6: El primer domingo

70 9 8
                                    

El domingo había llegado, y los Bennett se habían reunido, porque, tradición familiar.

Mark estaba sentado en el porche, esperando, mirando. Esperaba que Gordo cumpliera y trajera a Robbie, y vería si lo podía convencer de quedarse.

A lo lejos vio a alguien, pero no se ilusionó porque notó que era Ox. Aunque... inmediatamente detrás de Ox, notó dos figuras más. Y reconocería a Gordo en cualquier lado.

—Lo obligué a que venga —le dijo Ox a Mark, luego de saludarlo.

—Mentira, tenía que venir igual para traer a Robbie —lo corrigió Gordo, teniendo a Robbie en su espalda.

—Sí, Gordo, sí —se burló Ox, y el brujo no pudo decirle nada ya que de adentro salió Joe, corriendo.

Corrió hacia Ox y saltó hacia él, chillando su nombre. Ox lo abrazó.

—¿Te quedarás? —le preguntó Mark a Gordo, ignorando a los chicos.

—No —negó Gordo—. Y lo sabes.

—Por favor —le rogó Robbie, mirándolo con esa carita: había aprendido que Gordo no era capaz de resistirse a ella.

Gordo apartó la mirada para no tener que verlo, mientras el chico se aferraba a él.

—Robbie —lo llamó Mark, agachándose a su lado. Robbie se acercó a él—, ve adentro con los chicos, ¿quieres?

—Gordo vendrá, ¿no? —le preguntó Robbie.

—Sí —asintió Mark—. Sólo déjanos solos un momento, tenemos que hablar de algo. En un rato entramos así que ve con ellos.

Robbie asintió y tímidamente entró a la casa con Ox y Joe.

Mark se levantó.

—Te adora, ¿no? —le preguntó con una sonrisa a Livingstone, refiriéndose a Robbie.

—Sí. A ti también te quiere mucho —comentó Gordo—. Pero no creas que eso hará que te ame de vuelta, Mark, no funciona así. Que Robbie nos quiera a los dos no significa nada entre nosotros.

—¿Y si Robbie nos pide que estemos los dos con él en algún momento? El día que lo trajimos aquí, tuvo pesadillas durante la noche, ¿no te contó?

—No me contó nada —negó Gordo.

—No le pregunté sobre qué eran. Me quedé toda la noche con él, pero al principio me preguntó si no podía llamarte. Le dije que no, que estabas durmiendo y que te ibas a enojar con él si yo iba a tu casa y te despertaba —dijo Mark.

—Nunca me enojaría con él —negó Gordo—. Y aunque no me gustara la idea, hubiera aceptado por Robbie. Pero no creas que avanzaste conmigo porque lo que tú y tu manada hicieron no tiene arreglo.

—¿Por qué me rechazaste el viernes adelante de tus amigos?

—¿Por qué no te rechazaría? No puedes cortejarme por medio de Robbie y pretender que acepte tu lobo el mismo día. Nunca, en realidad —le dijo el brujo. El corazón se le rompía con cada palabra.

—¿Qué te pasa, Gordo? Sigues siendo mi lazo, ¿sabes? —Mark tiró la bomba como uno de sus últimos recursos. Todo era azul—. Por más que no soportes estar a mi lado y no hayas sido el primero, ni yo haya sido el tuyo —ambos sabían de lo que hablaban: de la vez que Mark lo encontró luego de haber tenido sexo con ese hombre—, lo sigues siendo.

—Si no soportara estar a tu lado no estaríamos hablando, Bennett —le dijo Livingstone.

—Pero lo estás haciendo por Robbie, ¿verdad?

—¡Claro que lo hago por Robbie! —le dijo Gordo, casi gritándole—. Esto no tiene nada que ver contigo, ¿sabes? Es por Robbie. No soy parte de los Bennett y mucho menos soy el brujo de Thomas.

—¿Me perdonarás alguna vez? —susurró Mark.

—Idiota. Sigue soñando, Bennett. Dejarme atrás como lo hicieron no tiene perdón. Podrías haberte quedado conmigo, maldición.

—¿Y convertirme en Omega?

—Eras mi lazo, Bennett, eras mi puto lazo. Eso bastaba, bastaba para que no te convirtieras en Omega —le dijo Gordo.

-—¿Y si no bastaba, qué? No iba a arriesgarme a perder mi lazo contigo —le dijo Mark con un suspiro.

Ambos se quedaron callados por un rato, simplemente mirándose, como intentando recordarse de nuevo y ver en ellos a los chicos que eran antes de sus despedidas. Era casi imposible: ya no eran los mismos.

Aún así, Gordo seguía siendo tierra y hojas y lluvia.

—Vamos adentro, Robbie debe estar esperándonos —le dijo Mark para romper el silencio, largos minutos después. Lo hizo porque sentía que, si seguía mirándolo, no resistiría la tentación de besarlo, de recordar el sabor de sus labios.

—Vamos —asintió Gordo, y ambos entraron a la casa Bennett.

Buscaron a Robbie con la mirada, sólo para encontrarlo pegado a Kelly. Eso a Gordo no le gustó nada, no iba a negarlo. Y la verdad es que a Mark, tampoco.

—Hola, Gordo —le sonrió Elizabeth, acercándose a él.

—Hola —le sonrió Gordo—. ¿Y Thomas?

—¡Bu! —Thomas saltó detrás de Gordo, agarrándolo por atrás.

—Si crees que lograras asustarme como cuando éramos niños, Thomas, dejame decirte que no funcionará —le dijo Gordo, separándose.

—¿Cómo cuando me tenías miedo? —se rió Thomas—. ¿Y cuando yo te decía que evitarías que me coma a todo el pueblo?

-—Como sea —negó Gordo—. Separa en este mismo instante, maldito lobo, a tu hijo de Robbie —le ordenó.

Thomas miró hacia donde estaban Kelly y Robbie, y simplemente se rió.

—Hazlo, Thomas —gruñó Mark.

Thomas los miró con diversión y simplemente rió, al igual que Elizabeth. Lo divertía ver que se ponían de acuerdo por algo como antes, aunque ahora era por alguien.

Por un pequeño Beta abandonado que había robado sus corazones.

Por un pequeño Beta que había empezado a cantar una canción para unirlos, canción que ambos intentaban ignorar pero que con cada momento que estaban juntos (por Robbie, siempre por Robbie) se volvia más complicado aunque no haya pasado ni una semana.

Volver (Green Creek)Where stories live. Discover now