12 •| Encrucijada

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Dedicado a KamileGutierrez🦋

Rachel

Todo lo dicho anoche me llega de golpe.

Lo supo todo éste tiempo y aún así no lo dijo.

Su egoísmo pudo más que su amor por mí.

No sé ni porqué consigue sorprenderme.

Supongo que de alguna extraña forma no deberían decepcionarme sus acciones.

Me sigo cuestionando el porqué no simplemente darle un alto a todo ésto y evitar lastimarnos aún más el uno al otro en el proceso.

Y la respuesta se encuentra frente a mis narices y no de forma literal.

Christopher no aparta la mirada del portátil mientras los mellizos reposan en su regazo. Han permanecido así toda la mañana. Se despertaron juntos, los cambió, les dió de comer y me susurró un «vuelve a dormir» al oído, ésta mañana cuando el primer llanto resonó en la habitación.

No protesté porque me encontraba muy cansada. Sigo estándolo pero no puedo permitirme llorar bajo las sabanas sin descanso a causa del caos que se hace llamar mi vida amorosa.

Ojalá pudiera

Pero la realidad es que no.

Aparto el plato medio lleno sin poder consumir un bocado más. El mensaje con las coordenadas del lugar donde se hará el encuentro me fue recibido hace unos días y la fecha pautada es ésta así que debo idear la forma de salir sin ser vista o al menos sin que Christopher esté al tanto.

-Hoy trabajaré hasta tarde. Partiré hacia el comando en unos minutos y volveré a altas horas de la noche, ya que tengo mucho trabajo por hacer ¿eso está bien?

Su pregunta logra sorprenderme así que trato de disimular encogiéndome de hombros.

-Supongo.

Se pone de pie dejando a los mellizos en su coche y arreglándoles el chupo en sus bocas antes de besar sus frentes y girarse hacia mí. Deposita un beso tan fugaz en mi mejilla que no me da oportunidad alguna de protestar.

-Llámame si necesitas algo.

Tuerzo los ojos.

-No te necesité durante el embarazo, un parto doble y 7 meses de crianza, dudo que te necesite ahora -mascullo entre dientes.

Una risa es lo que obtengo de su parte.

-Eso de estar a la defensiva no es lo tuyo, nena.

Con eso último desaparece por el pasillo dejándome sola con nuestros hijos.

Sabe que su jodido «nena» es una jugada sucia, pero muy sucia.

Un suspiro involuntario se me escapa y mis hombros se hunden con pesadez.

Estoy tan exhausta de no poder ser nosotros mismos. De no poder besarlo en cada oportunidad que tengo ni tampoco de decirle lo mucho que lo amo. Cuánto lo extrañé durante el embarazo o mi experiencia en el primer ultrasonido que tuve. Cuando Christina hizo una especie de baile de la victoria cuando cociné algo comible y sin peligro alguno de ingerir e ir a parar a urgencias. O la vez que Owen literalmente incitó a su hermana a gatear una vez que él ya lo había logrado.

Tantas cosas, tantos momentos perdidos que no se repetirán y que estoy segura de que hubiese amado vivirlos.

Todo hubiera resultado diferente si él no me hubiese hecho huir de esa forma. Si yo no hubiera permitido todo lo que permití en ese tiempo, si él no hubiera callado sus sentimientos por mí... Pero existe la posibilidad de que los mellizos no hubieran nacido. No en ese momento.

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