Capítulo III

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Sergio.
Con una mano en el bolsillo del pantalón, la estudiada indolencia... una imagen que él sabía que era engañosa, ya que podría ocultar a un depredador esperando por su oportunidad para atacar.

Por un momento, Max consideró la posibilidad de darse la vuelta, pero decidió no darle esa satisfacción. Además tenía que recoger a Emilia.

¿Quería una confrontación? ¡Pues no pensaba darsela!

Alzó la barbilla y lo miró de modo decidido...lo que presumiblemente tuvo poco efecto o niguno, ya que no cambio de psotura mientrás él se acercaba.

Max irguió los hombros, enderezó la espalda y lo miró a los ojos sin temor. De acuerdo, empezaría a comportarse de un modo civilizado.

-Sergio.
-Max.

El timbre de su voz con un ligero acento se aferró a sus terminaciones nerviosas...para su consternación. No quería sentirse afectado por él,no quería que le recordara a nada de lo que habían compartido.
Lo que era una farsa, dado que la existencia de Emilia era una prueba viviente.

-Éste es un aparcamiento privado.
-Lo siguiente-Dijo alzando una ceja con un gesto de burla-Será preguntarme como he entrado.
-No tengo tiempo para conversaciones improductivas-Señalo Max mirando el reloj.

-Entonces vayamos directo al grano.
Su respuesta le dolió, pero Max decidió ignorar el gélido escalofrío que le recorrió la espalda.

-¿Y eso es?
-Mi hija-Dijo con una mirada implacable.
Max tuvo que hacer un gran gesto para mantener la entereza.
-El padre no aparece en su partida de nacimiento.
Una buena elección en aquel momentoy, tenía que admitirlo, un gesto de desafio.

-He accedido a los informes del hospital-Le explicó Sergio con una suavidad mortal-Emilia nació a término, lo que sitúa el momento de su concepción unas seis semanas antes de que abandonaras Madrid.

Sabia lo que seguía a continuación, así que cerró los ojos como si pudiera evitar las palabras que seguían a continuación.

-He pedido una prueba de ADN a un laboratorio provado-Espero un instante-Tienen mi muestra y les hace falta una de Emilia, preferiblemente en menos de veinticuatro horas-Apretó la mandíbula-Tengo los papeles necesarios para que los firmes.

Deseaba golpearlo...con fuerza, especialmente en donde más le doliera.
-NO-Dijo Max con voz tensa y mirada dura.
-¿Rechazas autorizar la prueba?
-Sí ¡Maldita sea!
-Entonces presentare una demanda por la custodia y será desagradable.

Podía contratar a los mejores abogados del país para que llevaran su caso. Eso no le soprendería. Era típico de Sergio asegurarse de tenerlo todo previsto antes de dar el primer golpe.

-Hijo de...
-Omite los adjetivos Max-Dijo alzando una ceja con gesto cínico-Llamame tienes veinticuatro horas para comunicarme la decisión.
-Vete al infierno Sergio-Dijo echando fuego por los ojos.
-Mi número de movil-Dijo tendiéndole una tarjeta-Llámame.
-No en esta vida.

El aire entre ellos empezaba a estar cargado que amenazaba con incendiarse. Sergio alzó una ceja en gesto de burla.

-Quizá quieras reconsiderarlo, dado que se dónde vives, la dirección de la escuela de Emilia, el parque al que suelen ir-Su expresión no cambio-¿Sigo?
Max sintió el pánico al pensar que pudiera presentarse sin avisar en cualquiera de esos lugares...el fecto que eso tendría sin una explicación previa.

-¿Qué vas a hacer?-Exigió Max-¿Amenzarla? ¿Secuestrarla?
-Mierda-Dijo en español con un gesto de rabia-¿Qué clase de hombre crees que soy?
Max pensó que una vez había sabido la respuesta a esa pregunta. En ese momento, ni siquiera se aventuraba a una.

En la cama de su maridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora