11. La información salva vidas

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11. La información salva vidas

Virginia Lennox

No me dejan salir de la cafetería. Cuando lo intento, el serio y Killian me agarran de los brazos y me obligan a sentarme.

Al menos, Miranda tiene la decencia de entregarme su servilleta para que pueda limpiarme la cara.

Hago lo que puedo, pero mi cabello rubio está teñido de rojizo y se pega a mi cara de forma asquerosa.

Durante el resto del almuerzo, los chicos conversan entre ellos y las animadoras entre ellas. De vez en cuando, las conversaciones de ambos grupos se juntan, pero suelen mantenerse paralelas todo el tiempo.

Las chicas solo hablan de chicos guapos, ropa y cotilleos.

Los chicos solo hablan de baloncesto y tetas.

Sinceramente, esto es como volver a Hood River. Mi grupito era así, con la única diferencia de que yo era la reina; yo era la Miranda.

Incluso teníamos a una chica de la que solíamos burlarnos, la obligábamos a sentarse con nosotros para reírnos durante el almuerzo. No recuerdo su nombre, porque todo el mundo la llamaba Casper.

Ahora yo soy Casper.

Cuando finalmente suena el timbre, la alegría no cabe en mi cuerpo. Sobre todo cuando me levanto y los trillizos no dicen nada.

Salgo casi corriendo del comedor y vuelo hasta el baño, sin importarme llegar tarde a clase. Allí, me encuentro a Frankie llorando.

Me muerdo el labio, recordándome a mí misma que soy una perra mala y que no debe importarme mientras me intento lavar el pelo. Pero, finalmente, suspiro y la miro:

—¿Estás bien?

—No —ladra, pero no dice nada más.

—¿Qué ha pasado?

—¿Te importa, acaso? ¿Le importa a alguien?

—No, de echo —hago una mueca mirándome el pelo. Mi camiseta amarilla está manchada también y no sé qué tan complicado es quitar las manchas de tomate de la ropa, pero no parece sencillo—. Si esperas a que a alguien le importe tu vida tanto como para salvarte, te morirás esperando.

Ella se seca las lágrimas, pero más vuelven a caer.

—Solíamos ser amigos, ¿sabes? —murmura— Ahora mandan a que todo el mundo me humille y acose. Los odio tanto.

Una ligera idea pasa por mi cabeza y estoy casi segura de que es acertada, pero para confirmar, preguntó:

—¿Hablas de los trillizos? —su silencio es respuesta suficiente— ¿A ti también te acosan?

Con una sonrisa agria, levanta su camiseta y baja un poco su pantalón, dejándome ver la línea de su cintura. Jadeo al ver la piel quemada en forma de corona que hay allí.

—¿Tú también...?

¿No soy la primera chica a la que se lo hacen? Malditos psicópatas.

KILLIAN (SDR 2)Where stories live. Discover now