2: Mark

79 9 4
                                    

Unas horas más tarde, Gordo estaba entrando al garaje luego de revisar a Joe y que él contara que había conocido a un chico que era bastones de caramelo y piña, y épico y asombroso.

Pero el brujo no tendría tranquilidad estando los Bennett en el pueblo y debería saberlo.

—Gordo —escuchó que Ox lo llamaba, golpeando la puerta de su oficina.

—¿Qué? Entra —le dijo Gordo, y Ox entró lentamente, mientras Gordo divisaba a alguien cerca pero que no había entrado: en ese momento no pudo reconocerlo.

—Bueno, tienes visitas —murmuró Ox—. ¿Y puedo preguntarte algo?

—¿Qué? —gruñó Gordo.

—¿Conoces a los Bennett?

—¿Y tú cómo...? —estaba preguntando Livingstone.

—Un amigo preguntó por ti, y los conocí por un niño llamado Joe —susurró Ox.

—¿Quién...? Mark. —El gruñido de Gordo al ver a Mark Bennett en la puerta de su oficina fue más de lobo que de hombre, por primera vez en años.

—Gordo, yo... —intentó decirle Mark.

—No, tú nada —gruñó éste—. ¿Por qué lo dejaste entrar, Oxnard?

—No pensé que se llevaban mal, ni siquiera sabía que los conocías —susurró Ox.

En ese momento Gordo volvió a ver por un segundo al niño asustadizo que había conocido una vez.

—Hace años nos conocemos —susurró Gordo con suavidad—. Tranquilo. Pero nunca más dejes que entre al garaje.

—Gordo, por favor —susurró Mark, acercándose, pero se frenó y giró su cabeza de repente.

Como el brujo ya sabía sobre el buen oído de los lobos, observó en esa dirección y Ox los imitó: Tanner, Rico y Chris estaban cerca de la puerta, susurrando entre ellos.

—¿Es el mismo tipo raro amigo de Gordo que siempre lo seguía, no? —susurraba Rico.

—Sí —susurraba Tanner.

—Hace mucho no lo veía por el pueblo —susurró Chris—. Se fueron hace unos años.

—¿Ustedes lo conocen? —gruñó Ox, acercándose a ellos.

—No exactamente —negó Chris—, pero siempre seguía a Gordo cuando éramos niños: en ningún momento lo dejaba —se rió.

—Nunca me contaste eso —le dijo Ox a Mark.

—¿En qué momento se conocieron ustedes? —le gruñó Gordo.

—No tiene importancia —le dijo Mark, provocando más furia en el brujo—. No te conté porque no sabía que conocías a Gordo —le dijo a Ox.

—¿No tiene importancia? —repitió con furia Gordo, mientras sus tatuajes empezaban a brillar—. Deja a Ox fuera de todo esto, Mark: no lo metas.

—Yo lo vi primero, pero no lo elegí —le dijo Mark, mientras sus ojos se volvían naranjas—. Joe lo eligió.

—Claro que tú no lo elegiste, maldito —le dijo Gordo—. Aléjenlo de esto.

—Es especial, Gordo, y lo sabes —le dijo Mark.

—¿Y qué? Por más especial, según tú, que sea, lo van a dejar atrás igual.

—Uh, papi, hay una historia que nunca nos contaste por ahí —le dijo Rico.

—No te metas, Rico —le gruñó Livingstone.

—No fui yo quien dijo que es especial, Gordo: fue Thomas —le dijo Mark a Gordo.

—¿Por qué siento que hay algo que no me están contando? —les gruñó Ox.

El brujo y el lobo hicieron un poco la cabeza hacia atrás exponiendo su cuello, al escuchar ese gruñido, sorprendiéndose al hacerlo. Ox...

—Es un viejo drama familiar, Ox, no importa —le dijo Gordo una vez que se calmaron.

—Viejo drama familiar —repitió Ox.

—Sí —respondió Mark—. Joe... Él no tiene nada que ver —dijo, pero aunque miraba a Ox, parecía que se lo decía a Gordo—. Él te eligió. Te dio el lobo, ¿verdad?

Ox asintió, y vio la mirada llena de miedo de Gordo.

—Mark, idiota —le dijo.

—¿Sí, Gordo? —sonrió Mark, mirándolo con sus penetrantes ojos hielo.

—Esto se terminó. Vete. Deja de seguirme —le dijo Gordo, furioso.

—No lo haré y lo sabes, Livingstone. Querías que volviera, ¿verdad?

—No. Ya no somos los mismos, Bennett. Y si accedí en ayudar a Joe no fue por ti, fue porque tu querido Thomas me obligó a... —No era del todo cierto eso.

—¿Sabes qué fue lo primero que nos dijo Joe? O una de las primeras cosas, más bien —interrumpió Mark.

—Sí, idiota, él me contó —le dijo Gordo.

—Mark —lo llamó Ox—. ¿Cómo sabía cómo huelo? ¿Todas las personas tienen esos olores?

—Son diferentes los olores pero más o menos sí —respondió Mark.

—¿A qué huele... Gordo? —preguntó Ox con un deje de burla.

—Ni se te ocurra... —le estaba diciendo Gordo.

—Huele raro. Como a tierra y hojas y lluvia —respondió Mark. Qué casualidad, dijo lo primero que había dicho cuando lo conoció.

—... decirlo —terminó Gordo negando con la cabeza—. Esto se terminó acá y te lo digo en serio —le dijo mientras se levantaba, con sus tatuajes brillantes.

—¿Cómo haces eso? —le preguntó Tanner, pero su amigo lo ignoró. Agarró a Mark del brazo y lo arrastró hacia afuera, seguido de sus amigos quienes estaban a una prudente distancia.

Volver (Green Creek)Where stories live. Discover now