𝐕𝐎𝐋𝐕𝐄𝐑 𝐀 𝐕𝐄𝐑𝐓𝐄,ㅤ 𝖯𝖾𝖽𝗋𝗂 𝖦𝗈𝗇𝗓𝖺́𝗅𝖾𝗓 [EN PAUSA]

𝟏𝟖.

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❝*¹⁸. ʸᵒᵘ ʷᵉʳᵉ ʳⁱᵍʰᵗ

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𝐀𝐅𝐔𝐄𝐑𝐀 𝐒𝐄𝐆𝐔𝐈́𝐀 𝐋𝐋𝐎𝐕𝐈𝐄𝐍𝐃𝐎. Los relámpagos se habían unido a la tormenta y cada vez era más insoportable para Danna. Después de largas horas de lloros sin parar, decidió acostarse. De igual forma, lo único que consiguió fue acabar enredada entre las mantas de tantas vueltas que dio para intentar conciliar el sueño. Lo que horas atrás había pasado con su ex novio la había dejado trastocada. Su mente, más traicionera que nunca, le recordaba una y otra vez la asquerosa conversación que el rubio mantuvo con Adriana.

Andrés fue su primer amor. Sus padres nunca fueron muy permisivos con ella a la hora de tener libertad para tener novio, por eso, cuando ella les presentó al ojiazul y no tardaron ni dos minutos en acogerlo con los brazos abiertos, sintió que era especial, que eso había sido por algo; que era el indicado. Pero no sabía por qué él había decidido darle esa puñalada en la espalda. De todos modos, eso no era lo que más le dolía: su relación se estaba empezando a deteriorar, y ella ya no sentía lo de antes. Lo que más le dolía era que su mejor amiga, con la que había crecido, con la que había creado un vínculo de hermanas, hubiera sido capaz de hacerle eso.

En esos momentos se sentía insuficiente y desconfiada. Insuficiente porque la parte insegura que se había creado en ella le decía que esto había pasado porque no había estado a la altura. Y desconfiada porque la persona que más había querido hasta ese momento y a la que le habría confiado su vida, la había traicionado de manera dolorosa. Ahora sentía que no podía confiar ni en su propia sombra.

Mirando el techo, escuchó cómo su móvil vibraba en señal de una llamada entrante. Al inicio, decidió no responder: tal vez era Adriana. Se habría enterado de lo ocurrido por su ex novio y quería hablar con ella. Pero cuando la curiosidad le hizo llevar la mirada a la pantalla y ver que no se trataba de la chica, sino de Pedri, no tardó ni cinco segundos en responder. Se colocó su teléfono en la oreja después de iniciar la llamada, y sin apartar la mirada del techo, dijo:

—¿Qué haces despierto a estas horas, canario?

Intentó que su voz sonara amistosa, risueña, pero el eje apagado que tenía acoplado en sus cuerdas vocales lo impidió. Por ello, el chico notó que algo había sucedido por tal voz tan inexpresiva.

—Pensando en ti. —confesó en un susurro. Era sincero, de verdad lo estaba haciendo.

Danna no pudo evitar reír levemente, sintiendo sus mejillas teñirse de carmín. Pedri hacia cosas que no cualquiera hacía: con unas simples palabras, podía hacerte olvidar lo que le pesaba en su vida.