13 •| Heridas del pasado

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Dedicado a Marielkysgarcia

Rachel

—Suéltame Death.

Resopla obedeciendo.

—Tenía mucho tiempo sin verte, lindura.

—Igualmente —suspiro con pesadez acomodándome la chaqueta.

—Tengo órdenes de llevarte de vuelta a High Garden. Así que camina.

Me cruzo de brazos siguiéndolo.

—¿Tomaste la mochila no es así?

—Por supuesto —sonríe divertido—. Te seguí desde que saliste de la mansión, por alguna razón Legión me mantuvo vigilando el lugar desde tú llegada y no se equivocó al decir que podrías intentar salir sin su supervisión.

—No es mi maldito niñero —escupo ocupando el asiento del copiloto.

—Por supuesto que no pero no duda cuando se trata de tú seguridad —cierra la puerta rodeando el auto.

Tomo la mochila que se encuentra en los asientos traseros dejándola sobre mis piernas.

—Sé que no me debes explicaciones a mí pero ¿qué carajos hacías reunida con el líder de los halcones negros?

—Tú mismo lo dijiste, no te debo explicaciones.

Hace una mueca como si lo hubiese abofeteado.

—Legión no estará contento.

—No vivo para que esté contento. ¿Ya le dijiste, no es así?

—Solo le dije dónde estabas, y con quién pero sin darle un nombre.

Genial.

—Y por supuesto que no estaba feliz.

—No esperaba una reacción distinta.

El resto del camino resulta la calma antes de la tormenta.

Me desea buena suerte una vez nos encontramos fuera de la mansión Morgan. La ama de llaves me recibe y me hace saber que los niños se encuentran en la habitación del Coronel con Reece y que Christopher me espera en el despacho.

Le encargo la mochila sacándome la chaqueta y dejando el sobre en mi bolsillo. Abro la puerta hallando a un Christopher ebrio y enojado.

Tomo asiento frente a él y su mirada me escanea entera.

—¿Dónde. Estabas?

Las palabras salen con agresividad de su boca. Se impacienta golpeando las palmas de sus manos contra la madera del escritorio.

—¿¡Dónde mierda estabas, Rachel!?

—No me grites —le advierto.

—¿Qué no te grite? Debería marcarte el culo a punta de azotes por andar viéndote con dios sabe quién carajos.

Se pone de pie de forma abrupta empinándose la botella de alcohol. El olor que desprende me hace fruncir la nariz por lo mucho que abruma, su camisa está desabrochada dejando ver los tatuajes en su pecho y cuello. Tiene la mirada totalmente oscurecida y un aspecto tan ido, cómo furioso.

—¿Dejaste que alguien más tocara lo que es mío? —sisea con los ojos flameantes.

Tira la botella contra el piso causando que de un respingo.

—¡Contéstame, maldición! —se hala el cabello con brusquedad.

—Calmate...

—¡No se me da la gana! —grita—. ¿¡Dejaste que otro tuviera lo que me pertenece cuando apenas y me dejas tocarte!?

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