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CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO.
Libres.

Justina y Bartolomé pensaron en alargar un poco más su estadía, pero comenzaron a salir cabos sueltos que no les dejaron más opción que actuar.

El primero en descubrirlos fue Jásper, Bartolomé no dudo ni un segundo y le disparo. Luego vino Rosarito Guevara de Dios que no pudo creer la astucia que tenían para conseguir evadir la cárcel. La tercera fue Felicitas la cual intentó convencer a su prima para que se entregará y por último y la que resultó más inteligente fue la bolida de Malvina. Descubrió que el viejo era su hermano y le recriminó entre lágrimas el dolor que sufrió ante su desaparición.

El loft era pequeño y se les estaba comenzando a llenar de rehenes y la mansión era grande pero pronto comenzarían a darse cuenta de que faltaba gente así que no les quedaba más opción más que actuar.

El plan era claro, iban a matar o morir. Sabían que el conflicto que tenían debía ser resuelto por fin.

Entraron a la mansión armados y ya sin el disfraz, no les hacía falta.
Primero fueron directo hacia Cielo, y una vez que la tenían reunieron a cada una de las personas que estaba en la mansión.

Velma ajena a todo lo que estaba pasando, oía música a todo volumen mientras se daba una caliente ducha. Se molestó mucho cuando su momento fue interrumpidos por los repentinos golpes en la puerta.

— ¿que queres? — gritó abriendo la puerta, quedo petrificada cuando vio que detrás de la puerta estaba Justina apuntándola con un arma — vos... — murmuró.

— si, yo — tomó a la morocha del brazo — hoy vamos a terminar lo que empezamos, march cucaracha envalentonada.

Sin soltarla por si a aquella mocosa se le ocurría escapar la llevó hasta la salita, donde estaban todos los otros chicos, asustados y confusos por toda la situación.

Justina los empujó hacia la puerta que había bajo la escalera, y ahí los encerró a todos juntos, regodeandose de todas las opciones que había para hacer con ellos, entre ellas matarlos.

Cristóbal que había investigado de arriba a abajo la mansión sabía que había una puerta secreta, la abrió dando un pequeño golpe a la esquina de una de las paredes.

— ahora salgamos.

Los chicos comenzaron a pasar uno a uno, cuando Velma estaba por cruzar oyó un grito. Thiago amenazaba a Bartolomé con pegarle un tiro.

Thiago no se encontraba en la mansión cuanto la reyerta había comenzado. Pero Bartolomé había decidido llamarlo y avisarle él mismo de lo que pasaba. Cuando Thiago llegó los policías que había alrededor le prohibieron la entrada pero el seguro de que era el único que podía parar a su viejo le saco a uno de ellos el arma y entró.

— ¡bajá el arma y entrégate! — le ordenó Thiago con su rostro desencajado, contraido por el odio y el dolor, su grito había sido tan visceral y atronador que todos en la mansión y fuera de la mansión lo habían podido oír.

Velma se dio vuelta y volvió al salón. También alertados por su grito el grupo que estaba atado en el despacho salió aún desatandose las cuerdas.

— ¡mi amor, no! — grito Cielo saliendo del despacho. 

— Thiaguito, ¿que haces? — le suplicó Nico pero Thiago estaba enceguecido y avanzó hacia su padre, llorando con desesperación.

— entrégate porque te mato.

— vos no sos un asesino, hijo... — le dijo Barto impactado — ¿vas a matar a papá?

— pero lo puedo llegar a ser, ¿como tengo la misma sangre podrida que tenes vos?

Velma Casi Angeles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora