bisou

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Después de darle un último vistazo a los apuntes en su cuadernillo y la información que contiene su portátil, Jaehyun se levanta de la solitaria mesa de estudio en la biblioteca y camina hacia las estanterías de libros, guiándose un poco con los carteles que indican las secciones para encontrar lo que busca.

Mientras pasa junto a las estanterías, se detiene en la sección de novelas cuando observa a una joven que intenta alcanzar un libro a base de pequeños saltos, levantando la mirada hacia donde quiere llegar se da cuanta de que realmente está algo alto para alguien con una estatura baja como ella. Le recuerda a una de sus hermanas.

Se acerca despacio a la chica, cuidando no asustarla.

—¿Necesitas ayuda? —Ofrece con una una amable sonrisa cerrada. Ella lo mira avergonzada, pero asiente.

—Sí, gracias. Estuve intentando bajar un libro, pero no puedo llegar —Pucherea.

Jaehyun pregunta cuál de todos esos libros es el que necesita y la chica señala con su mano tímidamente, sin darle un título. Con sólo estirar su brazo puede llegar a la repisa, vacila un momento antes de tomar dos de las novelas porque no está muy seguro de cuál de ellos es el que apuntó correctamente la chica.

Extiende ambos libros hacia ella, uno en cada mano, y pregunta—: ¿Cuál de ellos?

La joven toma la novela en su mano derecha, sonriente.

—Se lo agradezco mucho —Dice la chica, realizando una reverencia para luego marcharse.

Jaehyun mira el libro que quedó en su mano antes de pensar devolverlo a su lugar, sonríe nostálgico cuando lee el título. “Labios rotos”. Es una traducción permitida de un autor extranjero, un libro que su novio leyó hace unos años y que, según éste le iba contando, trata sobre un amor peculiar y especial que se encuentra cuando menos se lo espera, donde el protagonista invita a su amado a otorgarle sus labios rotos, una metáfora al dolor en su corazón que tanto guarda, para que pueda besarlos y sanarlos, prometiéndole cuidarlos con todo su amor. A su chico le gusta mucho leer, aunque siempre es tarea difícil que encuentre un libro que despierte verdaderamente su interés, pero justamente éste lo había fascinado.

No obstante, la emoción en sus recuerdos no está relacionada con las pequeñas reseñas que el pelinegro de, en ese momento, dieciséis años le contaba, sino segundos después de que haya terminado de leerlo completamente.

Jaehyun decide llevar el libro a su departamento, lo leerá.

Continúa con la búsqueda del libro que necesita para su trabajo y después de encontrarlo vuelve a su mesa. Deja ambos materiales sobre la mesa y coge su móvil, su sonrisa se ablanda mientras marca ese número alternativo.

Hola, soy Han Taesan. En este momento no puedo responderte, pero déjame tu mensaje después del tono.

Beep.

—Encontré uno de tus libros favoritos, ¿crees poder adivinarlo? —Pregunta, como si pudiera tener una respuesta. Le da unos segundos antes de hablar nuevamente—. ¿Recuerdas ese libro que tanto te gustó, labios rotos? —Su sonrisa revive—. Bueno, yo recuerdo lo que pasó cuando al fin lo terminaste.

Jaehyun frunce sus labios, aburrido de seguir viendo la mediocre película que su profesora de historia le recomendó a su curso como tarea. Se remueve en el sofá de dos cuerpos, buscando una nueva posición que le brindara mayor comodidad para continuar con los veinte minutos de película que le faltan.

Unos segundos después se queda quieto, apoyando su cabeza en el hombro de Taesan, quien lo ignora olímpicamente mientras lee un libro, “Labios rotos”. Notó luego de unas semanas de conocerlo que la lectura era su segundo pasatiempo favorito, después de la fotografía claramente, pero durante este año que lleva a su lado también se ha dado cuenta que es un lector quisquilloso porque sólo unos pocos libros han pasado por sus manos y su mente.

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