Doce

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La mañana golpeó la habitación con su brillante luz. El ambiente era mágico, puesto que los pequeños rayos se filtraban a través de la ventana, mientras las cortinas las bloqueaban.

Las frazadas, rojas y negras, levemente iluminadas, cubrían el cuerpo de los dos amantes, quienes dormían plácidamente en la cama.

Por segunda vez en todo ese tiempo que estuvieron juntos, desde el incidente en el bar, Atsushi Sakurai despertó antes que Mei Utsunohara.

La luz golpeó levemente sus ojos, por lo cual frunció el ceño, y entreabrió el ojo izquierdo. Pudo ver a la diseñadora descansar a su lado, con una expresión despreocupada y relajada. Era la primera vez que Atsushi la veía de esa manera. El cantante sonrió con delicadeza.

Acercó su mano tímidamente a su cabello, y tomó un mechón verde con morado, algo largo. Atsushi no se había atrevido a verla dormida e indefensa, tan vulnerable y ajena a todo... Era un ángel, en toda la extensión de la palabra. Lo llevó delicadamente a sus labios, y aspiró el aroma que emanaba de él.

El aroma al shampoo del hombre se hizo presente. Tenía un aroma agradable, con notas levemente mentoladas y florales. Pero también tenía el aroma cítrico de Mei, ese aroma que lo enloquecía por completo. Volvió a aspirar nuevamente su aroma con suavidad y besó aquel mechón de cabello. Se sintió feliz.

Soltó su mechón de cabello y lo acarició suavemente en la almohada, para luego acercarse, y con dedos tímidos, acariciar en la mejilla a Mei.

-Buenos días, mi prometida... -susurró muy bajo para no despertarla.

Mei aún permanecía dormida. Estaba agotada, y se podía notar en la respiración apaciguada de la mujer. No parecía que fuera a despertar pronto, por lo que Atsushi aprovechó para darle más caricias en la mejilla.

-¿Te he dicho que te amo hoy, Mei...?

Con suavidad, se acercó levemente a sus labios, y los rozó delicadamente, para evitar despertarla.

Mei abrió un poco los labios, y Atsushi los besó con timidez. Tenía mucho miedo de que Mei se enojara y se despertara bufando, pero lo único que hizo fue recibir un beso de regreso.

-No... me has dicho... que me amas... no al menos ahora.

-No quería despertarte...

-Shhh, está bien... -Mei se abrazó a Atsushi con delicadeza, pegando su cuerpo al cantante. Besó sus mejillas torpemente, sin abrir los ojos.

-Buenos días, Mei...

-Buenos días, mi prometido...

-¿Dormiste bien?

-El baño me ayudó... -Mei volvía a ponerse somnolienta.- Pero lo que más necesitaba era sentir tu calor durante la noche.

Atsushi sintió que algo afloraba dentro de él. Una emoción que nunca había sentido con Keiko, e incluso, con Sayuri. Una emoción confusa que solo quería hacerlo llorar de alegría. Abrazó a Mei y la acunó en su pecho.

-Ahora mismo, puedo darte mi calor... Es de mañana, descansa, mi pequeña.

-Heh... Si me dices así... De verdad... me haces... sentir... como una niña pequeña...

Atsushi besó su frente.

-Ya nunca más te volveré a dejar ir, Mei.

-No... me... dejes...

Con esto dicho, Mei se quedó dormida nuevamente en los brazos de Atsushi. Él simplemente se dedicó a acariciar su cabello y acomodar su cabeza delicadamente en la de ella. Cuando hubo pasado algo de tiempo, y Mei volvió a sumergirse en el reino de los sueños, el chico cantó con voz baja:

La canción de amor que amé en abrilWhere stories live. Discover now