7. Solo un poco de cariño

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01 de septiembre

Mi madre ha hecho que me levanté más temprano de lo normal, arrastró mi cuerpo por el pasillo para ir a la sala.

Anoche fue una de las noches largas, tarde para dormir ya que ya había dormido mucho por el incidente. Mi cuerpo rodo por toda la cama hasta no más poder, cuando por fin llegó el cansancio de nuevo a mi cuerpo ya era demasiado tarde.

Ahora estoy más muerta que viva. Podría ser un zombie.

Me quejo en mi interior mientras avanzo. Ya estoy con mi cara limpia y mi cabello medio decente. Aún así sigo en una pijama cómoda.

Bajo con cuidado los escalones que me atrevo a contarlos uno en uno. Ojalá esto termine luego así podré regresar a mi cama para descansar un poco más antes de ir al colegio.

Llegó a la sala, ya están los demás. Todos vamos en ropa de dormir.

—Apúrate Hazel —sus palabras hacen que reduzca más lento mis pasos—. Hija, no seas floja.

No digo nada, mi mente sigue en el mundo de los sueños.

Me siento al lado de mi madre, mi padre está acomodando una cámara donde grabará. No me hago la idea de hablar frente a una cámara solo para felicitar al hermano de Drystan.

Adrien Bouffart está de cumpleaños al otro lado del continente.

Y a mi madre se le ha ocurrido una brillante idea, para ella lo parece que para mí es una hora quitada de sueño, mi preciado y valioso sueño quejarme ya no es una opción.

—Bonita mañana —despeina mi intento de peinado.

Le doy un manotazo para que se aparte.

—No seas molesto.

—No aguantas nada —bromea—. Eres tan fácil de molestar.

Ignoro su presencia si le presto un mínimo de atención no podré pararlo.

—Eres un pesado —trato de arreglar de nuevo mi cabello.

—Y tu una amargada —me saca la lengua.

—Infantil —ladro con desdén.

Sonríe, me enoja un poco. Es por eso que debo de mantener mi raya, en ocasiones se pone pesado su humor, no soy de las personas que aguanta tanto.

Soy de una fibra muy sensible.

—Ya chicos —nos calla mi padre—. Ya está listo, pónganse en su lugar.

No sentamos rectos en el sofá donde apenas y cabemos los cuatro. Drystan se sienta en el brazo del sofá para estar mejor.

Una de las señora del servicio nos ayuda para grabar.

Finjo una enorme sonrisa para felicitar al rubio. Un vídeo corto de segundos para felicitarlo y mandarle buenos deseos.

Al terminar me levanto de ahí para regresar a la recámara y empezar a alistarme para las clases.

Veo un poco cabizbajo a Drystan, se que probablemente sea duro estar lejos de las personas que te importan y se a ciencia cierta que él es tan apegado a su hermano.

Camino a su dirección, no suelo ser muy demostrativa pero puedo hacer un excepción por él. Es mi turno de ayudarlo.

—¿Qué pasa? —levanta la vista.

—Nada

Pasa de todo es seguro, esa nada es solo una tapadera.

—Si no pasará nada no hubieses contestado así, eres el tipo de alegrar a todos y hacer bromas hace un rato lo estaba haciendo —le recuerdo.

Yo también quiero mi final feliz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora