O1. Juan Caruso

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En cuanto le suelta la boca, Juan deja caer dos de sus dedos ahí dentro. Los mete hasta los nudillos, y se apresura a menearlos contra su lengua, eso le encanta.

No puede evitar sentirse excitado al sentir su húmeda y caliente lengua jugar con sus dedos, y se pierde un momento mirándola hacer eso.

—¿Te gusta lamerme los dedos? —le pregunta, sabe que ella no puede responder. Y le encanta la forma en que lo intenta— ¿Sí?

La chica asiente, sí, le encanta tener encima a semejante hombre jugando con su boca.

Después de unos minutos en eso, Juan saca sus dedos, y ella cierra los labios para quitarle cualquier resto de saliva. Eso multiplica el calor en el cuerpo de el chico, y se lanza a comerle la boca.

Literalmente, junta sus labios en un beso firme, no con prisa, a pesar de sentirse desesperado por más, sabe que hay que disfrutarlo.

Y además no puede adivinar lo que su novia quiere, hay como menos cien grados afuera, entonces no está seguro de si la idea de quitarle la ropa y hacerle de todo es muy buena.

Para él si lo es.

Ella puede sentir el cuerpo de Juan tensándose sobre el suyo, y empezando a respirar duro, sus lenguas se acarician, empezando un ruido de chasqueos que ya se escuchan algo desesperados.

Un par de minutos después Juan se alza, piensa en que ojalá su cuerpo no necesitara oxígeno, pero tenía que respirar. Mira a su novia, y le es inevitable no sonreír amplio, tenía a la novia más hermosa que pudo desear alguna vez.

Pero tenía que alejarse, sino iba a empezar con todo.

Se recuesta a un lado suspirando, y mira el techo un rato. Trata de pensar en otra cosa, le avergonzaba un poco admitir que lograba ponerse así de caliente solo con un beso.

—Mira, ¿Ella no te gusta? —de reojo puede ver cómo la chica le señala la pantalla de su teléfono.

—Ni siquiera voy a ver. —dice haciendo el teléfono a un lado, y poniéndolo boca abajo.

—¿Ya viste a todas las lindas que te likea...

—No me importa. —dice firme, se alza para verla, y sigue—. Vos sos la única que quiero estar follándome, es lo importante, ¿No?

Ella sonríe un poco apenada, no era la respuesta que esperaba. Pero de igual forma le encanta.

—Se te nota. —dice sonando sarcástica.

Aquellas palabras le ofenden, él estaba muriendo de ganas, de hecho tenía días así. La última vez había sido hace una semana, en el baño de un boliche, en dónde ni siquiera pudo terminar.

Por naturaleza su cuerpo se lo pedía a gritos.

—Pues que se me note.

Sin darle más vueltas, Juan se deshace de la cobija dejando al descubierto el cuerpo de ambos, ve la pijama de la chica. Increíble que con una camisa de él, pueda verse así de bien.

Se apoya sobre sus rodillas, y justo enfrente de sus ojos, la chica tienes la grandiosa vista de él, deshaciéndose de su camiseta interior.

Ve su abdomen marcado, sus brazos trabajados, y un par de cadenas que adornaban su pecho, aunque no hacían mucha falta. Ya era lo suficientemente sexy.

La mira, avienta su camisa a otro lado, y se lanza sobre ella. A penas comienza a besarla ya tiene las manos dentro de su blusa, empieza a alzarla hasta que deja fuera sus pechos, para su suerte no llevaba sostén.

Juan se pega mucho más a ella, le encanta sentir sus pezones rozar contra su pecho, y eso, junto a las delgas manos de la chica que empiezan a acariciarle la espalda, están por volverlo loco.

Juan deja de besarle la boca, solo para empezar a bajar por su mandíbula, va dejando besos por todos lados, hasta llegar a sus pechos, una vez tiene el rostro frente ellos, empieza a besarlos también, pasa la lengua lento por la suave piel, los succiona, los restriega contra su cara. Y mientras la chica termina de quitarse la prenda, Juan la hace soltar un jadeo atrapando uno de sus pezones con la boca, el otro no lo descuida, y sube sus dedos para acariciarlo también.

Se extrañaban, ambos extrañaban estar así, y estaban ansiosos por más. A Juan le encantaba ver la forma en que su novia se retorcía debajo de él, le fascinaba saber que era él, quien la hacía sentir así de bien.

Así que se levanta para seguir con lo suyo, y a penas se apoya con sus rodillas, ve como la chica se apresura a el moño que tenía su shorts, para comenzar a deshacerlo, Juan la deja, le encanta ver la cara que hace cuando se topa con su erección apretada en su ropa interior.

—Desnúdate, y vení acá. —le señala lo que le quedaba de ropa con los ojos, y el se recuesta sobre la cama quitándose lo último—. Destrózame la pija, por favor.

Pide. Casi suena como una súplica, piensa en lo patético que seguro se ve diciendo eso, pero no le importa, no puede ocultarlo, en serio lo desea tanto.

La chica con gusto lo hace, pone una pierna en cada lado, y con eso Juan ya se sentía hiperventilando, su pecho subía y bajaba tan solo viéndola sobre él, desnuda.

Apresurado por sentirla ya, alinea su pene, y ella se deja caer, Juan la ayuda, la toma por la cadera, y la alza lo más que puede.

No le da tiempo ni de disfrutar lo grandioso que se sentía completamente dentro, pues a penas lo tiene, dice...

—... Dale, brincá. —fue una orden, o así sus oídos lo reciben, pues tan pronto se acomoda, comienza a subir y bajar.

Juan gime, ella también lo hace, y sin poder controlar los gestos de su cara decide solo cerrar los ojos, y disfrutar la magnífica sensación de al fin tenerla sobre él. No solo de sentirla, sino también de escuchar como su suave y delicada boca soltaban gemidos deliciosos.

Era demasiado.

Unos brincos más, y los muslos de ella no daban para unos, se apoyó contra el pecho de su novio, y Juan siguió.

Con ambos brazos enrolló el cuerpo de la chica, y comenzó a mover sus caderas de arriba a abajo.

Ella gritó a la primera embestida, el chico tenía una fuerza brutal, más a la hora del sexo. Los gritos siguieron pero eso no lo detuvo, siguió penetrándola desesperadamente, aún más cuando empezaba a sentir esos calambres en la parte baja de su abdomen.

Dejaron de sentir frío, dejaron de pensar en lo que fuera, ahora solo sentían algo inexplicable que viajaba por todo su cuerpo.

Estaba apunto de venirse.

Comenzó a jadear y respirar cada vez más profundo en el oído de la chica, dio unos golpes más cuando lo sintió cerca, y se apresuró a salir de ella para vaciar todo afuera.

—... Mierda. —murmura echando la cabeza para atrás.

La fuerza con la que la sostenía encima de él, redujo en cuanto terminó. Y solo sintió el cuerpo de ella dejarse caer completamente.

—... ¿Acabé muy rápido? —es lo primero que dice.

—No. Estuvo excelente. —responde tratando de regularizar su respiración.

Se mantienen así un rato para poder tranquilizarse, y en cuanto sus cuerpos se enfrían, Juan estira la mano para alcanzar la cobija, y así cubrir sus cuerpos desnudos.

—Hace rato que dije eso de... Que solo quiero follarte, no es literal amor. —aclara—. O sea, sí. Pero sabés bien que no solo eso. Solo estaba pensando un poco con la pija...

Un fuerte golpe en una de las paredes del autocaravana los asusta, Juan toma deprisa sus shorts, y mientras se los pone para salir a ver, escuchan.

—¡¿Ya acabaron?! Quería pedirte un rastrillo.

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Hace taaaanto no escribía algo así ommmg. Pero espero les gustes. (⁠'⁠∩⁠。⁠•⁠ ⁠ᵕ⁠ ⁠•⁠。⁠∩⁠'⁠)

Y ya vieron el video de Juan cantando en cursiva??? Es demasiado.

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