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»Pero te sucede cuando eres joven. Te sucede cuando tu cerebro ni siquiera ha terminado de madurar del todo, cuando apenas has experimentado nada. Lo peor es una de las primeras cosas importantes que te sucederán en la vida. Te sucede, y te llega hasta el fondo de los sentimientos que conoces, y al llegar allí abre una brecha enorme para hacerse hueco. Y como eras tan joven, y como era una de las primeras cosas importantes que te sucedían en la vida, ya siempre vas a llevarla dentro de ti. A partir de entonces, cada vez que te suceda algo terrible, el sentimiento no se frenará antes de penetrar tan hondo, sino que te llegará al corazón. 
Alarga un brazo por encima de la minúscula mesita de té y por encima de las galletas, y toca la mano de James.
 —¿Lo entiendes? —le pregunta mirándolo a los ojos—. Para estar con Reggie y tienes que entender eso. Mi hermano es la persona más cariñosa, atenta y altruista que vas a conocer en toda tu vida, pero lleva dentro una tristeza y un dolor tremendos, y es muy posible que jamás llegues a entender del todo esos sentimientos, pero debes amarlos igual que el resto de su persona, porque forman parte de él. Conforman su personalidad, va todo junto. Y él está preparado para entregártelo todo a ti, lo cual es mucho más de lo que yo, ni en un millón de años, lo habría imaginado capaz de hacer. 

James dedica largos instantes a hacer el esfuerzo de asimilar esta información, y finalmente habla..

—Yo nunca... Yo no he pasado por nada parecido —dice con voz ronca—. Pero siempre he percibido en él una faceta que resulta... imposible de conocer. —Toma aire—. Pero mi especialidad es saltar desde precipicios. Esa es la decisión que hay que tomar. Yo quiero a Reg con todo eso, precisamente por eso. A propósito. Lo amo a propósito. La princesa sonríe suavemente.

—Pues entonces no tendrás problema. A eso de la cuatro de la madrugada, Potter se mete en la cama detrás de Regulus, la columna vertebral de su amado está llena de bultitos blandos; Black, que ha pasado por lo peor, y por lo peor de lo peor, y aún está vivo. Toca con la mano el bulto que forma el omoplato de Reggie, allí donde la sábana deja la piel al descubierto y donde sus pulmones, tozudos, se niegan a dejar de aspirar aire.

Un metro setenta y pico de hombre enrollado en torno a un conjunto de costillas de extrañas formas y un corazón renuente. Con sumo cuidado, pega el pecho a la espalda de su novio y ocupa su sitio. 

[...]

—Es una locura, Regulus —está diciendo Sirius—. Eres demasiado joven para comprenderlo. 

A James le pitan los oídos. Se han sentado esta mañana en la cocina de Regulus, con unos bollitos y con una nota de la princesa que dice que ha ido a reunirse con su prometido.

De repente ha entrado Sirius por la puerta, con el traje torcido y el cabello despeinado, gritándole a Reggie que cómo ha tenido el valor de infringir el bloqueo de las comunicaciones trayendo aquí a Potter mientras el palacio está bajo vigilancia, para seguir abochornando a la familia. En este momento, el americano está pensando en romperle la nariz con la cafetera eléctrica. 

—Tengo veintitrés años, Sirius —replica Reg haciendo un esfuerzo visible por mantener un tono de voz normal—. Mamá apenas tenía más años cuando conoció a papá. 

—Sí, ¿y consideras que fue una decisión sensata? —pregunta Sirius con desprecio—. Casarse con un hombre así.

—Basta, Sirius. Te juro por Dios. El hecho de que tu obsesión por el legado familiar no lo impresionara a él no te... 

—Está claro que no tienes ni puta idea de lo que es un legado, cuando permites que sucedan cosas como esta —salta Sirius—. Lo único que cabe hacer ahora es enterrar el asunto y abrigar la esperanza de que la gente de alguna manera se crea que todo esto no ha sido real. Ese es tu deber, Regulus. Es lo menos que puedes hacer.

 —Lo siento —contesta Regulus en tono contrito, pero al mismo tiempo con un toque desafiante —. Siento mucho representar una deshonra por ser como soy. 

—Me da lo mismo si eres gay. Yo soy gay también— recalca el condicional, como si Regulus no se lo hubiera dicho ya específicamente—. Lo que me preocupa es que hayas elegido esa opción, con este. —Desvía la mirada un instante hacia James, como reconociendo por fin que se encuentra presente en la misma estancia que esta conversación—. Una persona que es el blanco de todo el mundo. Me preocupa que hayas sido tan estúpido, ingenuo y egoísta como para no darte cuenta de que nos ibas a joder a todos a base de bien. 

—Lo sabía, Sirius. Por Dios. Sabía que podía desbaratarlo todo. Me aterrorizaba exactamente eso. Pero ¿cómo iba a haberlo previsto? ¿Cómo?,  además, ¡estas resentido porque Remus tiene novio! Te aviso que yo no tengo nada que ver.

—Como acabo de decir, has sido un ingenuo. Esta es la vida que nos ha tocado vivir, Regulus. Lo has sabido siempre. He intentado decírtelo. He querido ser un buen hermano, pero tú no me haces caso, mierda Ha llegado el momento de que recuerdes el lugar que ocupas en esta familia. Sé un hombre. Asume la responsabilidad. Arregla esto. Por una vez en tu vida, no seas un cobarde. Y lo de Remus no lo vuelvas a mencionar.

Regulus se repliega como si le hubieran dado físicamente una bofetada.
Potter lo comprende de pronto: así es como lo han ido hundiendo poco a poco a lo largo de los años. Quizá no de una forma tan explícita, pero sí constante, siempre implícita. «Recuerda cuál es tu sitio». De repente hace una cosa que James adora en él: saca el mentón hacia fuera y se arma de valor.

 —No soy un cobarde —afirma—. Y no quiero arreglar esto.

Sirius lo mira y lanza una carcajada dura y carente de humor. 

—No sabes de qué hablas. No tienes ni idea. 

—Que te den, Sirius. Amo a James. Y consiguete otra pija que ya te hace falta, eh.

—Ah, conque lo amas, ¿eh? —Lo dice en un tono tan paternalista que James cierra la mano en un puño por debajo de la mesa—. ¿Y qué es lo que piensas hacer exactamente, entonces? ¿Eh? ¿Casarte con él? ¿Convertirlo en duquesa de Cambridge? ¿El Primer Hijo de los puñeteros Estados Unidos, cuarto en la línea de sucesión al trono de Inglaterra? 

—¡Pienso abdicar! —exclama Regulus, ya harto, levantando la voz—. ¡No me importa! 

—No te atreverías —escupe Sirius.

—Tenemos un tío abuelo que abdicó porque era un puto nazi, de modo que difícilmente mis motivos serían los peores posibles, ¿no te parece? —el menor ya está gritando. Se ha bajado de la silla, con las manos temblando, y se ha erguido por encima de su hermano. James observa que, de hecho, es más alto que él—. ¿Qué es lo que estamos defendiendo aquí, Sirius? ¿Qué clase de legado? Una clase de familia que dice: asumimos los asesinatos, asumimos la rapiña, el pillaje y la colonización, lo lavamos todo y lo ponemos en un museo; pero, ah no, ¿de manera que tú eres un jodido maricón? ¡Eso va más allá de nuestro sentido del decoro! Pues ya no aguanto más. Ya he permitido durante mucho tiempo que la abuela y tú y el peso del mundo entero me mantuvieran maniatado, y hasta aquí he llegado. Me da igual. Puedes agarrar tu legado y tu decoro y metértelos por el culo, Sirius. Yo he terminado.

Y, lanzando un potente resoplido, gira sobre sus talones y sale de la cocina a grandes zancadas. James, boquiabierto, se queda paralizado en el sitio por espacio de varios segundos. Sirius, sentado frente a él, está inquieto y con el rostro congestionado. James carraspea, se pone de pie y se abrocha la chaqueta.

—Si te sirve de algo —le dice a Sirius —, tu hermano es el hijoputa más valiente que he conocido nunca. Y acto seguido sale detrás de su hombre.

Rojo, Blanco y Sangre Negra// JegulusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora