5. Fiesta

225 40 14
                                    

Hazel King

Ya es sábado, un fin de semana. La semana estuvo un poco lenta y otras veces un poco movida.
Chelsea no se apartó en ningún momento de mi lado, literal, no miento. Me acompañaba hasta el sanitario, antes no se me ocurrió entrar conmigo me genera un poco de risa la situación.

Su compañía es buena, me gustan sus chistes y que nunca para de hablar aunque yo casi no lo haga.

Agradezco que no haya vuelto a preguntar por mis tatuajes, una parte comprensiva de ella por muy impulsiva que sea sabe respetar los espacios.

Bueno, no tanto. Al menos en ese aspecto respeta mi silencio y decisión.

Estoy tan concentrada buscando algo que ponerme, dentro de una hora tenemos que ir a la dichosa fiesta que han invitado a Drystan, quiero golpearme con un libro por aceptar la invitación.

Claro, el libro no tiene la culpa de nada, mejor con la lámpara de la mesita que está aún lado de mi cama.

No se que llevar puesto, antes no hubiera batallado, cambie los vestidos por jeans y las blusas bonitas por sudaderas.

Me atrevo a elegir unos pantalones cortos con unas rasgadas que me gustan. A una orilla de mi armario aún aguardo ropa que usaba antes tomo un top color lila de manga larga, la parte de los hombros es descubierta con unos tirantes delgados.

Peino un poco mi cabello rebelde, tardo un poco para desenredar las puntas de lo largo que está.
Cuándo ya he terminado me veo fijamente en el espejo, esa figura. Probablemente es un poco de la Hazel de antes, me estoy atreviendo a usar algo más que una sudadera.

Me veo y me siento bonita, sonrió un poco para sentir la autoestima que me falta. Tengo que trabajar, estoy mejorando poco a poco.

Tomo una pequeña mochila donde pongo mi teléfono, ahí dentro está mi libro que estoy leyendo actualmente. Me falta leer el desenlace.

Tuve que parar hasta mi lectura para arreglarme un poco para la fiesta. Estoy perdiendo valiosos segundos de mi tiempo.

Toc, toc, toc...

Seguro que del otro lado de la puerta está Drystan.

Abro con cuidado para revelar su postura, se recarga en el marco de la puerta, va muy casual. Unos jeans desgarrados y una camisa azul claro. Así de simple va su vestimenta, sin embargo en él reluce. Sus brazos bien trabajados, esa cintura estrecha que está debajo de la ropa. Su cabello despeinado seguro fue él mismo quien hizo todo ese desorden.

—¿Lista? —me da un pequeño repaso—. Que linda te vez gnomo.

Reprimo las ganas de sonrojarme, me ha dicho que me veo linda.

—Ni un gracias —se cruza de brazos—, por los menos di lo guapo que estoy hoy.

—Tu ego ya es muy grande como para subírtelo —lo hago a un lado para pasar—. Andando.

Bajamos por los escalones haciendo ruido.

Entro a la sala donde están mis padres, alzan la vista al darse cuenta que entro.

Me ven, no dice nada. Me observan y sonríen como si fuera lo mejor del mundo.

—Que hermosa te vez —mi mamá deja de hacer lo que está haciendo—. Hace mucho que no te veo así me da mucha alegría verte siendo tú.

Trato de volver a ser yo, de recomponer cada cachito de mi ser que se rompió así tenga que conseguir pegamento extra para formarme de nuevo.

—Voy a salir —anuncio—, regreso luego —me muevo en mi lugar nerviosa.

Yo también quiero mi final feliz Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu