Capítulo 30

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Capítulo dedicado a Laesposadecharliii


Capítulo 30 | "Sándwich extraño"

Corinna Barone

Nada más llegar a casa Elian me carga sobre sus hombros, chillo en medio de risas cuando lo veo subir las escaleras, como si mi peso no le supusiera ningún problema para él.

— ¡Elian!

Chillo cuando siento su mano bajo la falda de mi vestido que eleva sin ningún problema, dejando un fuerte bofetón en una de las mejillas de mi culo.

— No tienes una idea de todo lo que haré contigo.

No tardamos en llegar a su recámara, con la cama king que ambos mandaron a comprar desde que duermo con ellos, para así poder estar los tres sin problemas. Elian me lanza sobre el colchón y no logro reaccionar lo suficientemente rápido cuando ya tengo a Edmund sobre mí.

Sus manos son codiciosas, subiendo por mis muslos, pasando por la falda de mi vestido y llegando directamente a mis bragas. Sus manos me hacen tener escalofríos con su toque, sintiendo la callosidad de estas por el extenuante manejo de armas y millones de peleas a las que de seguro se ha metido. Toca con fuerza, como si quisiera marcar su toque en cada lugar de mi cuerpo.

— Abre las piernas.

No tardo en acatar su orden, Elian se coloca de rodillas tras de mi cuerpo, tirando de mi cuerpo para que apoye mi espalda en su pecho, sus manos no tardan en tomar las mías, reteniéndolas sobre mi abdomen.

— ¿Cuántos crees que merece? — le cuestiona Edmund a su hermano, mientras levanta la falta de mi vestido arremolinándolo sobre mi abdomen. Dejando a su vista mis bragas de encaje negro.

— Podrías empezar con unos diez.

No sé de lo que hablan, pero cuando Edmund dirige su mano hacia mi centro, dejando caricias ligeras sobre ese nudo de nervios que tanto necesita sus atenciones, me pierdo. Mis piernas se tambalean un poco sobre la cama sin poder evitarlo, gimo mientras mi cabeza se lanza hacia atrás por si sola, apoyándose sobre los pectorales de Elian quien no pierde el tiempo en esconder su cabeza en mi cuello, dejando un reguero de besos y chupones que sé dejarán marcas.

Edmund acelera sus movimientos, para este punto la tela de mis bragas se aferra a mi cuerpo de lo mojada que me encuentro y me encuentro moviendo mis caderas buscando su toque.

Y el primer palmetazo cae.

Un gemido ronco me abandona cuando Edmund deja caer su mano sobre mi centro en un pequeño palmetazo. Todo mi cuerpo se tensiona en lo que la ráfaga de dolor placentero se expande. Mis piernas intentan cerrarse de golpe antes de que el pelinegro las sostenga abiertas para él con una de sus manos, enterrando los dedos en la carne de mi muslo.

— Cuenta, Corinna.

Otro palmetazo cae sobre mi coño, sacándome un grito de placer que hace sonreír a Elian sobre la piel de mi cuello.

— Uno.

Mis oídos se tapan cuando otro palmetazo cae, la piel de mi coño palpita, no sé si anhelando los golpes o si sólo pide que se detengan, otra ráfaga de dolor cae sobre él, me retuerzo en el agarre de ambos hermanos que disfrutan de golpearme la entrepierna con sus manos, maravillándose con el sonido encharcado que invade la habitación cuando otro palmetazo cae.

— Por favor, por favor — suplico, intentando liberar mis manos del agarre de Elian cuando el séptimo palmetazo cae, pero el castaño sólo sonríe y su mano libre pasa a cubrirme la boca.

Flor ImperialDove le storie prendono vita. Scoprilo ora