Capitulo doce.

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Casa en la playa.

Lena: Trabajas demasiado.

Kara: Lena. - Se levanta y se acerca a ella. - Deberías estar durmiendo.

Lena: Y tú a mi lado. - Pronuncia, mirándola seriamente. -

Kara: Tienes razón. - Baja la mirada. - Lo siento, pero no podía dormir y no quería despertarte.

Lena: Ven. - Kara asiente y se acerca para recibir un beso de su esposa. - Vamos a la cama.

Kara: No quiero, no tengo sueño.

Lena: No he dicho que vamos a dormir.

Kara: Lena.

Lena: - Lena toma el mentón de Kara y la hace mirarla. - Vamos a la cama. - Toma su mano y Kara la sigue hasta la habitación. -

Narración Lena:

Nos encontramos en la misma posición desde hace aproximadamente una hora. No es agotador, al contrario, se siente bien. Mucho mejor de lo que podría haber imaginado. Siento su contacto mientras me abraza, estoy encima de ella, completamente cómoda con mi ropa más relajada y reveladora, mientras ella está en pijama, uno ciertamente normal. Ella me abraza como si fuera la primera vez. Puedo sentir el latido de mi corazón, que late de la misma manera que el día que la conocí, fuerte y rápido. No hay palabras, solo el ruido de la tormenta afuera y la suave brisa que se ha colado en la habitación de alguna manera. Acaricio su cabello y la hago mirarme. Quiero admirar esos ojos, sus ojos marítimos en los que me pierdo de mil y una formas. Ella es perfecta, simplemente única, y es mía. Mi esposa. Le sonrío y ella me devuelve el gesto. Ese simple acto me da el valor suficiente para expresarme, para comunicarme con ella con palabras. Las palabras que a veces olvidamos usar.

Lena: Nunca te vayas de mi lado, nunca me dejes. Porque si lo haces, moriré, me desvaneceré en la soledad llena de recuerdos que para mí representan todo, mi pasado y mi presente. - Siento su toque, sus dedos acarician mi mejilla. - Eres mi futuro, Kara. Quiero formar una familia contigo, una diferente a la que tuvimos, una feliz. Sé que no será fácil, lo sé tan bien que incluso a pesar de las advertencias, lo deseo.

Kara: ¿Uno o dos hijos?

Lena: Dos. Quiero una niña con tus ojos. Quiero que ilumine esta casa con risas y llanto. Quiero verte levantarla mientras preparo la cena y pongo la mesa. El segundo tal vez vendrá después, cuando ella sea más grande, unos tres años. Deseo que sea más parecido a mí, un poco terco y más salvaje. Más serio que tormentoso y, sí, muy posesivo contigo.

Kara: Como su madre. - Me besa. - Su hermosa madre. - Suelta una risa.

Lena: Tengo razones para serlo, todas las del mundo.

Kara: ¿De verdad?

Lena: Sí.

Kara: ¿Y cuáles son?

Lena: Eres el amor de mi vida, eres mi luz, ese rayo en la mañana que me hace sonreír al despertar. Eres mi mar, en el cual puedo buscar refugio cuando todo en la tierra parece ser caos. Tú me cuidas, siempre estás ahí para mí, sin importar lo extraño que sea. Moriría por ti, daría más que mi vida por ti. Porque te amo, porque no concibo mi vida o el mundo sin tu presencia.

En Las Vegas, dos almas se encontraron,
Dos mujeres valientes, el amor se coronó.
En un instante, un vínculo se formó,
Un lazo eterno que nadie deshizo jamás.

Se aman con pasión, de manera admirable,
Pero las palabras son barreras infranqueables.
En su hogar, una casa en el mar,
Donde la tormenta es su cómplice al hablar.

Bajo el cielo oscuro y la lluvia que cae,
Dejan que sus corazones hablen sin ley.
Diez años de silencio, palabras guardadas,
Ahora se liberan, como letras desatadas.

En cada mirada, se encuentran los versos,
En cada caricia, se escriben los universos.
Sus cuerpos se entrelazan en poesía viva,
Mientras las olas susurran secretos al oído.

No necesitan palabras para expresar su amor,
Pues sus almas se entienden en cada rincón.
En cada gesto, en cada suspiro compartido,
Se revela el amor que han construido.

Que su historia perdure en la eternidad,
Dos mujeres valientes, unidas en la tempestad.
Que su hogar en el mar sea su refugio,
Donde las letras calladas encuentren su tributo.

Que el amor se celebre sin limitaciones,
En Las Vegas, donde nacen las emociones.
Dos mujeres, unidas por un lazo inmortal,
Dejando que el amor sea su único canal.

Este poema es un tributo a su historia,
A dos almas valientes, llenas de gloria.
Que su amor florezca y nunca se desvanezca,
En Las Vegas, donde el amor prevalece.

Narración Kara:

Mi felicidad tiene un nombre y ese nombre es Lena. Ella es mi luz en medio de la oscuridad, la razón por la que mi corazón late con fuerza. Cada día a su lado es un regalo, una bendición que no merezco. Pero no puedo evitar sentir una posesión intensa hacia ella, una necesidad de tenerla siempre cerca, de protegerla de cualquier amenaza que se atreva a acercarse.

Cuando la veo sonreír, siento que el mundo entero se ilumina. Sus ojos, profundos y misteriosos, me hipnotizan y me pierdo en ellos sin ningún deseo de ser encontrado. Su risa es como una melodía que llena mi alma y me hace sentir completa. Cada caricia suya sobre mi piel despierta un fuego ardiente dentro de mí, una pasión desbordante que solo ella puede apaciguar.

Pero hay una oscuridad en mi amor por Lena, una sombra que se esconde en lo más profundo de mi ser. Es esa posesión que me consume, que me hace querer tenerla solo para mí. No puedo soportar la idea de compartirla con nadie más, de que alguien más pueda verla, tocarla, amarla como yo lo hago. Es egoísta, lo sé, pero es una parte de mí que no puedo controlar.

A veces, esa oscuridad se manifiesta en pequeños gestos de celos, en miradas intensas que advierten a cualquiera que se acerque demasiado. Pero siempre me arrepiento después, porque sé que Lena es libre y no puedo limitarla. Aunque a veces deseo que ella también sienta esa posesión hacia mí, que me necesite tanto como yo la necesito a ella.

Pero a pesar de esa dualidad en mi amor, Lena me acepta tal como soy. Ella ve más allá de mis sombras y me ama incondicionalmente. Me abraza con ternura y me susurra al oído que soy suya, que siempre lo seré. Y en esos momentos, la oscuridad se desvanece y solo queda el amor puro y apasionado que compartimos.

Lena es mi todo, mi razón de ser. Mi felicidad está entrelazada con la suya, y no puedo imaginar un futuro sin ella a mi lado. Aunque a veces mi amor pueda ser posesivo y oscuro, sé que en el fondo solo deseo su felicidad y protección. Y mientras ella siga amándome, seguiré luchando contra mis demonios internos para ser la mejor versión de mí misma, para ser digna de su amor.

Kara: Hazme el amor. - Pido, mirándola a los ojos. -

Lena: Pídemelo como me gusta oírlo.

Kara: Lo necesito, necesito ser tuya. - Me acerco a sus labios. - Solo tuya.

Mientras una tormenta eléctrica azota el lugar, sus destellos iluminan la habitación, creando una atmósfera mágica y llena de energía. Kara y Lena se encuentran envueltas en un abrazo apasionado, sin permitir que nada las interrumpa.

El sonido de la lluvia golpeando contra la ventana se fusiona con sus suspiros y gemidos, formando una sinfonía de pasión y entrega. Sus cuerpos se entrelazan con delicadeza, explorando cada centímetro de piel con ternura y deseo.

Las manos de Lena acarician suavemente el rostro de Kara, mientras sus labios se encuentran en un beso profundo y lleno de amor. Cada beso es un susurro de promesas y complicidad, sellando su conexión en cada roce.

El calor de sus cuerpos se funde, creando una danza íntima y sincronizada. Se entregan por completo, sin reservas ni barreras, compartiendo un momento de intimidad que trasciende lo físico.

En medio de la oscuridad y el caos de la tormenta, su amor brilla como un faro, guiándolas hacia la plenitud y la felicidad. Se miran a los ojos, perdidas en el éxtasis del momento, sabiendo que están donde pertenecen, una en los brazos de la otra.

La tormenta eléctrica continúa su furia afuera, pero dentro de la habitación, el tiempo se detiene. Cada caricia, cada roce, está impregnado de ternura y cuidado, como si estuvieran acariciando el alma de la otra.

En ese santuario de amor y pasión, se exploran mutuamente, descubriendo nuevos rincones de placer y conexión. Cada movimiento está sincronizado, cada susurro es una melodía que solo ellas pueden escuchar.

La tormenta, lejos de ser una distracción, se convierte en un telón de fondo que realza su conexión. Cada relámpago ilumina su unión, cada trueno refuerza su entrega mutua.

En ese momento, son dos almas entrelazadas en un abrazo eterno, compartiendo un amor que trasciende cualquier obstáculo. La delicadeza y la ternura fluyen entre ellas, creando un vínculo indestructible que se fortalece con cada suspiro compartido.

En la intimidad de ese momento, se pierden en el éxtasis de su amor, dejándose llevar por la pasión y la entrega. La tormenta puede seguir rugiendo afuera, pero dentro de su refugio, solo existe el amor que las une.

Ella es mi esposa.Where stories live. Discover now