-𝐒𝐨𝐥𝐨 𝐍𝐨𝐬𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬- (El Mariana X Tú)

29. Abrázame

________(tú):

— Mi amor, deja de menear tu piernita — posó su mano en mi pierna —. Me pones más nervioso de lo que ya estoy.

Reí apenada y asentí con mi cabeza.

Claro que me sentía nerviosa, era la familia de mi mamá y siempre hallaban la manera de arruinar todo.

Estábamos por llegar a dicho lugar; llevaba puesto un vestido suelto color lila, y Osvaldo no se quiso quedar atrás, él llevaba puesta una camisa lila y una chamarra de mezclilla.

Mire hacia la ventana y podía ver qué ya estábamos llegando, mordí mi labio.

— Osvaldo — llame su atención —. La familia de mi mamá suele ser muy... tonta y no quiero que le tomes relevancia a sus comentarios. — tome su mano con la mía.

— Tranquila, ya se lidiar con ello. — dejo un beso en el dorso de mi mano.

Asentí con la cabeza.

— Hemos llegado, jóvenes. — anuncio el taxista.

Me adelante y pague.

— Muchas gracias. — agradecí junto con una sonrisa.

— Gracias. — sonrió igual Osvaldo.

Al salir del taxi sentía el frío golpear, no entiendo porqué me vine en vestido, si seré estúpida.

Entrelazó nuestras manos Osvaldo y le dió un leve apretón.

— Vamos, este suéter no te cubre pa' nada. — rió bajito.

Toque el timbre y esperamos un par de segundos hasta que la puerta se abrió, mire a mi hermano.

— Hasta que llegas — rodó los ojos —. No dejan de cagar esas señoras, llevan más de media hora diciendo que soy gay, ______. — gruño molesto.

— ¿Y no lo eres? — bromee.

Rodó los ojos nuevamente, exhaló y le sonrió a Osvaldo.

— Cuñado, que bueno verte de nuevo — exclamó —. Yo que tú me iba de aquí. — le susurró.

Se hizo a un lado Jos, dejándonos entrar.

— Hola Jos — rió —. Creo que ya es demasiado tarde.

El sonido de unos tacones se hicieron presentes, llegó mi mamá a nuestro lado.

— Por fin llegan. — menciono emocionada.

Nos abrazo y dejo un beso en nuestra mejilla.

>> — Vamos, pasen. — hizo un ademán para que la siguiéramos.

— Se los advertí. — se encogió de hombros Jos.

Entramos y lo primo que ví fueron todas las miradas en nosotros, en especial en Osvaldo.

— Ya tenemos a quien preguntarle sobre el clima. — soltó una carcajada, uno de mis tíos.

— No, tío — negué con una sonrisa falsa —. No es culpa de él que usted mida un metro cincuenta. — imite su carcajada.

Rápidamente desvaneció su sonrisa, me termine ganando varias miradas de desaprobación.

¿Y me importaba? No, para nada.

— Bueno, bueno — hablo mi mamá —. Él es el novio de mi hija, es un chico encantador. — sonrió.

— Mucho gusto — les sonrió Valdo —. Soy Osvaldo.

— Dios, prima — me miró —. Tu novio es jodidamente guapo. — dirigió su vista a él.

No estaba celosa, simplemente que ella era muy... muy así.