🍬 Una dulce forma de demostrar amor🍬

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Shipp: Edogawa Ranpo x Dazai Osamu ( Top x Bottom ).

Partes: 2/3.

Lo que un día inició como una broma sin sentido ya había avanzado a un ritmo enloquecedor, pasando de ser una relación tierna y cálida a una con un tono completamente más sexual y enfermizo. Ya no eran pequeños besos sobre el escritorio de Edogawa, ya no eran caricias superficiales sobre las mejillas del otro, ahora eran cosas como...

Hace unos días, el chico tigre entró a la oficina con una alta pila de papeles tambaleándose entre sus manos, batallando por no dejar caer ni una hoja y mucho menos tropezarse en el camino, lo que no imaginaba era que al abrir la puerta con una dificultad espantosa se encontraría con una imagen que le revolvería el estómago como la leche podrida no había conseguido antes.

Dazai se encontraba sentado únicamente sobre el escritorio del mayor, siendo casi devorado a mordidas por éste en algún tipo de arrebato de calentura frenética. El hombre de menor estatura yacía acomodado entre las largas piernas de su novio, mientras dejaba marcas erráticas en la piel ligeramente expuesta de su cuello, sus manos iban de un lado a otro, apretando el suave cuerpo a su merced y logrando robarle leves gemidos sin vergüenza alguna.

La imagen no fue tan explícita, y a pesar de haberla presenciado durante unos segundos, a una distancia nada favorable y a penas con una parte de su ojo izquierdo, Atsushi sintió escalofríos de sólo escuchar como su mentor pronunciaba el nombre del otro detective con una voz lasciva e inestable.

El quinto mes no sorprendió a nadie, cada quien estaba tan ocupado en su propia vida como para detenerse a pensar si algo más sucedía a su alrededor. Para éstas fechas la Agencia estaba presentando un considerable incremento de casos y eventos extraños, por ende, más trabajo, más cosas por hacer y más informes por redactar.

Dazai, quien a éstas alturas sólo quería dormir en el mueble de la oficina y llenar su boca con una buena cantidad de papas fritas sabor a cangrejo, estaba recostado sobre el espaldar de su silla mientras veía el techo sumamente aburrido; podía estar ahogado en trabajo pero Kunikida no estaba allí como para obligarle a darse prisa en comenzarlo. Su novio tenía dos días fuera de Yokohama junto con el rubio ya nombrado resolviendo un caso muy antiguo que habían reactivado recientemente, y aunque no tuviera una dependencia emocional fuera de lo normal, no quería admitir que extrañaba esa pretenciosa voz aguda diciéndole lo poco que se esforzaba en terminar su cena y lo mucho que quería hacérselo en alguna parte cercana.

Esa línea de pensamientos le hizo esbozar una sonrisa sutil, reproduciendo cual canción favorita algunas frases tontas de su pareja para distraer su mente.

No pasó mucho cuando una sensación amarga irrumpió en su estómago y le hizo caer en cuenta de algo, ¿no había almorzado hacía poco tiempo? Le llamó la atención considerando que había tomado dos raciones grandes, pero no era como que fuera la primera vez que tenía hambre después de una comida algo pesada. Volvió a pensar en las papas fritas y tuvo una idea revolucionaria.

—Atsushi-kuuun~—. Llamó con un deje animado en su voz, logrando captar la atención del menor que se encontraba alejado, sentado con su compañera de hermoso kimono rojo mientras bebían té pacíficamente.

—¿Necesita algo, Dazai-san?—. Cuestionó calmado y con una actitud servicial, dejando su taza con la bebida tibia sobre la mesita frente a él para dirigir su vista hasta el contrario quien, sólo se estiraba perezosamente en su asiento.

—Pásame la bolsa de papas fritas que está en el mueble, por favor, tengo hambre—. Pidió sin si quiera molestarse en ver al chico a la cara, sólo en espera a recibir la bolsa en su mano y distraer su mente con cualquier cosa tontería.

El albino se levantó de su asiento disculpándose un momento con su amiga para así dirigirse hasta el sofá y con a pasos ligeros tomar la botana. Hubiese sido menos engorroso haber tomado una bolsa pequeña y sin peros entregarla a su receptor, sin embargo...Atsushi no la había visto antes, y ahora que sostenía esa bolsa de tamaño medio entre sus dedos no podía evitar perturbarse; así como los casos en la Agencia, el apetito de Dazai parecía haber aumentado con mucha notoriedad, pudiendo llegar en la mañana o al mediodía con alguna pieza de panadería en la boca (algo contagiado por su novio) y terminando el día junto con una caja mediana de voyería.

Mientras caminaba de un lugar a otro, la mente del de orbes bicolor estaba inquieta de nuevo, pero en vez de volver a reclamar o decir cosas difusas sólo se limitó a entregar la botana a su dueño, ya no haciendo preguntas ni cuestionando el si ya se estaba volviendo lo suficientemente vago como para rellenarse por sí mismo.

—Gracias, eres un sol, Atsushi-kun—. Agradeció ya con su merecidas papas entre sus manos y viendo la cara ajena al fin, haciendo que el mencionado le diera una corta sonrisa y regresara a su anterior asiento, tomando té junto a Kyoka.

Una vez con bolsa en mano, la abrió y empezó a comer su contenido con cierta rapidez, en parte por saciar su hambre y en otra por ocio.

Alrededor de dos horas y media después, cuando la amargura de su estómago se calmó y fue reemplazada por una plenitud a penas molesta, Osamu sólo quería ir a casa y dormir. Podía decirse que había adelantado la mitad de su trabajo pero era evidente que el encabezado del primero de cuatro informes no era un avance muy impresionante. No tenía ánimos, estaba aburrido, el beber agua había empeorado la presión en su barriga y si bien no se sentía lleno, un almuerzo abundante, sumado a una bolsa mediana de papas fritas y como un litro de agua no lo hacían sentir para nada ligero.

Nuevamente se recostó contra el espaldar de su silla, ésta vez trazando pequeños círculos sobre su barriga con la yema de sus dedos, en un pobre intento de calmar la incómoda plenitud. Su chaleco trabajaba duro al resistir tan bien su hinchazón, la cual ya empezaba a descansar sobre su regazo habiendo comido de más o unos bocados; estaba muy consciente de que se había estado dejando llevar y su ropa no cooperaría con él para siempre, pero...demonios...

Cuando Ranpo le hacía comer de más y quedaba así, lo único que le aliviaba era una buena sesión de caricias y mimos, todo para que a la final ambos terminaran teniendo un sexo muy bueno y durmiendo como troncos. Sabía que el moreno no regresaría todavía, así que debía ser paciente y esperar con mucha serenidad su regreso, también estaba el hecho de que el idealista regresaría para obligarlo a hacer su trabajo pero esa era lo menos que le estresaba.

Decidió continuar con otra línea en el informe para convencerse de que el tiempo pasaría más rápido así, sin embargo, al mirar la pantalla una duda repentina invadió su mente casi como un fantasma del pasado. El azabache le había dicho algo la primera noche que durmieron juntos y vieron sus cuerpos sin ropa, ni siquiera las vendas que Dazai acostumbraba a hacer pasar como parte de él cubrían su piel con un ligero tostado, y eso llevó al detective de boina a pronunciar unas palabras que ahora cobraban todo el sentido del mundo.

"Te llenaré de tanto amor que será imposible no notar cuanto me importas."

Esa vez tomó esa oración como algún tipo de metáfora de que el amor le haría mejor persona o un cliché así, pero ahora que se acomodaba más en la silla y se apegaba más al escritorio para recostarse, era consciente del verdadero significado de esa declaración. Desde que le había aceptado un mochi a Ranpo, Dazai estaba muy consciente de que esa muestra de amor se repetiría una, y otra, y otra, y muchas veces más, porque Ranpo lo quería ver así, fatigado, adormilado y necesitado de unas buenas manos capaces de aliviar la presión en su barriga.

Al final, el castaño se dio por vencido con los informes, recostó su rostro entre sus brazos sobre el teclado, y sin importarle nada ni nadie se dejó llevar por el aburrimiento, el sueño y el coma alimenticio.

Lo más probable es que una vez el moreno volviera, notaría enseguida el efecto de esos días separados, quizás una barriga más hambrienta y unos labios dulces más necesitados esperando por los suyos.

C h u b b y  D o g sWhere stories live. Discover now