Capítulo 35: Final

28 2 0
                                    

La mejor noche de mi vida, no puedo evitar sonreír sin recordar como mi soldado recorrió y conoció cada parte de mi cuerpo.

Tengo inseguridades respecto a mi físico, pero Peter no dejo que eso arruinara el momento. Provoco que me sintiera la mujer más hermosa, sexi y deseada.

¡Vida mía, lo amo con todo mi ser!

Una vez que terminamos quedo hundido en un sueño profundo, yo solo logre descansar una hora.

Acariciaba su pecho descubierto con movimientos circulares de mi dedo, me gustaría que despierte para charlar, seguir besándonos o simplemente sentir sus caricias.

Una sonrisa se forma en mi rostro, intento soportar la risa al recordar que esto debo contarle a Nick. Y lo llame loco por animarme a dar este paso.

Escucho su celular sonar.

La curiosidad me gana y lo reviso, obvio pongo la huella digital de Peter que ni cuenta se dio.

Un mensaje de...

Rocío.

Ruedo mis ojos al leer su nombre, de verdad me irrita que aún hable con ella.

Lo abro para ver que tanto conversan.

Cami ya se durmió, el audio que enviaste fue de ayuda.

Que tonta.

Estoy comportándome como una niña, cuando deje a la pequeña sin su padre. Todos por mis problemas.

Delfi.

Mi hermana debe estar preocupada por mi paradero, seguramente no tiene idea de lo que sucede.

Ya que Peter duerme y nada parece despertarlo, decido llamarla. Se alegrara al saber de mi.

—Hola, Peter

Su voz se oye distante, un poco molesta.

Hermanita, soy Lucia.

Hablo feliz, casi chillo por la alegría de escucharla.

—Gracias a Dios, estas bien. Me estaba muriendo sin saber que te harían.

—Ay, mi hermana me extraño. Puedes quedarte tranquila, estoy con Peter y nada me sucederá

Lucia, escúchame con atención.

Su tono de voz parece temeroso. Algo malo paso.

—Debes huir, llegaran al amanecer. Andrés y todo el ejercito van para allá.

—Es imposible, nadie sabe donde estamos.

—Un motel a orillas de la ruta; Peter envió la ubicación al teléfono de Andrés.

Trague grueso y mis manos empezaron a temblar, gire despacio a observar al hombre que dormía plácidamente en la cama.

—Seis meses de prisión para ti, un mes bajo fianza a Nick y veinte años de condena al niño Charlie. No confíes en ellos.

Cerré los ojos con fuerza, mientras sentía como las lagrimas se deslizaban por mis mejillas.

Desearía que esto fuera una mentira, porque me es imposible comprender su traición.

LA VIDA PERFECTAWhere stories live. Discover now