5 •| Un gramo de cliché

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Christopher

Tomo otra copa de alcohol antes de hacerle frente a mi nueva realidad.

Soy padre de dos niños.

«Maldita sea»

Nunca pensé en ser padre tan pronto. Tenía pensando disfrutar más de nuestra privacidad hasta decidirme en preñarla para que le sea imposible irse con un hijo mío en el vientre.

«No es uno, son dos»

Mi ego se infla al caer en cuenta que le hice dos bebés. Dos Morgan.

«Christina» Esa niña va a ser mi jodido karma, en cuánto sus ojos se encontraron con los míos perdí el sentido de todo. Sacó el característico gris de los Morgan, la primera mujer de sangre en la familia, y fue por obra mía.

«Y de Rachel»

«Owen» Es mi viva imagen, el crío maldito ni me reparó, estaba más concentrado en acurrucarse contra el cuerpo de Rachel que los extraños a su alrededor. La heterocromía lo hace ver con un aire calculador a su corto tiempo de nacido, desde ya demuestra que va a ser el tipo de persona que con una simple mirada intimida y deja a los demás rígidos en su lugar.

La combinación de Rachel y mía es una maldita explosión.

Sonrío mientras me encamino hasta la fuente del bullicio. Todos están más que felices con los mellizos, Alex siempre ha querido nietos y para su desgracia le toqué como hijo, pensaba en retrasarlo más pero no siempre tengo el control de las cosas.

Mis hijos son la prueba de ello.

Me dejo caer en el sofá junto con Rachel. Es una tortura no poder tocarla a mi antojo pero tenerla cerca es como volver a respirar de nuevo. «Un maldito alivio»

—Owen —llama a nuestro hijo que está más concentrado en ignorar a todos—. Mira a papá cariño, por favor.

Al instante obedece y como si me conociera desde siempre, fija sus ojos desiguales en mí. Me extiende sus pequeños brazos pidiendo que lo tome y con desconfianza lo hago.

—Lo reconoce —dice Reece sonriendo.

—Si... le mostré fotos a ambos de Christopher.

Carraspeo acomodando al niño en mi regazo.

—Christopher con un bebé, pensé que moriría sin ver ésto —comenta Alex y creo que le dará una parálisis facial de tanto que sonríe el muy pendejo.

Parece que hubiera ganado la lotería.

—Ésta niña es una completa antipática —niega Regina con una Christina molesta en sus brazos—, cómo toda una Morgan, sigue así cariño —la felicita como si ella entendiera.

Rachel mira su reloj de forma repentina y abre sus brazos en dirección de nuestra hija.

«Nuestra hija»

—Es hora de que ésta señorita, coma —avisa.

—¿Les estás dando pecho? —se interesa Regina y la imagen de Rachel soltando leche de sus tetas me pone a salivar y con la verga tiesa.

—Por supuesto —responde ya con la niña en brazos—. Ambos son adictos aún.

—Igual que Christopher... —se mofa Reece.

—Déjame guiarte a una habitación para que los alimentes, no debes hacerlos esperar —opina Alex cómo siempre de metiche.

—Yo lo haré —lo aparto con Owen en brazos.

•| 𝑨𝒈𝒐𝒏𝒊𝒂 |• Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin