💛🐝💛
1 de diciembre del 2023. Madrid, España.
Carlos
-¿Lily?
Cerré la puerta detrás de mí y coloqué la maleta del gimnasio sobre el sillón de la sala.
La casa estaba extrañamente silenciosa, lo cual me hizo fruncir el ceño.
Desde hace días, Lily había estado escuchando podcasts sobre maternidad durante todo el día, por lo que al llegar a casa y no escuchar ruido, hizo que me preocupará.
Camine hacia la escalera y grite:
-¡¿Peque?!
-¡Estoy arriba!
Suspire aliviado y subí las escaleras a paso acelerado, siguiendo el ruido de su voz.
Se suponía que la bebé debía haber nacido hace 2 días, pero al parecer, la pequeña luz de mis ojos había decidido que permanecer en el cómodo y calentito vientre de su madre era una mejor idea.
Razón por la cual, los dos estábamos estresados.
Lily estaba incómoda, le dolían las piernas, los pechos, la espalda y estaba de mal humor la mayor parte del tiempo, mientras que yo, vivía en un constante estado de ansiedad, por lo que había decidido ir un par de horas al gimnasio, ya que si no me relajaba, iba a terminar teniendo un ataque de pánico en las próximas horas y eso no podía pasar, lo que menos necesitaba ahora era preocupar a la madre de mi bebé.
-¿Dónde estás? - pregunte al aire.
-¡En el cuarto de Carla!
Caminé hasta el cuarto de nuestra hija y sonreí de lado al ver lo que se encontraba en su interior.
Mi dulce mujer estaba sentada sobre el cómodo sillón color crema que se encontraba en una de las esquinas de la habitación, teniendo entre sus manos, la infinidad de ropa que habíamos recopilado a lo largo de los meses para Carlita.
-Hola - me saludó con una sonrisa sobre su rostro - creí que ibas a llegar más tarde.
-Solo quise hacer algo de cardio - confesé y caminé hasta ella para dejar un beso sobre sus labios - ¿te pusiste a organizar?
-Si y no - acomodo un par de calcetines - me gusta ver la ropa, sentir la tela, no sé... me hace ilusión.
-Me lo imagino - tomé entre mis manos un pequeño mameluco blanco con chiles color rojo - ¿ya cenaste?
-Aún no - me miro - estuve usando el extractor, así que se me fue el tiempo, ¿qué quieres cenar?
-Pensé que podríamos pedir de algún restaurante, la verdad es que no tengo ganas de cocinar.
-De acuerdo, no tengo ganas de bajar al otro piso - se levantó del sillón sosteniendo su gran vientre - baje hace rato y subir hasta el segundo piso de nuevo fue una tortura.
Sonreí de lado y tomé su mano, guíandola hasta nuestra habitación.
Lily tomó la tela de su bata para sentarse sobre la cama; tomé sus piernas y las subí a la misma, dándoles un par de caricias en el proceso.
-¿Pizza o hamburguesa? - pregunté.
-Sushi.
-No puedes comer Sushi, peque.
-Lo sé, pero quería decirlo - hizo un pequeño puchero con sus labios y suspiró - la pizza está bien... pero que la orilla esté rellena de queso.
-Trato hecho - saqué mi teléfono del bolsillo y pedí la pizza - ¿quieres hacer algo mientras esperamos?
-Sé que te lo pido mucho, pero, ¿puedes levantar mi estómago?
Sonreí de lado y asentí.
Caminé de rodillas sobre la cama hasta ella, quitando el par de almohadas donde Lily estaba recargada y me acomodé en ese lugar, permitiendo que ella recostara su espalda sobre mi pecho.
-¿Estás cómoda? - pregunté.
-Sí.
-Bien, continuemos en ese caso.
Lily suspiró y con cuidado, baje mis manos hacia la parte inferior de su vientre, levantando este con cuidado, aliviando de manera inmediata el dolor de espalda de la ojiazul.
-Mierda... - soltó un leve jadeo.
-¿Se siente bien?
-Se siente delicioso... es casi como si fuera un orgasmo - confesó, lo cual me hizo soltar una pequeña risa.
Lily recargó su cabeza sobre mi hombro y dejó un corto beso sobre mi barbilla.
-Me parece increíble que pueda provocarte orgasmos sin siquiera tocarte de manera sexual.
-Dije que es casi como un orgasmo, no que fuera uno - me molesto.
-Es lo mismo, o por lo menos para mí lo es - sonreí y dejé un beso sobre la sien de su frente - tú me dices cuando quieras que la baje.
-Unos segundos más...
-De acuerdo - suspiré y recargué mi cabeza sobre el respaldo de la cama.
Quizás estaba algo cansado de hacer esto todos los días en diversas ocasiones; sin embargo, era consciente que estos pocos minutos eran como estar en el cielo para Lily.
Ella tenía que vivir con esta molestia todos los días, así que si yo podía hacer algo para que su dolor fuera mucho más llevadero, lo haría sin replicar.
Al final del día, ella había estado cargando a nuestra hija durante 40 semanas.
-Ya puedes bajarlo - susurro.
-Bien, ya voy - respondí y poco a poco bajé mis manos, soltándolo un par de segundos después.
-Gracias mi amor...
-No hay de que - sonreí y acaricie el costado de sus caderas - ¿te he dicho que eres la mujer más bella que he visto en mi vida?
Lily sonrió de lado.
-Sí, ya lo has dicho antes, pero por favor, nunca te canses de decirlo.
-Jamás, lo prometo.
❤️
Lily
Suspire pesadamente y apague la luz del baño para después salir de este con dirección a la cama.
-Bien Carlita - le hable a mi hija mientras me sentaba en la cama - si tienes planeado nacer esta noche, ¿te puedo pedir una cosa?
-¿Qué le vas a pedir? - preguntó Carlos desde el otro lado de la cama.
-Shh, esta plática es entre mi hija y yo.
Mi novio levantó las manos, riendo por mis palabras.
-Está bien, no me meto.
-Gracias - sonreí levemente y puse mis manos sobre mi vientre - si vas a nacer esta noche, trata de no hacerlo de una manera tan dramática, solo un par de contracciones y ya... nada de cosas complicadas.
-Peque, corazón, no creo que funcione de esa manera.
-Quién sabe, quizás pidiéndoselo de favor funcione - moví mis hombros y me recosté de lado, observando a Carlos - dejaste la camioneta en la entrada, ¿verdad?