-𝐒𝐨𝐥𝐨 𝐍𝐨𝐬𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬- (El Mariana X Tú)

35(2/2). Eso y más

_______(tú):

En repetición me salía el clip de ella, ya todos empezaban a especular una supuesta relación entre ellos. No soy de esas personas super celosas, pero esta vez así me sentía. 

Durante todo el stream no fue capaz Osvaldo de ponerle un límite y dejo que ella siguiera coqueteándole. No le voy a reclamar nada, no es mi novio. Pero, joder, me molestaba tanto.

Y al fin llegó el momento que tanto quería, la videollamada con él, descolgué y le sonreí.

 — Hola, hermosa. — sonrió. 

Solo debo actuar normal, como si no hubiera visto aquel stream y todos los clips.

— Hola, Valdo. — dije lo más normal.

— Te extraño, _____. — murmuro.

— Mhm, sí... yo tambien. — me rindo, no puedo actuar tranquila.

— ¿Estas molesta? — frunció el ceño.

— No, simplemente que me siento muy cansada. — termine por decir.

— Oh, entonces te dejo descansar. — dijo.

— Hablamos luego, adiós. — solté.

[...]

Osvaldo/El Mariana:

— Sí, te quie...

 Colgó.

Tengo cierto presentimiento que esta molesta, y se que la cague por completo.

Pase mis manos por todo mi rostro y suspire frustrado. No lo dude más y le llame a Samy, ella sabrá que es lo que le molesto y como puedo disculparme.

— Osvaldo. — habló.

— Hola, Rivis. — salude.

— Ya se a que se debe tu llamada. — rodó los ojos.

— La cague, ¿verdad? — fruncí los labios.

— La super cagaste, Osvaldo — dijo negando con la cabeza —. ¿Qué te dijo? 

— Eso es lo peor de todo, que no me dijo nada — dije frustrado —. Solo me dijo que se sentía cansada y que habláramos luego, no me dejo ni terminar de decirle que la quiero y me colgó. — lloriquee.

— Ya hasta prepare mi lista de todo lo que tenías que haber hecho en su momento y no lo hiciste, pendejo. — volvió a rodar los ojos.

— Suéltalo. — recargue mi cabeza en la encimera de la cocina.

— Primera wey, dejaste que siguiera con su royo que hacen llamada y eso; segunda, dejaste que te coqueteara todo el tiempo; tercera, tanto dices que te caga y ahí andabas de perr... — la interrumpí.

— Ya entendí, Rivis. — me exalte.

 — ¿Seguro? Ahí tengo más. — rio.

— No te rías. — la mire mal.

— Es que estás bien pendejo, Osvaldo. — soltó una carcajada.

— ¿Y ahora qué hago? — cuestione —. No quiero que siga enojada cuando venga. — murmure.

— ¿Va venir? — sonrió.

Me maldije, era un secreto y ahora ya lo sabe Samy. 

— No, no dije nada. — trate de arreglarlo.

— No, no, ya hablaste — me señalo —. Solo porqué no quiero que se la pase mal aquí, te voy ayudar, además la quiero conocer. — sonrió.

— Pues vas Rivis. — baile en mi lugar.