🌭 Un par de perros calientes 🌭

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Shipp: Nakahara Chūya x Dazai Osamu ( Top x Bottom ).

Partes: 3/?

Add Kink: Verbal Humillation.

•Chūya feeder / Dazai feedee

Un par de semanas habían trascurrido desde aquella primera cita que, podía catalogarse como exitosa desde el inicio. Si bien quien se llevaba la mejor parte del trato era Chūya, no por eso Dazai no obtenía ciertos privilegios de continuar con esa "relación" de mutuo acuerdo.

Además de poder ver a su amado casi que siempre, estaba empezando a disfrutar de recibir una cantidad de atención desproporcionada. Nakahara llegaba a su oficina con comida para ambos, con excusas resbalosas que iban variando de acuerdo al día, el clima, incluso a su humor, pudiendo presentarse un martes a la tarde para pasar tiempos juntos o un jueves al mediodía sólo porque "le daba lástima dejar morir de hambre a una miserable caballa".

El moreno sabía que todo era una mentira finamente construida, sabía a la perfección que su acuerdo era ese; uno engordando por el otro a cambio de migajas de un amor difuso. Así, una mano lavaba a la otra, ambos haciéndose compañía mutua en el infierno insoportable que abrazaba su existencia como integrantes de la Port Mafia.

Era viernes, debía ser casi la una de la tarde cuando el vendado arrojó de mala gana el bolígrafo de tinta negra con el que terminaba de rellenar unos informes y lo hacía estrellarse contra la pared más cercana, muy fastidiado no por un calambre en su muñeca, sino por una presión incómoda en su estómago. Frunció el ceño con amargura, tratando de mentalizarse que esa sensación no era ni de cerca tan insoportable como la de huesos rompiéndose contra concreto frío; era algo absurdo, con un calor tortuoso cosquilleando en la suave piel de su bajo abdomen, trataba de pensar en todo menos en eso.

¿De dónde provenía aquella tonta incomodidad? Debajo de su saco oscuro y su camisa de vestir blanca, el pequeño botón del pantalón estaba incrustado en su carne, generando un dolor estridente y furioso. Era obvio; ya estaba engordando, y aunque la ropa le siguiera quedando igual, a éstas alturas era evidente que era el inicio de un enorme cambio a futuro.

Su barriga era pequeña, una ligera capa de grasa que de pie pasaba desapercibida entre sus prendas pero que al sentarse, se apilaba en tres rollos muy evidentes y proporcionados.

Para Osamu, el verse y sentirse más ancho se le hizo un poco desagradable, de haber sido por él se hubiese quedado igual de huesudo que siempre, pero, pero...la sonrisa de Chūya cuando se percató de ese detalle le hizo olvidar hasta su nombre; el de orbes azules estaba tan emocionado que aún con guantes puestos fue dejando caricias gentiles sobre la poca piel libre de vendas, encantado, fascinado por presenciar las primeras muestras de su arduo trabajo como "feeder".

Un suspiro pesado inundó el monótono ambiente de oficina ante ese hilo de pensamientos. El suicida se recostó lentamente contra el espaldar de su silla y sin darle más vueltas a ese asunto desabrochó el pantalón y bajó la cremallera, dándose por vencido en tratar de ignorar eso, estiró sus largas piernas en el espacio libre entre las gavetas de la estructura de madera, y se puso lo más cómodo que podía permitirse estando recostado. Acomodó la camisa de forma que no se notara lo que escondía, sin importarle abotonarla luego ya que, en realidad, no volvería a abrochar su pantalón sabiendo que no se le caería al caminar.

La influencia del mayor sobre su cuerpo era irrefutable. Con tanta comida para llevar, tantos bocadillos extras que le hacía llegar con Akutagawa (quien era mal visto por el ejecutivo, hasta que el uso de la frase "De parte de Chūya-san" era utilizada), encuentros de alimentación titulados "rellenos" y que lo dejaban muchísimo más que repleto; todo eso, sumado a la malicia entremezclada con dulzura en sus palabras, hacían que el corazón de Dazai latiera a un ritmo menos enfermizo, más enamorado.

C h u b b y  D o g sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora