Marcas en el Alma

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En el campo de batalla de nuestras palabras, la paciencia se desvaneció como el humo en el horizonte, dejando tras de sí un terreno marcado por las cicatrices de nuestras disputas. Cada encuentro con ella se ha convertido en una preparación para la guerra verbal, donde las palabras son lanzas afiladas y las miradas son balas cargadas de resentimiento.

Nos hicimos tanto daño que la paciencia se deshilachó como un vestido viejo, y ahora me encuentro armado con un escudo de indiferencia y una espada de sarcasmo. Cada intercambio es un enfrentamiento, una danza peligrosa entre lo que se quiere decir y lo que realmente se pronuncia.

Cruzar palabras con ella es como caminar sobre cristales rotos, cada frase es un paso que amenaza con desgarrar las heridas abiertas del pasado. Las cicatrices que llevamos son testigos silenciosos de una guerra interna que se libra en cada conversación, donde las explosiones de palabras hacen más ruido que cualquier cañón.

A pesar de todo, en medio del fragor de la batalla verbal, no deseo su mal físico. Es una verdad incómoda que, aunque quiera lastimar con mis palabras, no deseo causarle daño tangible. La empatía, aunque enterrada bajo capas de rencor, aún persiste como una llama vacilante en la oscuridad.

En el conflicto verbal, intento recordar que las heridas no sanan con más violencia, pero a veces la rabia se apodera de la razón. En este campo de batalla de la comunicación, el desafío es encontrar una salida pacífica, una tregua en la tormenta de palabras. Aunque las cicatrices perduren, quizás la verdadera victoria radique en aprender a dejar ir y encontrar paz en la ausencia de la guerra constante.

A pesar de todo me metí en tu piel, calé hasta tu alma y dejé marcas al pasar por tu amor. Nunca te olvides que quien quiso casarse y tener hijos conmigo, fuiste vos. Yo no rompí tu amor por mi, fuiste vos con el veneno del maltrato y la decepción de historias anteriores

Las marcas que dejé no fueron para dañarte, sino para recordar que estuve aquí, que amé con sinceridad a pesar de los obstáculos. La verdad puede ser dolorosa, pero la autenticidad es la luz que disipa las sombras. En el espejo de nuestras experiencias compartidas, espero que encuentres la claridad para sanar y avanzar hacia un futuro que merezca la alegría y el amor verdadero.

Cuentos de amor y pasión y dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora