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Jenny tomaba un poco de vino en su impecable copa

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Jenny tomaba un poco de vino en su impecable copa. Ya se había puesto la pijama y tenía a Max y a Pícaro recargados en sus piernas.

—No se imaginan el día que tuve —les dijo dando otro sobro a la copa.

Aquello era absolutamente cierto. Todas las conversaciones, las miradas y los chismes de corredor se habían centrado en la pequeña explosión de la chica. Eso la tenía inquieta. Ya llevaba años en ese trabajo y su única misión de mantenerse con bajo perfil comenzaba a verse en peligro.

Se hundió en el sillón mientras la televisión hablaba sola. Necesitaba ruido de fondo para poder bajar la intensidad de sus pensamientos. Ahora cómo se desharía de Gael y de todas las miradas que ahora la reconocían como cercana.

De pronto, algo llamó la atención de la chica en el televisor. Los colores que se movían rápidamente, y aquellos ruidos estridentes, cumplían a la perfección con la tarea de captar la atención de quien estuviera mirando la pantalla. Volvió a acercar su copa al tiempo que leía el nombre del nuevo programa: "Trueno nocturno".

Rió después de terminar ese trago. Siempre le parecieron absurdos los nombres para todos los programas de televisión, pero ese en especial, le parecía que sonaba a programa inventado.

—Tal vez llegó la hora de dormir. —Karen se estiró para tomar el control y apagar el programa.

Apenas la imagen desapareció de sus ojos, el reflejo que estaba detrás de ella se hizo ver. Era Santoro, que la observaba con una sonrisa tranquila y los brazos detrás de la espalda.

—Qué relajantes vacaciones, parecen —expresó el hombre admirando acercándose al sillón—. Aunque... creo que no durarán tanto como lo proyectabas.

—¿De qué estás hablando? Te dije que no me sentía en forma.

Jennifer se levantó del sillón, mientras que Max y Pícaro le traían un par de juguetes a Santoro, para llamar su atención.

—Lo sé, pero un nuevo cliente me ha contactado. Este parece ser un poco diferente.

—¿A qué te refieres?

—No me creas mucho... pero tengo la sensación de que tiene algo grande planeado. —Santoro se sentó en uno de los sillones individuales que tenía la chica—. Tiene un encargo para ti, sin embargo, tengo la sospecha de que solamente es una prueba para ver si es que eres capaz de cumplir sus expectativas.

Jennifer se quedó mirando un momento a la nada. ¿Sería momento de volver?  Acomodó su cabello planchado al tiempo que tomaba uno de los juguetes de sus perros para lanzarlos.

—¡Tráiganlos, pequeños! —gritó con voz juguetona—. Tengo que pensarlo, ¿cuánto tiempo tengo?

—Mañana tienes que darme una respuesta.

Max y Pícaro corrieron hasta el fondo del departamento para regresarle los juguetes a la muchacha, sus ojos brillantes siempre llegaban justo al corazón de la chica.

She IS DarkWhere stories live. Discover now