Capítulo 23

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Rubén se levantó exactamente a las nueve de la mañana encontrándose solo en la cama. Miro a todos los lados buscando al causante de su cansancio matutino, pero no dio con su presencia.

Un sentimiento de tristeza se instaló en su pecho, doliendo de una manera casi horrible. No quería creer que Samuel se había ido sin levantarlo o sin ni si quiera darle una mínima explicación.

Pegó un salto cuando escucho un gruñido proveniente de su sala, al igual que un estruendo que indicaba que algo se había caído. Suspiro tranquilo cuando escucho la voz de Sam acercarse, así como también notó su móvil y su billetera en la mesa de noche a su lado.

-Me cago en...- se quedó callado al cruzar miradas con un adormilado Rubén- Hola

-Hola- el castaño le sonrió sentándose con dificultad- ¿Llevas mucho tiempo levantado?

-Solo unos minutos

Sam camino sin mirarlo hasta la mesa de noche en donde estaban sus cosas, tomándolas y metiéndolas a los bolsillos de su pantalón. Fue ahí cuando Rubén cayó en que el chico estaba completamente cambiado y listo para irse, pero prefirió creer que era porque había preferido cambiarse para cuando el despertara.

-¿Quieres desayunar? Puedo prepararte unos panqueques especiales que seguro te encantan

-No sé, es que...- se sentó en la cama soltando un suspiro- Tengo algunas cosas que hacer desde temprano...

-Sam- el pelinegro lo miro de reojo- ¿Pasa algo?

Claro que pasaba, y pasaba demasiado en la cabeza de Samuel justo en ese momento. La idea de haber perdido el control el día anterior, no solo caer en la tentación de besar a Rubén sino además acostarse con él, lo estaba atormentando de una manera que le hacía faltar el aire.

Se había dejado claro que no podía demostrar sus sentimientos ante el castaño, tenía que ser fuerte y no caer, aguantar las ganas que tenía de tenerlo a su lado. No porque no lo quisiera, sino porque no le podía dar lo que él se merecía.

Samuel no se sentía listo para una relación, mucho menos a una en donde le traía los recuerdos de su asqueroso pasado que tanto odiaba. Además, ahora estaba Frank, el recuerdo físico de la peor época de su vida que ahora lo atormentaba en el presente.

-Oye- sintió las manos de Rubén abrazarlo por detrás- ¿Estás bien?

-Yo...-mordió su labio sin saber si seguir hablando- No sé si lo que hicimos ayer estuvo bien

-¿Qué?- el castaño se apartó de golpe mirándolo con el ceño fruncido

-No te confundas, claro que quería hacerlo, pero...no quiero dañarte Rubén, no quiero crearte ilusiones y luego no darte lo que te mereces, no cuando mi pasado aún me atormenta y solo causaría que te lastime

-No entiendo de lo que me hablas

Sam suspiro, dejando caer su cabeza hacia adelante antes de acomodarse de lado en la cama, viendo directamente a un Rubén que estaba entre molesto y confundido. Si iba a ser un gilipollas al menos le debía una explicación

-Antes era como tú, un otaku, que no le importaba lo que otros piensen de él, que no se ocultaba y que se sentía orgulloso de lo que era

-¿Qué pasó?

-La vida...supongo- Sam bajo la mirada- Recibí muchas burlas por ser como era, al principio no me importaban, pero poco a poco estás se hicieron más intensas y venían acompañadas de golpes o bromas hirientes- se pensó si decir lo siguiente, y decidió que si- Incluso...termine en el hospital, casi muero

||Maldito y sensual otaku|| 💮Where stories live. Discover now