Sábado por la mañana, apenas es octubre y ya hace mucho frío, lo bueno de todo esto es que tengo una arma secreta contra el clima, su nombre Monkey D. Luffy, quien estaba dormido en mi cama plácidamente. Se preguntarán, qué hace ese mono allí y en el camarote de mí barco...
La respuesta es sencilla, pero poderosa; ayer follamos, lo sé es raro, viniendo de mí pero ¡Ey! Yo también tengo mis necesidades sexuales.
Ya, hablando en serio, sí, anoche él y yo tuvimos sexo desenfrenado, aunque no fué porque estuviéramos calientes como cualquier cliché, de hecho, fué por una estupidez.
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Anoche, en el día anterior:
—Oi, Eutass ¿Qué tan grande es tu hoyo? —Me cuestionó Bonney, sonriendo.
—Oye glotona esas cosas no se preguntan. —Respondí, frunciendo el ceño con un poco de vergüenza.
—¿Qué? Es un juego sobre un hoyo donde tienes que comer hasta donde puedas, porque entre más grande más puedes ganar.
—Ah, ya —Asentí—, pelos de chicle tienes que dejar de decir tantas estupideces. —Luego sonreí mientras ella formaba un mohín.
—¿Alguien dijo ‘estupideces’ shishishi? —Luffy apareció como sí fuera invocado.
—Oh, mugiwara —Se acercó la pelirosa hacía el mono con sombrero de paja— ¿Qué tan grande tienes el hoyo?
Luffy enarcó una ceja con un gesto de inocencia cuando se rascó la sien sin entender nada de lo que le dijo, hasta que por su expresión de sorpresa, captó la pregunta. —O-oi, eso a ti que te importa. —Dijo entre riéndose y muriendo por la vergüenza, exponiendo su notorio sonrojo.
—Mugiwara ¿por qué te incómoda la pregunta? —Sonrió de forma malvada la chica.
La verdad de todo aquello, es que él y yo ya habíamos follado antes, así que pues... Le dejé su huyo grande al pobre mono, en fin, después de eso Bonney nos dijo que nos unieramos en la competencia de su juego con tema raro y, bueno, después follamos, fin de la historia.
¿Qué, quieren detalles?
Muy bien, para cuando descansamos del juego y terminamos en un jodido empate, luego de un rato, de los labios del mugiwara salieron las palabras que desatarían mis hormonas.
—¡Mira, gizao yo tengo el hoyo más grande que todos, shishishi!
—Sí, mono idiota, ya lo sé —Refunfuñé luego de perder el juego absurdo de Bonney—. Pero sí quieres te lo puedo dejar mucho más grande. —Propuse.
—¡Maldito, sátiro pervertido! —Me dió un codazo, riéndose— Está bien hazlo gizao, shishishi. —¿Tan rápido cambió de opinión?.
Una vez que dijo eso, me lancé contra él para besarlo profundamente, mientras mis manos recorrían todo su cuerpo, provocando gemidos chillones de su parte, Oh monito, no tienes idea de cómo me pones cuando gimes así.
Empecé a apartar la camisa roja que ya tenía abierta, para poner mis dedos en sus delicados pezones, apretándolos y pellizcándolos. —Haaa, g-gizao, sí, sigue así. —Mientras gemía, él introdujo la mano dentro de mí pantalón, donde estaba esperándolo, mi polla dura.
El mugiwara, sí que sabe tocarme bien. Comencé a apartarle el resto de su ropa hasta quedarnos como Dios nos trajo al mundo. El pelinegro movió su mano para rodear la base de mi miembro y empezar a jugar con él, masturbandolo y para prenderme más, él bajó, arrodillandose frente a mí polla, mirándola fijamente, empezó a soplar mí hombría sólo para molestar, pero luego se lo metió toda a la boca, acto que me logró sacar un gran gemido; debía admitir que el mono hacía buenas mamadas, embistiendo mi enorme falo con esos suaves labios.
Pero, argh, maldición. Estaba tan bien excitado que después de mover con su mano el resto de la base de mi polla y chupando repetidas veces, sentí como una clase de corriente eléctrica, dándome cuenta que me corrí en su boca. Decidí ponerlo en cuatro ya que me lubricó la polla, no tengo porque dilatarlo.
El chico era de goma.
—Gizao, por favor m-métela, ya no soporto las ganas. —«Uh, mugiwara, tus deseos son órdenes» pensé sonriendo.
Sin previo aviso, le incruste mí polla en su cavidad, que el pelinegro gritó algo adolorido y complacido.
—A-Aaauch, gizao, duele.
—Lo siento mono, pero voy a moverme.
Y dicho y hecho, primero me esperé un momento cuando el mugiwara dejó de fruncir el ceño por el dolor, así que empecé a moverme lento, con cuidado de no lastimarlo, luego cuando se acostumbró, me moví más rápido hasta que pensé que lo partiría en dos.
—Haa, haa gizao, haa m-más duro ngh... —Creo que el mono es masoquista.
Seguí embistiéndolo hasta que me acerqué a su exquisito punto dulce, donde gritó todavía más fuerte por el placer en cuanto golpeé en ese específico sitio.
—Gizaooo, haa m-mierda, dame ahí umm. —Y entonces aceleré mis movimientos, yo también quería hacerlo rápido para recibir de igual manera placer, sí algo que me gustaba era estocarle rudo.
Cuando ambos llegamos al climax, me corrí dentro de mugiwara, mientras que él cayó muerto, ni siquiera le dió tiempo de limpiarse mí semen que se desparramó desde su entrada; a lo que sonreí, durmiendome junto con mí monito. Que noche.
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Y de nuevo otra adaptación y así seguirán y seguirán el resto de las mini historias (人 •͈ᴗ•͈)
