Aureola III

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El infierno no es lo que crees que es. Es frío y oscuro, mi amigo.

Y si golpeas la puerta lo suficientemente despacio ellos te dejarán entrar.

Si no crees lo que has escuchado hasta el momento, entonces,

¡por favor, abran la puerta!

No soy un santo ¡y no pretendo serlo!

Not a saint, Breaking througt

     Baekhyun corría más rápido que nunca, pero no usaba la ropa adecuada para hacerlo, hubiese preferido unas zapatillas a cambio de aquellas degastadas sandalias de cuero que se resbalaban y le provocaban trastabilleos

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     Baekhyun corría más rápido que nunca, pero no usaba la ropa adecuada para hacerlo, hubiese preferido unas zapatillas a cambio de aquellas degastadas sandalias de cuero que se resbalaban y le provocaban trastabilleos. El sol había estado alto y brillante como en la más cálida primavera, pero su resplandor, cada vez más fuerte, empezó a quemar su retina. Pronto lo único que podía ver con sus ojos medio abiertos era una luz tan radiante que lo opacaba todo. El sonido del mar que otrora lo arrullaba se transformó en un susurro helado e inquietante interrumpido por el retumbo de mil pasos que lo seguían a toda velocidad; el calor se tornó en frío; las palmeras alrededor se volvieron obstáculos; la arena se le colaba entre los dedos y punzaba. Le faltaba el aire, pero el pavor era tal que no pensaba detenerse, aunque se le figuraban años huyendo a ese ritmo. La rama de una palmera escondida por el brillo de la luz golpeó de lleno su boca, obligándolo a lanzar su cabeza hacia atrás. Se llevó su mano hacía los labios y a pesar de que no pudo verse, el sabor metálico en su lengua y el dolor que sentía le aseguraban que el golpe fue lo suficientemente violento como para romperle la piel. Sin tener tiempo de lamentarse continuó con su carrera. El eco que le pisaba los talones competía con el ruido de sus desesperados jadeos, muestra de que su corazón y pulmones no iban a resistirlo por mucho tiempo más. Entonces, su pie se enredó en una gran raíz y él se fue de bruces al suelo. Aquello que había estado siguiéndolo se detuvo, Baekhyun sabía que estaba justo frente a él a pesar de que la excesiva luz le impedía corroborarlo. «Nunca creí temerle a la luz. Se supone que la oscuridad es la que da miedo...»

     Su cuerpo entero temblaba y en un acto reflejo interpuso su antebrazo buscando protegerse, hasta que sintió unos dedos helados reventar la pulsera de conchas que usaba. ¡No! —quiso gritar desesperado. Sus conchas blancas y nacaradas se desvanecieron, el viento marino le despeinó el cabello y él cerró sus ojos con fuerza seguro de que su fin había llegado, aunque intentando aferrarse a todo aquello que amaba, a las cosas y personas de las que no quería desprenderse jamás...

...

     Unos gritos desgarradores lo pusieron alerta, cubrió sus oídos buscando no escuchar más aquel agónico sonido, ¡oh, por dios, iban a enloquecerlo! «Sea quien sea, por favor, ayúdenlo, cálmenlo, libérenlo de tal suplicio inhumano».

     —Baek, calma, sshh. —Escuchó un susurro. En ese momento se percató de que aquellos horribles gritos eran suyos. Alguien lo abrazaba invadiendo todo su espacio, y a pesar de lo incómodo que aquello podía parecer, empezó a calmarse a sabiendas de que había otro ser humano con él. Lentamente fue consciente de su cuerpo sudado y tembloroso, de sus delgadas sábanas en leves tonos rosas, ahora manchadas por su propia orina y, de una habitación con paredes de madera y muchos adornos colgando en cada espacio de ella.

     —¿Qui-quién eres tú? —Consiguió susurrar sin atreverse a mirarlo.

     —Soy Chanyeol.

     Un olor dulce y agradable como el de las flores de wisteria invadió su nariz y sin querer sus ojos empezaron a cerrarse. ¡Oh, no! Baekhyun no quería volver a aquella pesadilla, porque había sido una pesadilla, ¿cierto?

...

     La siguiente ocasión despertó debido a los gemidos de su propia voz llamando al nombre de Chanyeol. Era consciente de no tener tan siquiera una relación de amistad con su malhumorado casero, pero aun así necesitaba de su abrazo.

     —Estoy aquí, tranquilo.  —Lo acunó.

     —¿Chanyeol? —preguntó con el cabello pegado a su frente. Algo le dolía, pero en ninguna parte de su cuerpo podía enfocar su angustia. Sentía una pena profunda.

     —Sí, soy Chanyeol —sonrió sin poder disimular con ese gento su preocupación.

     —Hueles a wisterias —susurró con cansancio apoyando la cabeza sobre el pecho de quien lo abrazaba.

     —Tú me regalaste ese perfume.

     —¿Lo hice? —No recordaba haberle dado nunca un obsequio a su casero, a excepción de aquella estatuilla sin pecho.

     —¿Ya no lo recuerdas, Baekhyun?

     —No... ¿debería?

     —Sí —murmuró con tristeza.

     —Explícame, por favor, qué ocurrió y por qué siento tanto miedo que respirar se hace difícil. 

 

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Religare III: Santo [Fanfiction EXO- ChanBaek]Where stories live. Discover now