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Yeji no podía evitar soltar un sollozo. ¿Como podía detener sus lágrimas, aún sintiendo ese vacío y dolor? ¿O borrando esa imagen que pasaba como un flashback en su cabeza.
Acababa de confirmar que su padre estaba casado con otro omega, y si lo sabía, era por los anillos de oro, sus padres tenían anillos de plata, nunca de oro, muchas veces veía a Jisung escoger un collar de oro por que se la hacían bastante hermosos cuando iban de compras y su papá le decía que era demasiado caro comprar un collar de oro. Era un hipócrita, a su mamá nunca le compraba nada de eso, pero a ese omega si, para hacerla rabiar más, Ryujin era su hija, su compañera era su media hermana.
Las ganas de vomitar la invadieron otra vez, y agradecía infinitamente a BangChan de no hacerle preguntas, pues el alfa vio como sus ojos estaban rojos e hinchados.
— Y uno aquí aguantando tu mierda, papá — arrojó la foto familiar que tenía contra la pared, rompiéndose, pedazos de vidrio cayendo al piso. Oculto su rostro entre sus piernas, llorando, sollozando debido a la tristeza en su corazón, ¿como podía su padre hacerle esto a su mamá? Su mamá era un buen omega, trabajador, amoroso, y comprensivo.
Minho no merecía a Jisung.
Le daba asco.
— Esto no se va a quedar así, te haré pagar papá y lo haré de la peor manera posible — gruñó Yeji, sus ojos poniéndose rojos porque no era ella la que hablaba si no su alfa interna.
De pronto la imagen de una omega pasó por su mente. Ryujin, a simple vista se notaba que era la favorita de su padre, entonces pensó en utilizarla.
Iría lentamente, como si fuese un león cazando a su presa, para después tenerla en la palma de su mano. Iba a volver a Ryujin loca, tan loca para hacer sufrir a Félix, y Minho, destruirla, y destruir a su familia de mierda. Pero una venganza no puede hacerse con una sola persona, claro que no.
Yeji necesitaría la ayuda de Hyunjin.
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Minho bajó las compras del auto mientras los niños subían a sus habitaciones para arreglar sus roperos y guardar la ropa nueva, Félix venía atrás de él, llevando unas cuantas bolsas. Ir de compras fue la mejor propuesta que su esposo pudo haber dado luego de llevar a Ryujin al oculista, pasaron una tarde en familia, comiendo, bromeando, yendo al cine y al final pasar por una tienda, Ryujin dijo que quería algo de ropa, Minho aceptó, nunca les negaría nada a sus hijos.
