20 •| Jugada final

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Rachel

Beso la frente de mis bebés una última vez. Se encuentran sumidos en su tarea de abrir la boquita cada que Regina les acerca la cuchara. Se ofreció a darles de comer y no protesté ya que estoy por irme.

Todo debe suceder en cuestión de horas y para que eso suceda; debo exponerme.

Los nervios de a poco se van volviendo un cúmulo de emociones encontradas. La posibilidad de no volver a verlos me carcome pedazo por pedazo, debería sentirme segura pero no lo estoy.

No puedo sentirme así cuando soy la carnada para coger al tiburón.

Les doy una última mirada y Regina me dedica un asentamiento firme. «No dudes»

Reteniendo un suspiro me prometo no hacerlo.

Tomo las llaves del Aston asegurándome de sacar mi móvil y marcar el número del Coronel una vez que abordo el auto.

—¿Estás bien? —su voz inunda todo el espacio ofreciéndome una dosis de tranquilidad que no dudo en tomar.

—Si... Voy de camino.

—Bien, ya sabes que hacer, no cortes la llamada.

—Vale —murmuro observando los autos tras de mí.

Justo cómo Ali aseguró. Dos Ranger Rover me siguen.

—Los autos están detrás de mí —aviso.

—Todo bien siempre y cuándo no se acerquen tanto a tí ¿vale? Si eso pasa, pierdelos.

Tarareo una afirmación.

La emoción del momento manda descargas de exitación por todo mi cuerpo.

«Que empiece el juego»

Narrador Omnisciente

“Malditos sean aquellos que crean que una jugada final se ejecuta sin la pieza más importante. Nada ni nadie, es tan poderoso como la reina que domina el tablero, a éstas alturas del partido... ya deberían haberlo comprendido”

Dicen que las cosas no siempre salen cómo uno las espera.

Éste es el caso del Líder de la Pirámide.

Antoni Mascherano. «Encanto siniestro con acento italiano» El bioquímico conocido por su perpetua inteligencia, su atrayente aura y su porte elegante.

Su mano derecha y fiel amigo ha jugado a un bando que no es el suyo y está por descubrirlo.

Ali Mahala. El Líder de los halcones negros, hombre de pésima reputación y aspecto tan tenebroso cómo excitante, de corazón ennengrecido y espíritu muerto. Aparenta todo lo que no es, y no, no quiere decir que sea un santo caminando entre las tinieblas y disfrazándose de demonio; no. Es alguien sumamente sádico y de temer, no es recomendable usar la palabra "santo" en una misma oración con su nombre.

Nadie conoce al hombre de aspecto macabro en realidad. El día en el que el amor de su vida decidió abandonarlo a causa de que el maldito dolor propasó cada célula de su cuerpo, su espíritu se fue con ella. No lo quiere de vuelta, no lo desea si ella no regresa con él. Es consciente del nulo amor que pudo llegar a sentir la inocente Emily por él pero conserva la escasa esperanza de que al menos su alma conservaba un apice de cariño por él antes de descansar.

La culpa de haber estado presente en cada momento de su desdicha, lo carcome hasta el día de hoy. La vió morir en silencio y ni siquiera lo supo.

«Cómo no hubo sangre no creyeron en la agonía que me consumía...»

•| 𝑨𝒈𝒐𝒏𝒊𝒂 |• Where stories live. Discover now