VIII: ''Pesadilla''

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La tensión (en una habitación improvisada y apartada de Freddy's que utilizaron para testificar) era palpable como una tormenta que se avecinaba en el horizonte, amenazando con desatar su furia en cualquier momento. Hannibal se mantenía imperturbable en su asiento, su mirada fría y calculadora fija en Michael Flores, el agente del FBI que ahora se encontraba frente a él.

—¿Qué podemos hacer ahora, doctor Lecter? — preguntó Michael, su tono de voz reflejando la preocupación y la frustración que sentía. Sabía que estaban en una encrucijada, con pocas pistas y aún menos esperanzas de resolver el caso de la desaparición de Garret Schmidt. Para su maldita suerte, el único recurso que tenía contra Afton estaba siendo llevado a sala de urgencias de un hospital.

Will permanecía de pie junto a Michael, su rostro sombrío y sus ojos claros reflejando el huracán interno que lo consumía. La desaparición de Abigail lo había golpeado con fuerza, dejándolo con un sentimiento de impotencia y desesperación que amenazaba con consumirlo por completo. Culpaba a Hannibal, a Afton, a ese estúpido conejo y al wendigo.

—Lo único que podemos hacer es continuar con la investigación. — respondió Hannibal, su voz tranquila y serena a pesar del caos que los rodeaba. Sabía que debían mantener la calma y la claridad de mente si querían tener alguna esperanza de encontrar a Abigail con vida.

Michael asintió, aunque era evidente que la idea de enfrentarse al enemigo y sus maquinaciones le llenaba de temor y aprensión. Pero sabía que no podían darse el lujo de dudar ahora. Tenían que seguir adelante, por Abigail, por Garret, y por todos los que habían sido víctimas de los horrores de Freddy's Fazbear Pizza.

—Vamos a desalojar el restaurante y comenzar una búsqueda en los alrededores. — informó Will, su voz firme y decidida. No podían darse el lujo de perder más tiempo. Tenían que encontrar a Abigail antes de que fuera demasiado tarde. William Afton asintió con una sonrisa confiada.

—Adelante, agentes. Solo tengan cuidado con los animatrónicos. Luego de esa falla mecánica, no desearía que nadie más salga lastimado. — Afton tenía una serenidad en su semblante, en lugar de nervios o preocupación por lo ocurrido. Para Lecter, eran solo focos rojos de alerta parpadeando en su radar.

Hannibal se puso de pie, su figura imponente llenando la habitación con su presencia. El tiempo se agotaba, debían actuar con rapidez y precisión si querían tener alguna esperanza de encontrar a Abigail con vida.

—Entonces, ¿qué esperamos? —dijo Michael. Estaba listo para enfrentarse a lo que sea que se interpusiera en su camino, incluso si eso significaba enfrentarse a William Afton y sus siniestros secretos, el destino de Abigail estaba en juego y que no podían permitirse fallar.

Will se interpuso en el camino de Hannibal, su mirada firme y decidida reflejando su determinación. Tenía en mente que Hannibal estaba ansioso por colaborar, pero también tenían que priorizar la seguridad de los niños.

—Hannibal, primero debemos asegurarnos de que Mike y Abby estén a salvo. — musitó Will, su tono de voz calmado pero firme. No podían permitirse arriesgar la vida de los niños al enfrentarse a Afton sin un plan sólido en su lugar.

Hannibal miró a su esposo con una mezcla de frustración y resignación en sus ojos, pero finalmente asintió en acuerdo. Will tenía razón, pero eso no hacía que la sensación de impotencia fuera más fácil de sobrellevar. Se había encariñado con Abigail, deseaba tener en sus propias manos a quien se atrevía a apartarla de ellos, era difícil controlar su sed sangrienta de justicia.

—Tienes razón, Will —admitió Hannibal, su tono de voz tranquilo pero cargado de tensión. Se sentía impotente, atrapado en una situación que escapaba a su control. Sin embargo, era el adulto, para ello mantener la compostura por el bien de los niños se volvió su prioridad.

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