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Mew. 

Lo siento. Es su aroma lo que me avisa que está frente a mi puerta. Tal vez dudando si entrar o no. 

Tuve que encerrarme en mi oficina para no cometer una locura. Mentalmente ya había despegado la cabeza de ese tipo de su cuerpo.

¿Sugerirle a mi omega que buscará un alfa en un club?

Tendrá que agradecerme de rodillas que lo deje sin trabajo, no sin oxígeno.

Pero primero tengo que ocuparme de Gulf, dejarle en claro que si quiere un alfa me tiene a mi.

Abro la puerta apenas lo necesario para tomarlo de un brazo y jalarlo hacia el interior. Su espalda golpea la puerta cerrada. Mis manos van a cada lado de su cabeza, formando una prisión.

Sus ojos astutos y brillantes se mantienen serenos. La ira de mi lobo está por alcanzar niveles descomunales si no logro quitarle de la mente la idea de ese estúpido club.

Sobre mi cadáver.

—Estás siendo suicida si crees que voy a permitir que vayas a buscar a un alfa —mi voz es baja pero debe transmitirle al menos un poco de mi irá.

Si logra captarlo lo oculta muy bien con expresión desinteresada. Mi lobo se sentiría herido si su omega no lo traicionara.

—No te estaba pidiendo permiso.

Su mirada retadora no se despega de la mía. Es su seguridad una de las cosas que más me encantan de él, pero también es la manera en que su omega lo deja vulnerable al rendirse a los deseos que él mismo intenta reprimir sin razón. O al menos sin una razón de poder.

—Espero que puedas cargar con tu conciencia cuando acabe con todo alfa que te mire.

Ahí está. Un segundo pero su omega se mostró a través de su mirada. Su temor, su súplica.

Una sonrisa se forma en mis labios.

Sus manos van a mi pecho en un intento de alejarme, pero la diferencia en fuerza entre nosotros es completamente ridícula. Ni siquiera tengo que esforzarme mucho para mantenerme en mi sitio.

La ira elimina su expresión desinteresada.

—Déjame ver si entendí. ¿Yo no puedo salir con nadie pero tú sí puedes hacerlo?

Me equivoqué. No es la ira lo que sustituye el desinterés en sus fracciones, es algo mucho más placentero. Celos.

Muerdo mi labio para evitar la sonrisa que lucha por salir. Su mirada inevitablemente se desliza a mis labios, solo un segundo antes de volver a mis ojos.

Me desea. No le soy indiferente.

—Oh cariño, desde que supe de ti no hay cabida para nadie más en mi vida. Lo que viste no fue...

—No me interesa —me interrumpe. Sus manos me vuelven a empujar y está vez cedo —. Ya le dije que lo que haga con su vida no me interesa, señor Suppasit.

Que me digan señor ya es algo que detesto. Pero que él lo haga, me jode.

—Soy tu alfa.

Aprieta los labios. Sus ojos me esquivan.

—Te duele la idea de mi con otro omega tanto como a mí me duele que pienses si quiera en ir a ese estúpido club.

Me da la espalda. Me molestaría pero no me quejo de la vista. Mi omega es simplemente maravilloso.

La diosa luna se lució al formar los lazos del destino.

Es delgado pero no se ve frágil. Tiene una silueta curvilínea pero no parece femenino. Su piel parece suave, como si nunca hubiese recibido un solo rasguño en su vida. Los moretones que le dejo el imbécil de Earth, del cual me estoy encargando personalmente, han desaparecido. Y su trasero. ¡Oh Diosa luna! Es digno de alabanza. Podría elogiarlo toda la eternidad sin repetir palabras.

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⏰ Last updated: Oct 18, 2023 ⏰

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Dulce Destino Where stories live. Discover now