III ''Hogar de acogida''

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La tarde caía en tonos cálidos sobre la ciudad cuando Hannibal Lecter se sumergió en la tarea de movilizar la adopción de Mike Schmidt. Las calles estaban llenas de una tranquila agitación, pero en su mundo interior, el silencio de su palacio mental resonaba con el eco de la reciente discusión con Will Graham.

Con una elegancia inquebrantable, Hannibal navegó por el proceso de adopción con la misma precisión con la que trinchaba un filete. Sus contactos, tejidos cuidadosamente a lo largo de los años, respondieron a sus solicitudes de manera eficiente. Mientras firmaba papeles para solicitar ser un "hogar de acogida" y realizaba llamadas telefónicas, su mente trabajaba en las complejidades emocionales que envolvían la expansión de su familia. ¿Por qué no adoptarlos directamente? Era complicado, además de que alguien estaba peleando la custodia.

La oficina donde le habían ingresado era un crisol de emociones contenidas, pero Hannibal se mantenía imperturbable. Vestido impecablemente, con un traje oscuro que realzaba su presencia, esperaba con la misma calma que había utilizado para desentrañar la mente de asesinos en serie.

La agente de adopción, una mujer de mediana edad con una mezcla de profesionalismo y simpatía, ingresó con una carpeta que contenía los detalles de la situación de Mike... ¿y Abby Schmidt? Hannibal recibió el expediente con una sonrisa educada, ocultando sus propias inquietudes detrás de sus ojos oscuros y tranquilos.

—Doctor Lecter, todo parece estar en orden. Sus antecedentes como padres adoptivos son impresionantes, y hemos recibido excelentes referencias. El proceso de licencia debería ser bastante fluido y ustedes son perfiles idóneos para las necesidades de los jovencitos. — dijo la agente, observando cómo Hannibal asentía con gracia. ¿Quién mejor para cuidar a dos niños heridos que un psiquiatra y un perfilador experto en psicología criminal y victimología?

Mientras la burocracia avanzaba, Hannibal se encontró sumido en sus pensamientos. La perspectiva de añadir a Mike a la familia planteaba desafíos, pero también ofrecía una oportunidad para la construcción de lazos más profundos. La mención de una hermana menor, Abby fue una sorpresa para el psiquiatra. Dado que Mike se negaba rotundamente a ser apartados, eran ambos o nada. Lecter sabía qué hacer.

—¿Hay alguna posibilidad de saber cuánto durará este proceso? — Hannibal estiró sus dedos largos y afilados al bolígrafo azul que estaba sobre el escritorio, acariciando este distraídamente.

—Por su historial y antecedentes, puede que..., pueda ayudarlo — Sintiendo la mirada penetrante de Hannibal, pausó cavilando cuidadosamente sus palabras, segundos que hicieron crecer el interés en las entrañas de Lecter —. La verdad me preocupa el bienestar de los jóvenes y parece que ustedes tienen un caso muy similar con Abigail Hobbs.

La respuesta de la asistente social era una rendija que Hannibal estaba dispuesto a abrir con sutileza. Manteniendo su tono tranquilo y modulado, Lecter asintió, sabiendo que estaba ganando terreno en su objetivo, aunque por dentro, eso solo aumentaba su ego y narcisismo, elevando su orgullo sobre los cielos.

—Abigail solo necesitaba un lugar seguro, la atención y cuidados necesarios además de personas que pudieran comprenderla. — Analizaba cuidadosamente sus palabras antes de que salieran de sus finos labios, evaluando las reacciones de la mujer frente él.

—Eso es exactamente lo que estos niños necesitan. — La mujer encogió sus hombros y soltó un suspiro con pesar. Su ceño fruncido marcaba las líneas de expresión de su rostro, cosas que no escapaban de la aguda vista del psiquiatra. Necesitaba sacarle la información continuando con ese enfoque sutil.

—Aun si no contara con su generosa ayuda, no desistiríamos en buscar ayudar a los Schmidt. Abigail se ha vuelto parte de nuestra familia. Incluso si un hogar de acogida es algo de naturaleza temporal, si los jóvenes quisieran quedarse, buscaríamos su adopción de forma permanente. — Las palabras de Hannibal estaban cuidadosamente seleccionadas para sonar altruistas y compasivas, pero sus ojos astutos revelaban su verdadero propósito. Buscaba obtener información sobre la misteriosa pelea por la custodia de los Schmidt, y sus palabras estaban diseñadas para despertar la curiosidad de la asistente social sin levantar sospechas.

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