9. Perdón

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Drystan Bouffart

Miro el techo creyendo que ahí encontraré la respuesta a todo. Media hora sin mover mi cuerpo, no me apetece levantarme solo quiero estar aquí y dejarme ir.

Es difícil tratar de decir que todo está perfecto cuando tú sabes exactamente que todo va como la mierda.

Fingir cuesta, te cuesta toda la voluntad pero cuando lo haces tantas veces se hace común.

Ayer no fue uno de mis mejores días, empezó mal por el simple hecho que mi hermano cumplía años y no pude estar con él, haber hablado un poco con él me animo y desee cada segundo estar a su lado enfrentando a papá.

Después vino el consuelo de Hazel, no sabía que lo necesitaba hasta que me abrazó y supe que nada estaba bien. La cague con ella.

Mi arrepentimiento es muy grande, fui un idiota de mierda y no medí mis palabras.
No pude pensar bien, no con todo ese disgusto que emanaba en mi cuerpo. El tiempo a solas que tuve conmigo ayudó un poco a darme cuenta que nada estaba bien.

Aquel momento fue un detonante para mi mal día.

No hay excusa para el trato que le di, merece una disculpa. Se la voy a dar, solo que ahora no sé cómo mirarla a los ojos sin sentir vergüenza o sentir que le fallé como amigo.

Mi alegría se fue en el momento que ella le sonrió tan fácil, tan rápido que me dolió saber que conmigo fue tan diferente que ni siquiera quería mi presencia cerca.

Si, sentí celos. Me llevo algo darme cuenta aún así acepto que fueron celos de mi parte.

Puedo ir ahorita y plantarme frente a su puerta para tocar la madera, sé que va salir de su habitación y solo tendré que pedirle perdón. Lo que no sé es si acepté mi perdón.

Me da miedo su rechazo, pero vamos lo merezco es obvio solo que no sé si pueda vivir con eso. Lo que he ganado ayer fue muy claro que lo tiré todo por la borda.

Rendido de mis pensamientos me levanto para estar más presentable e ir al instituto, antes tengo que hablar con ella y decirle que le debo una disculpa.

Si la llevo a las letras de Hollywood, eso haré. A Hazel le gustó ese lugar, allí iré la llevaré.

Salgo fresco de la ducha, busco unos pantalones básicos y una camiseta con una chaqueta a combinación peino mi cabello con los dedos aún sigue un poco húmedo.

Me paro frente a la puerta que nos separa a ambos, alzo el puño para tocar la madera, lo pienso una, dos y tres veces.

Apenas voy a tocar la puerta cuando se abre repentinamente, Hazel me ve con el ceño fruncido.

—¿Necesitas algo? —ya va más que arreglada para las clases.

Esas pestañas largas que posee están pintadas con rímel, se ve más bonita. Esos labios que seguro se ha de haber hidratado con algún brillo.

—Buenos días —es lo único que se me viene a la mente—. La verdad es que si.

No hay rastro de enojo o de disgusto por mi presencia, eso quiere decir que probablemente no esté enojada conmigo o ya se le haya pasado. Hay una mínima posibilidad que esto acabe bien.

Yo también quiero mi final feliz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora