Parte 1

213 24 3
                                    

Oscar estaba en lo alto de la torre del parque de bolas con sus pequeños brazos rodeando sus rodillas. Normalmente estaría jugando, porque allí se podía hacer muchas cosas divertidas, pero ese día no tenía ganas.

Solo quería una cosa, pero eso no iba a suceder.

- Hola. ¿Te has hecho daño?

Oscar miró al niño que le habló. Tenía el pelo negro y se le veía muy mayor.

Oscar negó con la cabeza.

- Entonces ¿Por qué no juegas?

- Mi mama... se ha ido...

- ¿Te ha dejado aquí solo?

- No... Mi papá me ha traído.

- Entonces veras a tu mamá cuando llegues a casa.

- Mi papá me ha dicho que mi mamá ya no va a volver y que a partir de ahora estamos él y yo solos. Yo quiero que vuelva mi mamá.

- Vaya. Eso es muy triste. Pero tienes suerte. Al menos tienes a tu papá.

- ¿Tú no tienes a tu papá?

- Si que tengo papá, pero trabaja mucho y nunca está en casa. Y mi mamá... no es como las demás mamás.

- ¿Por qué?

- No se lo digas a nadie, pero ella no está bien. Tiene algo mal en su cabeza.

Oscar le miró asustado.

- ¿Y no la pueden curar?

El chico se encogió de hombros.

- Pasa mucho tiempo en hospitales, pero nunca parece estar mejor.

- Si tu mamá está enferma y tu papá trabaja todo el tiempo, ¿Quién cuida de ti?

- No te preocupes. Mi niñera es guay, y siempre que puede me trae aquí o cualquier otra parte donde me lo pueda pasar bien, así que no es tan malo. Quizá puedas venir un día con nosotros al zoológico.

- ¡Si, me gustaría! ¿Estás seguro de que está bien que vayamos juntos?

- ¿Por qué no lo estaría?

- Mi mamá piensa que no soy bueno. - Dijo Oscar triste.

- ¿Por qué dices eso?

- Oí un día a mi mamá decir que ya no quería ser madre. Creo que se cansó de cuidar de mí.

- Si tu mamá se ha ido no creo que sea por tu culpa. Seguro que es por algo de mayores que no entendemos.

- ¿De verdad lo crees?

- Claro. Y creo que vas a estar bien. Tu papá te cuidará.

- No estoy seguro... Mi papá es muy bueno, pero se le quema la comida cuando cocina, no sabe cómo poner la lavadora y siempre pierde las llaves.

El niño se sentó a su lado.

- Puede que al principio sea duro, pero poco a poco aprenderá a hacer todas esas cosas.

- No lo entiendes... Yo quiero mucho a mi mama, pero... Mi papa... Mi papa... Yo estaré bien... Soy fuerte, pero mi papá necesita que cuiden de él. Sé que llora cuando cree que no puedo verlo y yo no quiero verlo llorar más por mi culpa. ¡Si supiera que hice mal para arreglarlo y que así mi mama volviera!

- Tengo una idea. ¿Sabes el número de teléfono de tu casa?

Oscar sacó un papel del bolsillo de su pantalón.

- Mi papá me da una tarjeta cada vez que salgo de casa, por si me pierdo y le tengo que llamar.

- Esa es una gran idea por parte de tu papá.

El chico cogió la tarjeta y la miró un par de segundos antes de devolvérsela.

- ¿No te la quedas?

- No hace falta. Solo necesito ver las cosas una vez para recordarlas.

- ¿De verdad?, ¡eso es genial!

- Por cierto. ¿Cómo te llamas?

- Me llamo Oscar. ¿Y tú?

- Me llamo Dante. Ahora que somos amigos ¿Te gustaría que te ayudara a cuidar de tu papá?

- ¿Puedes hacer eso?

- Claro. Tú no te preocupes por nada. A partir de ahora te prometo que todo va a ir bien. Yo cuidaré de él y de ti.

Oscar empezó a llorar de alivio y Dante lo abrazó para consolarlo.

- ¿Aun estás llorando por que tu mamá se fue? - Dijo una voz socarrona.

El niño que se les acercó era famoso en el parque de bolas porque le gustaba meterse con los pequeños. Nunca se había metido con Oscar antes, pero había visto como hacía llorar a muchos niños.

-Carlos, lárgate de aquí y no te metas con Oscar. Él es mi amigo y no te voy a dejar que lo maltrates.

- ¿Y quién me lo va impedir?

Dante se levantó de su sitio al lado de Oscar y aunque ambos eran igual de altos, Carlos vio algo en Dante que le hizo dar un paso atrás.

- Parece que lo entiendes. Ahora vete.

- ¡Esto no ha acabado aquí!

- ¿Crees que me voy a asustar de alguien que me amenaza mientras que huye? Eres patético. Y te advierto que, como te acerques a Oscar a menos de 5 metros, te haré una cara nueva.

El chico se fue refunfuñando.

- Tienes que tener cuidado. Carlos es malo.

- Lo sé. - Dijo Dante. - Pero no me asusta. Además ¿No te he prometido que cuidaría de ti y tu padre?

Oscar sonrió por primera vez en mucho tiempo.

Unos días más tarde, Carlos acorraló a Oscar en el parque de bolas y lo martirizó hasta que lo hizo llorar.

La siguiente vez que Dante lo vio, lo golpeó hasta que le sangró la nariz y el padre de Oscar y una de las cuidadoras tuvo que separarlo del chico.

Y desde ese día, Dante protegió a Oscar siempre que lo necesitó.

La protección de un DragónTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon