Espadas de Dioses y Reyes (versión alternada)

Una reunión esperada

Althea seguía inquieta, no había recibido noticias de sus amigos y eso la mantenía algo inquieta, ¿seguirían en el campo de batalla? ¿Estarían heridos...o peor...? No se permitió pensar en esas cosas, no podía, se negaba a ponerse triste, estaba segura de que vería pronto a sus amigos, los necesitaba, ahora más que nunca.
Quería un consejo.
Necesitaba un consejo.
¿Pero a quien podía pedírselo?
No había nadie en aquella Corte en quien pudiera confiar y odiaba eso.
Si sentía que la Corte del Sultán Murad era traicionera...la castellana lo era aún más y lo peor es que no eran nada buenos en ocultarlo, Althea había vivido lo suficiente con los otomanos como para saber y conocer de intrigas.

Por otro lado Vlad había respondido a su carta, una que ella había enviado sólo un día después de urgí haber recibido aquella confesión de su puño y letra, había obtenido una hueva respuesta hoy, pero  no había tenido tiempo de leerla, así que decidió hacerlo después de comer.
Se dirigió a su habitación y al cerrar la puerta fue hacia una mesa donde había dejado la carta, esperando a que fuera abierta.
Abrió el sobre y reconoció la legible letra de su amigo, sonrió. Y al comenzar a leer la voz de Vlad estaba en su cabeza:
"Althea, mi bella Al:
No tienes ni idea de lo feliz que le hace que hayas dicho que sientes lo mismo que yo, siento que podría enfrentarme al ejército entero, solo con aquellas palabras tuyas que tanto estaba anhelando escuchar.
Estamos de regreso temporalmente en el palacio, el asedio ha durado un poco más de lo que habíamos pensado, pero al menos es bueno estar de regreso unos días y comer algo que nos de fuerzas.
Aslan y yo nos encontramos bien, pero te extrañamos demasiado, este lugar parece sombrío sin ti, eres una luz.
Un rayo de luz.
Mi rayo de luz...
Espero que las cosas que pusimos en las cartas, no cambien, que si logremos tener un futuro juntos, aunque sé que no te merezco a mi lado, haré lo que sea todos los días para mecerte.
Espero que te encuentres bien en Castilla, sabes que si tienes problemas no dudes en decirme e iré, aunque presiento que nos veremos cuanto menos lo esperes.
Te extraño mi amada Al.
Todos los días.
Y los cuento para volver a escuchar tu melodiosa risa, ver tu bella sonrisa y sostenerte entre mis brazos.
Tu amado Vlad."

El corazón de la chica se derretía ante aquellas palabras tan dulces, sabía que detrás del porte serio y frío de Vlad, había un hombre no solo guapo e inteligente, sino también lleno de amor.
Solo debía mostrarlo.
Y ahora lo hacía.
Desde que Althea lo conocía, sacarle al menos una pequeña sonrisa o provocar que riera, se había convertido en pequeñas victorias para ella y esta carta era la prueba de ello.
La verdad era que no podía esperar a volver a verlo.
Necesitaba verlo.
A él y a Aslan.
Y si los Dioses eran lo suficientemente generosos, los reunirían de nuevo muy pronto.

Vlad y Aslan desembarcaron en las costas de Málaga, de ahí decidieron que lo mejor era cabalgar hacia Sevilla.
Sería un largo viaje.
-Piensa en que ya casi la veremos-le dijo Aslan a su amigo-se va a emocionar.
-No lo dudo, Aslan, pero estoy muy impaciente.
-También yo, como no tienes idea-ambos siguieron cabalgando hasta que Aslan decidió romper el silencio de nuevo-Vlad.
-¿Si?
-¿Te puedo hacer una pregunta?
-¿Qué pasa Aslan?
-¿Amas a Althea?-La sonrisa de Vlad creció con el simple pensamiento de la chica.
-Sí, la amo Aslan, la amo más que a mi propia vida.
-¿Cómo te diste cuenta?
-No lo sé, creo...que mi corazón se empezó a ablandar con ella, me mostró gentileza, amabilidad, me provocó risas...hasta el punto que sentí la necesidad de estar cerca de ella para estar feliz...es extraño...soy feliz cuando estoy cerca de ella y triste cuando estoy lejos, como si una parte de mi faltara.
Aslan la miraba con una gran sonrisa.
-Me alegra que lo admitas.
-¿Cómo...?
-Los veía, era bastante claro, pero ustedes dos son demasiado obstinados y ciegos como para ver que sentían lo mismo el uno por el otro.
-En eso tienes razón.