Felipe Otaño.

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Noooo, bueeeno. —soltó Felipe impresionado en cuanto salió de la ducha.

Luego de meses de insistencia por su parte, al fin me animé a ponerme una de sus camisetas de fútbol. Ni siquiera me gustaba, no entiendo nada sobre deportes, y me resultan extremadamente aburridos, pero su reacción me hizo no querer quitármela más, y sentirme toda una apasionada del equipo.

—... Amor, será un asado en casa de Mati, no iremos a cenar con el presidente. —bromeó acercándose para verme mejor.

Cuando estuvo a la orilla de la cama, pude sentir su olorcito a jabón, y el agua que goteaba de su cabello me caía sobre la cara.

—¿Qué te parece? —le pregunto sentándome junto a él sobre la cama para que me viera mejor.

—Sos hermosa, y esa camiseta también, no puedo con tanto. —dice exagerado.

Yo solo giro los ojos riendo, y llevo mi mano hasta su rostro para quitarle un mechoncito de cabello que le cubría la oreja. La caricia lo emociona, y tan pronto lo suelto, me toma por los muslos, haciéndome la seña de ir sobre sus piernas.

Lo hago, simplemente me coloco sobre sus piernas cuidadosa de no mover el nudo de la toalla que estaba enrollada en su cintura, y me abraza tan fuerte, que probablemente lo que esté sintiendo sea la camiseta.

—... La cabeza me está explotando. —se queja poniendo la frente sobre mi hombro, y acariciándose ahí.

Me giro un poco para rodearlo con un brazo por el cuello, y lo veo, sé lo que quiere, y por su puesto que voy a hacerlo.

Es un bebé.

Necesita la atención y cariños que pediría un bebé, le encanta que le toque la cara. Y es justo lo que hago, pongo ambas manos en su rostro, para así comenzar a darle caricias, y ayudarlo con su dolor de cabeza. Conociéndolo sé que prefiere esto, a tener que tragarse una píldora.

Podía sentir su cuerpo fresquito debajo de mí, sus hombros, espalda, cuello, todo él seguía húmedo. Acerqué mi rostro a su cuello, olerlo es un sueño para mí nariz, pasé mi pulgar por una de sus cejas, y son tan pobladas, que aún salía agua de ahí.

—Puedo quedarme dormido si seguís así. —me advierte cerrando los ojos.

Por mí no había ningún problema, tuvo una semana tan apretada en horarios y trabajo, que lo menos que merecía era poder descansar. Pero su equipo estaba jugando, y alguna parte de su cerebro ve como una obligación no perderse ni un solo partido, eso no lo dejaba conciliar el sueño.

—... ¿Qué hora es? —pregunta a penas abriendo la boca. Se sentía tan relajado que no quería hacer el mínimo esfuerzo.

—Como... Las seis. —digo calculando.

—Deberíamos estar yendo ya a lo de Mati. —su voz suena como en murmuro, y a todo eso seguía sin abrir los ojos.

Lo miro riendo, estaba quedándose dormido sentado, conmigo encima, y seguía pensando en conducir una hora para ir a ver un partido de fútbol, y regresar muy probablemente hasta las 5AM.

—¿Sí? —pregunto haciendo un especie masaje en los costados de su frente, que sé es su favorito. Y con el dolor de cabeza, lo siente mejor que nunca antes.

—Lo hacés a propósito. —recrimina sonriendo al sentir aquello.

—Vamos a quedarnos aquí. —pido deteniéndome.

Abre los ojos, y me ve, está tan adormilado que la idea de quedarse en casa descansando le empieza a parecer buena.

—Ya te hice vestirte amor. No voy a hacer que tengas que quitarte el maquillaje y todo eso de nuevo. —dice rodeando mi cintura con ambos brazos.

—No pasa nada, en serio. Solo vuelvo a ponerme la pijama, no hay problema. —insisto recargando la cabeza sobre uno de sus hombros—. Además hay un diluvio afuera.

Gira la cabeza al gran ventanal que hay en el balcón, y ve la lluvia chocar con fuerza contra la ventana.

—Bueno, creo que no va a haber asado. —aunque no le desanima mucho, imaginaba ya a todos sus amigos decepcionados dentro de casa de Mati. No iría a eso, definitivamente.

—Bien, entonces me cambio ahora para verlo aquí. —aviso emocionada tratando de alzarme. Pero me detiene de la cadera.

—¿Vas a cambiarte?

—Mjm. —respondo asintiendo.

—En eso puedo ayudarte yo. —sugiere buscando la comisura de la camiseta, para alzarla.

Le golpeo la mano haciendo presión con los brazos para que no pueda subirla más, y me hace una cara de molesto.

—Primero tengo que quitarme el maquillaje, ¿O qué quieres que la ensucie?

Felipe lo piensa unos segundos, las camisetas se lavan.

Así que no le responde nada, y a presión la termina de quitar. Bueno, pues hasta el sueño se le quitó.

—Me gustás mucho con la camiseta, pero esto no se compara. —dice viendo atento mi sostén— ¿Hacemos algo antes de que empiece el partido amor?

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Uno cortito y sin muchaaa trama, pero pues esto es un os 😭

Tengo historias para cada uno, pero a Felipe me lo pidieron ya tres veces, así que este cortito espero les agrade. 🫶🫶

ONE SHOTS | LSDLNWhere stories live. Discover now