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El aroma de la loción de Gael se encerraba con las ventanas arriba

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El aroma de la loción de Gael se encerraba con las ventanas arriba. No era que fuera un ambiente desagradable, para nada, tan solo era importante reconocer que ese aroma también le revolvía el estómago.

Mariposas, indigestión, reflujo... ¿qué era lo que la molestaba y justo en ese preciso instante?

—¿Estás bien? —preguntó Gael dándole una miradita por el rabillo del ojo.

—Sí, sí... bajaré un poco la ventana —respondió antes de colocar su dedo en el botón correspondiente para dejar entrar una ráfaga de viento frío—. Mejor.

Un breve silencio volvió a hacerse en el auto, pero pronto se vio amortiguado por el ambiente. Una deliciosa canción, el clima que ahora se sentía templado. El presente y tenue aroma de la loción de Gael y su presencia, que no podía ser definida con otra cosa que no fuera... cómoda, hogareña, agradable.

—Bueno —trató de interrumpir su propia ola de pensamientos—, gracias por haber venido conmigo.

—Es un gusto —respondió el chico sonriendo con la mirada—. En realidad lo es, no hay de qué agradecer.

Por un instante en su cabeza se cruzó un pensamiento contradictorio, porque ella sabía que en realidad sí había. Lo había porque nadie nunca salía con ella. Era tan extraña y difusa la línea, que en realidad no sabía si era porque ella no quería o porque ellos no lo preferían.

—Quería ir a ver algunos accesorios para celular —dijo la chica. Sentía la necesidad de explicar la razón por la que lo había invitado a la plaza y sus intenciones con él.

Gael no dijo nada más. Tan solo emitió una cálida sonrisa y permitió que el hermoso ambiente volviera a tomar protagonismo.

Vaya, probablemente sería más difícil de lo que creía. Además, todas las preguntas que requería para su plan necesitaban en absoluto de una personalidad más abierta, ella estaba jugando a la chica introvertida y no sabía cómo atacar con todas las dudas que tenía en el bolsillo.

El resto del camino fue igual de tranquilo. Llegaron al estacionamiento y, nuevamente, su estómago dio un vuelco. Ahora comenzaba todo.

Ella no era alguien de plazas comerciales, no le gustaba demasiado el ambiente, ni las ofertas, las luces que eran demasiado llamativas y el ruido, sobre todo el ruido. Todo siempre estaba abarrotado de gente y uno necesitaba una compañía lo suficientemente interesante como para que todo lo anterior no te molestara.

Desafortunadamente, sentía que esta vez eso tenía, esta vez tenía ese tipo de compañía. La Navidad estaba cercana, así que la plaza decidió que también se vestiría con ese aire cálido y hogareño. Los abrazaba también entre deliciosos aromas a pan recién hecho de pequeñas pastelerías que recién se había instalado en la plaza y también de comercios que ofrecían productos especiales con aromas de la temporada.

Jenny se fue directo al mapa de la plaza para buscar la tienda de accesorios, pero pronto, Gael le colocó una mano en el hombro.

—¿No te gustaría que la buscáramos nosotros? Así podríamos pasear y charlar.

Claro, claro, ese era el objetivo de todo, charlas, sacar más información.

—Sí, lo siento, a veces soy un poco apresurada —respondió la chica con amabilidad.

Y así inició la primera vuelta, porque parecía que estuvieran eligiendo siempre el camino más largo para subir de piso. En la planta baja, los colores, las personas, el ambiente, todo era justo como en un cuento de hadas.

Jenny sentía la compañía de Gael tan cerca, que empezó a confundirlo también con las luces navideñas, con el delicioso aroma, con las chispas de las fiestas.

—Y... ¿qué es lo que estudiaste? —preguntó la chica tan solo para volver a romper el ambiente.

—Bueno, pues... contabilidad, igual que tú, me imagino.

Por supuesto, ambos eran contadores en la empresa. Qué pregunta, ¿sería acaso que estaba perdiendo el toque? Claro, quizá se debía al estrés que había sufrido en la exposición... aunque esa tampoco salió como esperaba.

Diablos, es que... ¿qué le sucedía?

—Pero me alegra que preguntaras tú, porque los contadores no somos muy queridos en todos lados. —Ahora él fue el que interrumpió su propio tren de pensamientos.

—¿Cómo?

—Sí, no somos de las profesiones más queridas.

—Pero, ¿por qué? Nos encargamos de las cosas verdaderamente importantes.

Gael sonrió de nuevo, para indicarle que estaban en la misma página. Ese tren de sobrepensamiento que siempre la perseguía, pronto empezó a disiparse, con la risa del chico como el instrumento indicado para ello.

—Bueno, generalmente las personas no adoran aquello que acompañe la palabra "impuestos", ¿me entiendes? Además, la gente no es muy fanática de los números, supongo que son demasiado cuadrados, demasiado...

—Desafiantes —dijo la chica, sin querer, sacando su tono natural.

Gael sonrió un poco y después la miró enternecido.

—La gente no es tan tonta como solemos pensar, eso es algo que he aprendido. No creo que los números los intimiden por complicados, sino por inflexibles.

—Es la magia de los números, no dejan espacio a cosas...

En ese instante percibió el tono que le estaba dando a todo y recuperó el aire tímido que imitaba.

Gael volvió a guardar silencio. Ella lo entendió, y sabía que lo había notado, pero que no le molestaba. Probablemente lo había atribuido a que ganó su confianza y entonces podía descubrir su verdadera personalidad.

—Los números son muy buenos —concluyó ella dirigiendo su mirada a otro lado para que no notara que algo la estaba atravesando justo en el corazón en ese instante.

—Concuerdo, son los mejores.

Lograron cruzar la planta baja sin que esa aura de tranquilidad los dejara y después subieron las escaleras eléctricas.

Definitivamente algo le estaba pasando, porque estaba fluctuando entre su verdadera personalidad y la personalidad que había construido alrededor de Jenny.

No comprendía la dificultad, pero le causaba dolor de cabeza pensar en voltear las personalidad, así que decidió una cosa... haría una mezcla de ambas. Así podía relajarse un poco más y obtener la información que...

—¿Te gustan los churros?

—¿Qué? —nuevamente la había sacado de su zona.

—Te invito a comer unos, sé que aquí preparan un chocolate delicioso.

Gael señaló un local cercano y ambos se acercaron. Jennifer notó el nombre de la churrería. El corazón se descontroló.

 El corazón se descontroló

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She IS DarkWhere stories live. Discover now