Capítulo 32

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Las horas pasaron hasta que anochecio, por lo que me llevaron a una celda.

En el trayecto vi a Nick y Charlie que se encontraban juntos. El niño dormia en las piernas de mi amigo, el cual estaba recostado sobre la pared.

Cruzamos miradas y solo nos limitamos a sonreirnos.

Fue un día largo, al menos una siesta no hara daño. Por más incomoda que sea.

Ingrese a la celda y me recoste en la banqueta de metal. Era fría, pero no tenia opción.

Cerre los ojos de a poco, el sueño mataria el tiempo. Es lo único bueno.

Si estas con hambre, triste, enojada, solo duerme y te olvidas de todos los problemas. Es la solución mas bella que existe.

Un sonido fuerte más bien una explosión fue lo que me desperto, abri los ojos y las luces de emergencias estaban encendidas.

Sonaba una alarma muy irritante, y se escuchaban pisadas fuertes en el piso de arriba.

—¡Nick!—grite con miedo a que algo les halla sucedido.

—Tranquila, estamos bien—respondió sereno—¡Guardias!—los llamó.

Estabamos atentos a escuchar otro ruido similar, pero esta vez fueron disparos.

Mi corazón latia a mil, imagine que serian los traficantes en busca de Charlie.

Ambos empezamos a gritar para que los soldados ingresaran, aunque era inutil.

Nick ordeno callar, él estaba mas cerca de la entrada por lo que escucho que caminaban afuera.

Temia por los tres, puede que se lleven a Charlie lo que lamentaria eternamente, pero a nosotros no nos perdonarian la vida.

Se escucharon golpes en la puerta, intentaban ingresar.

Dios mio...

Me pegue contra la pared, cerre los ojos resignada a lo que venia.

Lo intente, se que lo intente y no me arrepiento de haberlo echo.

La abrieron, se oyen sus pasos a centimetros de mi celda. El sonido de sus armas hace que me estremesca.

Mi cuerpo esta temblando, la respiración esta entrecortada y me niego a abrir los ojos.

"¡Son ellos!"

Uno de esos hombres da aviso.

Ahora si llego nuestra hora.

La reja se abre.

Desearia estar muerta antes que ellos lo hagan.

Cinco pasos, son los que hace para llegar enfrente de mi.

—¡Lucia!–escucho el grito del niño.

¡¿Qué le estan haciendo?!

Abro los ojos asustada.

No puede ser real.

Es él

Esta aquí.

—Prometi que te sacaria, muñeca—acaricia mi mejilla con una sonrisa nostalgica.

Mis labios tiemblan, que no soy capaz de emitir una palabra.

—Lucia—se acerca a la celda mi amigo junto con el niño, se los ve agitados.

Escucharlos y verlos fue mi golpe a la realidad.

LA VIDA PERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora