O2. Felipe Otaño

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Contenido explícito.

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Felipe no trataría a una chica así de brusco, jamás. Y mucho menos si era su chica de quién se trataba.

Pero se la puso difícil, muy difícil, logró mantenerse quieto toda la noche, simplemente admirando desde lejos como ella movía su cuerpo al compás de la música, rodeada de chicas, que a sus ojos, eran invisibles a lado de ella.

Su atención se centraba en una sola. La contempló imaginando, y hasta fantaseando miles de escenarios que moría por recrear con el vestido que llevaba esa noche.

Parecía una estrellita, o eso sentía Felipe al verla resaltar tanto entre el tumulto.

Cuando ella se acercó por una bebida, no pudo contenerse ni un segundo más, y la tomó de la mano para arrastrarla hasta los baños de ese boliche.

Caminaron hasta el más lejano, él tenía solo una idea en mente, que era alzarle el vestido, y hacerle de todo.

Así que con esa euforia en el cuerpo, y los tragos demás que tenía encima, no se daba el tiempo de ver qué tan delicado era.

Si no hubiera bebido, él jamás se hubiese atrevido a casi estampar el cuerpo de la chica contra la puerta de aquellos baños para lanzarse a besarla.

Ella nota de inmediato su aliento a alcohol, y con una sonrisita desliza sus manos hasta tomarlo por la nuca, sabía cómo se descontrolaba cuando estaba siquiera un poco ebrio, así que ya tenía una idea de lo que le esperaba.

—¿Qué mosca te picó? —pregunta entre risitas, algo extrañada de la fuerza con la que Felipe la tomaba de la cintura.

—¿Te ponés ese vestido a propósito, verdad? —habla muy agitado retrocediendo un poco— Sabés que de por sí no puedo quitarte los ojos de encima, con eso puesto me dan ganas de hacerte de todo.

Confiesa bajando la vista hasta su escote.

—¿Tanto como para traerme hasta acá?

—No puedo esperar más. —pregunta en un murmuro, dirigiéndose al cuello de la chica, para empezar a besarla ahí— ¿No querés?

Ella suspira cerrando los ojos, la sensación de sus labios suaves humedecer esa zona tan sensible, mientras las grandes manos del chico bajan hasta tomarla por la cadera, la llevan a una excitación que en segundos, la cega.

—¿No quiero...que? —pregunta con dificultad, alzando la mandíbula para darle más espacio.

—Garchar.

La chica se lo piensa, y el hecho de que están en el baño de un boliche, es lo que menos le importa cuando siente como uno de los tirantes de su vestido le desliza por el hombro, gracias a los labios de Felipe.

—¿Tú?

—Mjm. —su respiración acelerada y caliente chocan contra su piel.

Eso le genera un escalofrío de pies a cabezas, acompañado de las ganas de querer quitarse todo frente a él.

Pero Felipe tenía otro planes, el vestido que ella llevaba lucía inexplicablemente caliente, y quería hacerle todo eso que se había estado ideando mientras la veía.

A pasos torpes y apresurados, se dirigen hasta el cubículo más grande que hay en los baños, Felipe cierra a sus espaldas la puerta asegurandola bien, sin quitarle la vista de encima.

—...No, no, dejatelo. —pide deteniéndola cuando la ve empezar a desabrochar su ropa, la vuelve a tomar de la cintura para acercarla a su cuerpo, y seguir explicándo—. Quiero hacértelo con eso puesto.

A comparación de lo que Felipe tenía en mente, no habían empezado con nada. Y ambos estaban ya totalmente excitados, el toque extra de esa adrenalina por poder ser descubiertos en cualquier momento, daba una sensación de euforia, que multiplicaba lo caliente del momento, y los tenía desesperados por comenzar. Sin dejar de lado que la sinceridad con la que él hablaba, y lo brusco que era con la chica, la ponía muy caliente.

Felipe recarga la espalda contra la puerta de metal, y ella ve con atención cada uno de sus movimientos. Un cosquilleo en su abdomen se hace muy presente cuando lo ve llevar las manos hasta su cinturón para empezar a desabrocharlo.

Felipe le presta atención a cada gesto que ella hace, y cuando empieza a bajar la cremallera de su pantalón, nota como la chica muerde su labio inferior.

Él sabía bien lo que ella quería, y le gustaba desesperadala con la lentitud de sus movimientos.

—... ¿Querés? —pregunta con una sonrisa descarada en el rostro, deteniendo lo que hacía.

Ella no espera un segundo más, su respuesta es ponerse de rodillas para terminar de desabrochar el botón. Sin cuidado ni paciencia toma el elástico de su ropa interior, y los desliza.

La erección de Felipe sale casi disparada frente a su rostro, era grande, muy firme, un poco más de lo normal, eso porque había estado soportando la presión de su ropa desde que estaban abajo, así que ahora estaba en su punto.

Ella se dio el tiempo de contemplar tan delicioso manjar unos segundos antes de probar, razonando en que eso estaría en su boca, y dando gracias al cielo de ser tan afortunada.

Un movimiento de cadera le dió aviso de que debía empezar, Felipe inclinó su cuerpo contra el rostro de la chica, dándole la señal.

—... Metetela a la boca. —ordena haciendo un gesto con la cabeza. Y ella lo obedece de inmediato.

Un jadeo que no pudo callar sale de la boca del chico, y lanza la cabeza contra la puerta cerrando los ojos. A penas sintió su erección en esa cabidad pequeña y mojada, tuvo un espasmo repentino, y el impulso de tomarla por el cabello para que pudiera introducirlo un poco más, lo siguió.

La chica hizo lo que pudo, era tan grande que lograba a penas tomar la mitad, así que lo que no alcanzaba con la boca, lo sujetó con sus manos, para tener más control, y estimularlo tanto como podía.

Ella lo disfrutaba tanto como Felipe, le excitaba demás la idea de estar arrodillada a sus pies, de darle el poder absoluto de usar su boca como él lo quisiera, y de ver desde abajo como la mira atento y profundo con esos llamativos ojos azules.

Felipe jadea sin poder contralarse mientras la chica hace su trabajo, suelta suspiros muy pesados intentado regular su acelerada respiración, y aprieta inconscientemente el puño de cabello dónde sostiene su cabeza.

Gemidos que intentaba reprimir se escapan de su boca, infla sus mejillas de aire, luchando por no hacer tanto ruido.

Sus miradas chocan, en ese momento Felipe hace la cadera hacia adelante, y con fuerza detiene su cabeza, para meterla hasta el fondo.

El alcohol y la excitación lo hacen no pensar como él suele hacerlo, es por eso que no controla muy bien sus movimientos, y no le interesa mucho si a la chica no le cabe más.

Ella deja hacerle lo que quiera, intenta con mucho esfuerzo abrir más la boca, y solo disfruta el sonido que su saliva empieza a hacer contra el pene de el chico, y los jadeos que él soltaba cada vez que succionaba la punta.

El abdomen de Felipe empieza a tener un cosquilleo que le eriza toda la piel, sabe que está empezando a acercarse. Así que toma su erección desde la base, y aún sosteniendola por el cabello, la aleja, antes de seguir con lo demás, deja golpesitos en sus mejillas para luego sonreírle burlón.

En ese punto, puedo asegurar que la chica estaba mucho más caliente que él. Se sentía hasta ridícula mientras se alzaba con las piernas temblando, y mirándolo de una forma que suplicaba se la follara en ese mismo segundo.

Felipe tiene todo planeado, y se dirige hasta la taza de baño, para sentarse sobre ella, darse palmaditas en los muslos mirándola, y apunto de preguntar con su voz en el punto más grave...

—... ¿No querés venir?



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ONE SHOTS | LSDLNWhere stories live. Discover now