No hay lugar como el hogar

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Althea sentía la brisa del viento en su rostro mientras estaba sentada en el jardín del palacio del Sultán Murad, era su lugar favorito del todo el palacio, ahí nadie la molestaba, no es como que se atrevieran de todas maneras, en especial con dos muchachos que siempre la protegían.

-¡Althea!-su paz se vio interrumpida al escuchar unas voces que la llamaban a lo lejos, se levantó de la banca en la que estaba y miró hacia atrás, dos chicos altos, se dirigían hacia ella.
El primero tenía ojos verdes, era pelirrojo, tenía largo cabello, usaba un uniforme militar, típico de los jenízaros, tenia una gran sonrisa, en su cintura estaba su espada. El segundo tenía ojos azules, su cabello era negro, algo largo, pero no tanto como el del otro chico, usaba unas ropas negras, tenia una pequeña sonrisa al ver a la chica y aceleraba el paso hacia ella.
-¡Vlad, Aslan!-la chica al ver a sus amigos corrió hacia ellos, abrazándolos con mucha fuerza, provocando que los tres cayeran al suelo-¿están bien?
-Nada que no se pueda arreglar, Althea-le sonrió Vald, ambos chicos se levantaron y luego la ayudaron a ella.
-¿Qué estabas haciendo?-le preguntó Aslan.
-Nada-dijo la chica-solo pensaba...
-¿En qué?-Vlad y ella compartieron una rápida mirada ante la pregunta de su amigo pelirrojo y rápidamente la apartaron.
Ambos sabían que había estado pensado la chica.
-Nada en especial, ¿qué hacían?
-Entrenar, sabes que el Sultán va a preparar la campaña para los Balcanes pronto-el corazón de la chica se encogió al escuchar eso salir de la nuca de Aslan.
-Los harán ir?-preguntó con algo de temor, no podría soportar que sus amigos la dejaran sola y peor aún que a ellos les sucediera algo en el campo de batalla.
-Lo más probable es que si Al-Vlad tomó sus manos y las acariciaba con las yemas de sus dedos-pero te prometo que estaremos bien.
-No puedes prometer eso Vlad...nadie puede...
-Al...-la chica rápidamente se limpió la lagrima que amenazaba con salir, no quería que sus amigos la vieran llorar.
Aún no.
-¿Les parece si vamos a la cascada? Creo que sería divertido, ¿no lo creen? Cómo en los viejos tiempos.
-Guíanos-dijo Aslan, los amigos se tomaron de las manos y empezaron a correr hacia dónde era la cascada.

Al pasar las horas, los amigos no se habían dado cuenta de la hora y habían perdido la noción del tiempo jugando en la cascada como cuando eran adolescentes

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Al pasar las horas, los amigos no se habían dado cuenta de la hora y habían perdido la noción del tiempo jugando en la cascada como cuando eran adolescentes.
Así que pronto debieron regresar al Palacio, porque sino recibirían un gran regaño del sultán, así que lo mejor era no provocarlo.
Aslan se despidió de Vlad y Althea al llegar, ya que su habitación estaba en otra parte, así que los dos amigos continuaron solos, tomados de la mano, hasta que Vlad dejó a Althea en su habitación.
-Radu quiere que le leas un cuento antes de dormir, ¿podrías hacerlo?-Althea sonrió ante la Dulce petición del hermano menor de su amigo.
-Por supuesto, traerlo después de cenar-Vlad besó rápidamente la mejilla de la chica y se fue, mientras que ella lo observaba doblar el pasillo hacia su habitación.

Luego de la cena, tal y como habían acordado, Vlad y Radu se presentaron ante ella, la chica saludo con cariño al niño, sabía que ser separado de la familia no era fácil, y aunque Radu y Vlad ya llevaban un par de años en la Corte, sabía que al pequeño aún le estaba costando adaptarse, pero el niño se había logrado abrir con la pelinegra, era la única persona además de su hermano y Aslan en quien confiaba.
-¿Qué historia quieres por hoy Radu?-le pregunto al niño, sentándose a su lado en la cama.
-No lo sé, esperaba que tú pudieras contarme una, como de cuando eras niña, que tus padres te contaban...
-Radu-recibió un pequeño regaño de su hermano Vlad, ya que esté sabía que la familia era un tema delicado para Althea, por eso se entendían tan bien.
-No pasa nada...-trató de pensar en alguna que sus padres le hubieran contado cuando era niña, hasta que el recuerdo se le vino a la mente-ya tengo la historia perfecta.
-¿Cuál es?
-¿Ya habías oído la leyenda de Circe?
-No, ¡cuéntamela, vamos Al, vamos!
-Claro que si...hace mucho tiempo...-la chica narró la leyenda de la bruja que vivía la isla, y al acabar vio a Radu dormido, Vld estaba por llevarlo a su habitación, pero Althea se lo impidió-déjalo aquí, no me molesta.
-¿Pero donde dormirás tú?
-En el sillón.
-De ninguna manera-se negó Vlad-me llevaré a Radu, no podemos invadir tu privacidad, ¿que dirían los demás?
-No me importa lo que digan, es más, quédate a pasar la noche, ya estás acá, y se verá muy mal si sales de mi habitación a estas horas.
-Tienes razón, solo esta noche, ¿pero si te metes en problemas?
-Los problemas me persiguen desde siempre, ya se hizo costumbre-Vlad río ante el comentario de su amiga-Buenas noches Vlad.
-Buenos noches Al-Ambos sin darse cuenta habían terminado tomados de la mano y se durmieron así, con Radu en el medio.

Durante el desayuno al día siguiente, el mensajero le entregó una carta a Althea, ella al leerla tenía cara de sorpresa, no tenia lo que había estado pasando, pero no era bueno y sus amigos al ver su cara, supieron que no eran buenas noticias.
-Pascha-le dijo al sultán.
-Dime querida.
-Agradezco toda su hospitalidad y cuidados estos años, pero el temo...que debo regresar al Reino de Castilla, mi presencia es requerida allá.
-¿Con urgencia?
-Bastante diría yo.
Sus amigos se miraron y observaron cómo el Sultán y Althea Se paraban de la mesa y la dejaban, Vlad estaba por ir y seguirlos, pero Aslan lo detuvo.
-Ella vendrá, tranquilo.
Pero el pelinegro no lograba estar tranquilo.
No podía soportar la idea de que lo único bueno que había en esta terrible Corte le fuera arrebatado.
No podía sopórtalo.

-Pase-dijo Althea al escuchar golpes en su puerta, sus dos amigos asomaron la cabeza.
-Sorpresa-ella sonrió y los abrazó, y al separarse sus amigos vieron que las cosas estaban siendo empacadas-¿te vas?
-Chicos...
-Te vas-dijo Vlad.
-Sí...no es que yo lo desee, pero...mi primo Enrique me necesita allá.
-¿Por qué? ¿Por qué ahora?-le preguntó Vlad.
-No lo sé, me duele dejarlos, en serio que si, no soporto la idea de esta lejos de ustedes, pero el deber me llama.
-¿En cuánto tiempo te vas?
-3 días.
Algo dentro de Vlad se rompió al escuchar esas palabras.
"3 días" sólo tenía 3 días y quizás luego ya no la vería jamás.

Aquellos 3 días pasaron con gran rapidez y pronto fue el día en que los tres amigos se debían de separar.
Althea había aguantado la ganas de llorar al ser escoltada por sus amigos al carruaje, pero no estaba segura de cuánto tiempo más podría aguantar.
Los miro a ambos, detenidamente cómo si quisiera grabar aquellos rostros en su memoria para siempre.
Cómo si sintiera que era la última vez que los llegaría a ver.
-Si algún día...llegamos a estar en bando diferentes...sepan que jamás, jamás luchare contra ustedes, son mi familia y así será siempre-ambos chicos la abrazaron fuertemente.
-Tú la nuestra-le dijo Vlad.
Se separaron y ella estaba por subir al carruaje, pero el pelinegro tomó su mano.
-Espera, quiero darte algo-saco de su bolsillo un pequeño anillo, con una piedra roja.
-Es el anillo de...
-Mi familia, sí.
-No, no puedo aceptarlo.
-Sí puedes, yo te lo estoy dando.
-Pero...
-He formado una nueva familia aquí, contigo, Aslan y Radu, ahora es tuyo-lo colocó en su dedo, la chica se abalanzó a abrazarlo, y los fuertes brazos de Vlad rodearon su cintura.
Se negaba a dejarlo ir.
No quería hacerlo.
No podía hacerlo.
Pero debía.
Ante el primer sollozo, se separaron y se miraron a los ojos, Vlad le dio una pequeña sonrisa.
- Nos volveremos a ver, eso te lo prometo.
-¿En serio?
-Sí, iremos a visitarte y te escribiré cartas cada día, tanto que te hartarás de mi.
-Nunca me hartaría de ti-le dio un último abrazo y luego él la ayudó a subir al carruaje.

Al alejarse hecho una última mirada hacia atrás, viendo todo lo que dejaba atrás, a quienes dejaba atrás.
Su hogar.
El Imperio Otomano se había convertido en su nuevo hogar, aunque le hubiera costado adaptarse al principio.
Ahora guardaba un lugar muy especial en su corazón y no podía esperar a volver de nuevo.
Porque como dicen: "no hay lugar como el hogar."

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Espadas de Dioses y Reyes (versión alternada)Where stories live. Discover now