manquer

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Un cielo oscuro, vacío y turbio se adueña de la noche. La melancolía de la naturaleza acompaña los sentimientos que alberga en su pecho alrededor de un mes.

Jaehyun esconde sus manos en los bolsillos de su pantalón a medida que las siente inquietas, sus iris cafés miran perdidamente el movimiento lento de sus pies que pasean sobre la vereda, una canción se reproduce desde los auriculares inalámbricos que lleva en sus oídos mientras camina sin rumbo bajo las luces pálidas de la avenida.

Después de haber salido de la universidad, hace ya más de una hora atrás, se ha pasado deambulando por las calles en donde hace sólo un tiempo tuvo una preciosa compañía, disfrutando de los recuerdos que llegan a su memoria y contentan su corazón con dulzura, aunque sea por una brevedad. No quiere volver a su departamento todavía, lo evita porque no quiere estar solo, porque Riwoo últimamente casi no está ahí y el silencio es doloroso, no lo soporta.

Absorto en esa marea de pensamiento, en esa sensación fea que se expande como veneno por su pecho, no se percata en qué momento sus pies dejaron de andar para quedarse plantado en algún lugar. Levantando su mirada, se encuentra con una alta estructura de color azul petróleo a unos pasos de él.

Sus dedos se retuercen y los latidos de su corazón se aceleran tan pronto logra reconocer el lugar; el complejo de departamentos en donde vive Taesan.

Rápidamente su mente le dice que no lo haga, negándose rotundamente cuando él empieza a avanzar hacia el edificio. Debería de obedecer a su razón, darse la vuelta e irse, porque ésto no hace más que avivar su angustia, pero él quiere intentarlo, estar más cerca de Taesan, así que saca una de sus manos del bolsillo y empuja la puerta de cristal para ingresar.

Su pecho se baña en la sensación nostálgica, esa emoción y alegría que siempre tuvo cuando visitó a su novio cada que tenía la oportunidad, rememorando las veces en las que sólo un rato de visita se convirtió en todo lo que restaba del día y Taesan siempre con una hermosa sonrisa le ofrecía quedarse a dormir. Las horas a su lado siempre pasaron volando, entre mimos y besos.

Jaehyun entra al ascensor y presiona el botón del cuarto piso.

Nunca hubiese imaginado pisar, por segunda vez, las instalaciones en una circunstancia como ésta. Su relación siempre fue tranquila, simple y probablemente precoz desde el primer momento en que se conocieron, convirtiéndose en muy buenos amigos desde pronto debido a sus personalidades similares. Las cosas fluían libremente entre ellos, un amor joven e inexperto que creció hasta ser profundo, siendo la primera vez del otro, y sin importar cómo fuesen las cosas, siempre estuvieron para el otro y las cosas se arreglaban con una charla en donde luego terminaban con sus extremidades enredadas y un dolor en el estómago que provocaba sus imparables risas.

Las puertas del ascensor se abren, sus piernas tiemblan ligeramente cuando sale del interior y su estómago se apreta con fuerza mientras camina por el pasillo, acercándose a la puerta con las letras B-16 en dorado. Se detiene frente a ésta y alza su mano, pero no se atreve a tocarla, algo no lo deja. Culpa.

Su otra mano busca su teléfono en el bolsillo y llama.

Hola, soy Han Taesan. En este momento no puedo responderte, pero déjame tu mensaje después del tono.

Beep.

—Estoy frente a tu puerta y no me animo a tocarla... —Sus dedos acarician la blanca madera, la canción que suena solamente intensifica ese sentimiento lastimero. “Te dejaré algunas palabras debajo de tu puerta”—. No puedo esperar a que me abras, por más que quiero abrazarte y decirte todo lo que no he podido... ¿Esto no puede ser como aquella primera vez?

Mensajes de voz ━━ DDINGDONGZ.Where stories live. Discover now