

- Perdón por este numerito- dice aceptando la bebida y saliendo de su escondite en el cuello de Keira.

- Ey, no hay nada por lo que disculparse- le dice la rubia.

- ¿Quieres contarnos lo que ha pasado? – pregunto acariciando su espalda de arriba abajo.

- Hace un rato salí a dar una vuelta por la ciudad, aprovechando que todavía hace bueno- empieza a contarnos Ona- me pararon unas cuantas personas para pedirme fotos o autógrafos, y todo parecía ir bien, hasta que la cosa se torció. Un grupo de chicas se puso a increparme por supuestamente haber roto vuestra relación. Yo intenté pasar de ellas y seguir atendiendo a los demás aficionados, pero entonces me agarraron y se pusieron a amenazarme diciendo que te dejase en paz si no quería que me pasara algo. Joder nunca en la vida me habían amenazado- para este momento Ona ha vuelto a llorar- me entró el pánico, no sabía donde ir y sin darme cuenta he terminado aquí.

- No te preocupes Ona, has hecho bien en venir- le dice Keira volviéndola a abrazar.

Yo no lo puedo evitar y me levanto del sofá para empezar a caminar de un lado a otro, con los puños apretados a mis costados. Hay que poner límite a esta situación de una vez por todas, lo que le ha pasado a Ona es intolerable, y las personas que la han amenazado no deberían ni siquiera considerarse culés.

ONE SHOTS- FUTBOL FEMENINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora