Capitulo 2: Una pelea tras otra

139 7 0
                                    

12/9/2019

               
 Mi respiración era lenta y pesada, la boca me sabía a medicina amarga o algo así, la cabeza me daba tantas vueltas que ni siquiera podía mantenerme de pie. 

Recoste la espalda de la única pared limpia que había. Poco a poco baje hasta llegar a sentarme en el suelo abrazando mis piernas aferrandome a ellas, mientras trataba de calmar los mareos y la verdad, es que mi entorno tampoco me ayudaba mucho. Las luces parpadean de forma constante y las paredes de cerámica blanca tenían asquerosas manchas de algo que sinceramente no quería saber que eran.

El lado bueno es que al menos no olía a orine, así que algo de consederacion le tuvieron al pobre baño.

Luche contra los mareo cerrando los ojos con fuerza y contra los gargajos que se iban y venían. De repente me ahogue por uno de estos, tosi como desquiciada solo para que las náuseas regresaran en el peor momento. Rápidamente me levanté, me acerque he incliné en el retrete y expulse todo lo que alguna vez estuvo en el estómago por medio del vómito, y así estuve fácil una media hora. Vomitando, sufriendo de insoportables mareos, náuseas y incluso leves dolores de cabeza.

Cada vez me convencía más a mi misma que la idea de las pastillas no fue una de las mejores ideas que tuve. No me arrepento de haberme las tomado, para nada. De lo que me arrepiento era haberlo hecho no tan tarde por la noche dejandoles tiempo de que se dieran cuenta y me salvarán.

Y yo no pedí ni quería ser salvada.

Cuando por fin me empezaba a calmar escuché pasos aproximándose a la puerta. Momentáneamente creí que la abrirían, pero no los pasos cesaron justo al frente de esta.

Segundos después escuché una voz — ¿Cómo está? - pregunto una voz masculina desde el otro lado de la puerta.. Un silencio más tarde y volvió a preguntar - ¿Y bien?

— ¿cómo crees que está? - pregunta ahora una voz femenina gélida - ella está bien Yamamoto, increíblemente feliz cantando y jugueteando como una niña normal - contesto con un notable tono sarcasmo - así que tranquilo, no tienes porque actuar como papá preocupado que eso no te queda.

Ambas voces eran conocidas para mi, porque pertenecían a las personas con las que más me juntaba. El señor Yamamoto era mi estricto y antipático maestro al que debía ver forzosamente todos los días para alcanzar "mi máximo poder" poder que ya no quería, pero como siempre yo no tenía ni voz, ni voto, ni opinión en la situación.. Yo aquí no era nada más que una pieza más en su tablero de ajedrez.

La segunda parsona que le había respondido al señor Yamamoto era señorita Takana. La única mujer y doctora que había porque si, a pesar de haberme tomando medio pote de pastillas buscando de que me diera una sobredosis, ellos fueron incapaces de llevarme a un hospital, preferirieron que ella me tratara mi sobredosis de la forma más organica posible. Que se resumía en darme algo de tomar que me causaría el peor vómito de toda mi vida. Ella era la única persona verdaderamente cuerda y al igual que yo, no quería estar en este lugar. Eso era algo que nunca entendí bien, ella no parecía ser ese tipo de personas que quisiera estar del lado oscuro de la sociedad solo por diversión o por la falta de dinero, más bien, su vestimenta me daba a entender que lo último le bastaba y sobraba.

Pero entonces. ¿Porque estaba aquí en primer lugar?

Eso era lo que tanto me hacía desconfiar de ella. Los demás no trataban de ocultar las basura de personas que eran, más bien lo desmostraban cada día que pasaba, pero ella no, nada de lo que hacía concordaba con lo que me decía. Decía una cosa y hacia algo totalmente diferente convirtiéndose en una total hipócrita. Una persona que por más buena que allá sido conmigo, jamás pude o creo que podré confiar.

Una rosa marchitaWhere stories live. Discover now