Capítulo IX

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Max se despertó por el sonido sordo de la ducha, registro la enorme cama, las sábanas revueltas...cerró los ojos y la memoria le obsequió una vivida imagen de lo que había ocurrido y con quién.

Por si quedaba alguna duda, su cuerpo mostraba numerosas señales para despejarlas. La menor de ellas era la necesidad de ducharse y de volver a su habitación a vestirse.

Emilia.

Buscó el reloj y después respiró aliviado. Eran las seis. Raramente se despertaba antes de las siete. La ducha se cerró y él se apresuro a salir de la cama.

¿Dónde estaba la camiseta? Miró el suelo pero nada ¿La habría recogido Sergio?

Horror, no habría sido Yuki... Era demasiado temprano, así que descarto la posibilidad ¿Entonces dónde demonios estaba?

Tenía que cubrirse con algo, así que se acercó al armario de Sergio y tomo la primera camisa que tocaron sus dedos, metio un brazo en cada manga y después volvió a la habitación al mismo tiempo que Sergio salia del cuarto de baño con una toalla en las caderas.

Ya notenía ninguna oportunidad de escapar sin que lo viera. Una sonrisa se dibujó en los labios de Sergio al ver como Max lo miraba.

-Buenos días-Dijo con voz íntima mientras se acercaba a él y lo besaba sin que pudiera hacer nada para evitarlo.

Sus ojos se abrieron por la compleja mezcla de emociones que lo asaltaba. En ese momento, se separó sus labios un instante.
-Sergio...

Interumpio su frase volviendo a besarlo y sintió más que oyó la protesta de él. Max cerró los ojos para volver a abrirlos de repente un instante después cuando una de sus manos cubrío uno de sus pectorales y le acarició suavemente el pezón antes de deslizarse por su abdomen hasta su semi despierta erección.

Su caricia era increiblemente suave, sus dedos se cerraban deliciosamente sobre ella y el ritmo era hipnotico. Sus labios lo besaban reuniendo su aliento mientras lo iba llevando por la espiral del clímax, después lo sostuvo entre sus brazos hasta que los últimos espasmos cesaron.

Por un momento, el pasado no existió mientras lo besaba, antes de soltarlo.

-Te veo muy a la moda-Recorrió el borde abierto de la camisa con un dedo-Aunque te prefieron sin nada.

Max se cerró la camisa en un ataque de pudor y se apartó de él, Sergio espero hasta que alcanzo la puerta, después advirtió con tranquilidad:
-De ahora en adelante dormirás conmigo.

Max no respondió, no fue capaz de encontrar las palabras adecuadas, así que abrió la puerta y salió de la habitación.

Fue un alivio descubrir que Emilia aún dormia. Se duchó deprisa, después se puso unos pantalones marrones y una camisa blanca, se secó el cabello, se peino el pelo de manera informal, se puso humectante en los labios y oyó que su hija despertaba.

Desayunaron en el porche cerrado y Max se esforzó por concentrarse en la animada conversación de Emilia con Sergio al enterarse la niña que después de ir a ver a Ramón irían al Aquopolis.

Si miraba a SErgio, sus ojos lo traicionarían al recordar el erótico sabor de su boca, como sus manos habían recorrido su cuerpo y le habían regalado un placer indescriptible.

Aquello no debería de haber sucedido. NO podía permitir que el permitiera saber que estaba intoxicado por el deseo de unirse a él una y otra vez en un clímax primitivo e hipnótico.

Su cuerpo le recordaba dónde había estado él y dónde volvería a estar. A menos que Max se negara, pero negarse supondría negarse así mismo.

-Mamá no esta escuchando.
Max fingió una sonrisa y siguió evitando la mirada de Sergio mientras pronía toda su atención a la niña.

En la cama de su maridoWhere stories live. Discover now