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Botella

Botella

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F

iesta.

Eso es lo que marcaría al club de los perdedores por completo. Y se preguntarán ¿Cómo una simple fiesta marcaría a alguien?. Aquí es donde yo les contestó. Ustedes no saben la clase de magia y sentimiento que ocasiona una sola fiesta, más si aquella fiesta es con tus amigos cercanos.

Stan salía de casa directo a la de Richie donde se encontraría posiblemente a Eddie en ella.

A pesar de que la fiesta iniciaba a las 4:00 todos optaron por adelantarse un poco al ser la primera fiesta donde estaban todos juntos.

Bill arreglaba su cabello y camisa de cuello. Para su mala suerte su padre paso cerca de la puerta dejandolo a la vista.

- ¿A dónde crees que vas?.

- Con mis amigos - murmuro. Bajo las manos entrelazandolas con nervios, sus ojos divagaban por el tapiz de la pared. Como era de esperar la respiración comenzó a alterarse y las palabras que quería decir se enredaban dejando un tartamudeo presente.

El hombre se acercó con lentitud, miro con detenimiento la vestimenta de su hijo, con un gran suspiro tomo el menton del niño poniendolo aun más nervioso.

- Te arreglaste demasiado. - pronunció bajando la mano al hombro de este - ¿A donde vas? - repitió.

- Co-co-co-con unos a-a-a-a-amigos - respondió con un claro nerviosismo.

- Me han llegado rumores Bill, no vienes a casa porque te quedas en casa de otra persona. - comenzó a decir. La piel de Bill se erizo por completo al oír esas palabras, lo que temia se volvía realidad, y el fuerte apretón que su padre le estaba haciendo en el hombro no lo ayudaba a calmarse - O debería decir en casa de un chico - musito entre dientes expresando asco en lo dicho.

- Yo...

- No puedo explicar el asco que me da al saber que mi hijo pasa las noches en casa de otro chico haciendo no se que cosas.

- Es mi a-a-a-amigo.... es.... - quería decirle el nombre de Stan. Pero luego recapitulo la mala imagen que tiene este pueblo con el club de perdedores, los malos apodos, entre ellos; maricas. Una razón más para que su padre se enojara.

- ¿Amigo?, lo aceptaría si se tratara de una chica, pero no, tu pasas las noches con un chico. Debí suponer desde un principio que tu no serías el hijo que imagine, tu manera de vestir, hablar y tu maldita fascinación con el dibujo; son cosas de chicas. No quiero tener un hijo marica - concluyo. Salió de la habitación del oji verde sin importar que tan crueles fueron esas palabras o que tan profunda fue esa herida que comenzo a sentir Bill en lo profundo de su pecho.

Bill

Reaccione unos segundos después de que mi padre saliera de la puerta. Ciertamente no podía llorar, las lágrimas no salían, a cambio de eso solo podía sentir un nudo horrible en mi garganta como si yo mismo tratará de terminar con este dolor.

No somos muy jovenes para estoWhere stories live. Discover now