Prologo

51 4 0
                                    


Mi historia es una de esas que se cuentan a las tres de la mañana, justo cuando notas a un par de sombras seguirte para cumplir el castigo al que se te tiene predestinado desde hace 120 años.

Hoy, 21 de septiembre se cumplieron 50 años desde la muerte de mi esposo, el amor de mi vida y la razón de mi sentencia.

Amaba a mi esposo. Nunca aprendería a vivir con el corazón roto. Lidiar con su ausencia era cada vez peor y las pesadillas de los dos juntos no ayudaban.

Era justo medio día, la gente transitaba como siempre, y me sorprendió el que no notaran mi diferencia, a simple vista era normal, pero, si mirabas detenidamente te darías cuenta que mi cuerpo parecía translúcido y que no emanaba sombra porque yo era la sombra.

Acostumbrarme a una vida matutina fue lo más complicado y por ello evitaba siempre salir antes de la puesta de sol, pero hoy, ya nada importaba.

No era la primera vez que los notaba seguirme y tampoco creí importarles tanto como para arriesgarse a ser vistos.

Mi vida siempre tuvo un propósito o destino aunque ella le llamaba casualidad, uno que tarde o temprano terminaría cumpliéndose pese a todo.

Quizá muy en el fondo siempre supe cómo terminaría mi existencia, aquí, frente a ellos, entregándome; arrodillada en el piso, lista para afrontar la consecuencia de mis actos.

—¡Maldita! —me grito uno de ellos, propinándome un golpe.

Si, eso era ahora. Estaba maldita. Nunca lo tome en cuenta cuando hice lo que hice pero lo noté cuando al paso de los años el cuerpo no envejecía.

Todos murieron al final y yo, me quedé tal cual en un principio: sola.

—¿Que? ¿La culpa te venció y por eso te entregas? —pregunto burlón el segundo. No conteste.

—Escúchame muy bien, maldita —murmuro otro, tomándome por la coronilla del cabello obligándome a verlo —Ser mustia no te servirá de nada y si con abrirle las piernas te deja impune, yo te mataré así quedé condenado, pero viva no quedarás.

Sin protestar, deje que me encadenaran las manos y los tobillos, acción que me resto  movilidad. Apenas caminaba y si demorábamos más, era posible no encontrar el portal.
Fue así como terminaron  arrastrándome por todas las que creí un sin fin de calles hasta dar con otro callejón; ubicado muy cerca de un centro comercial de mala fama.

Muy en el fondo se encontraba el espejo, cubierto con una manta roída.
El ocaso apenas se daría. Estaba segura que el portal no funcionaría hasta media noche, pero para mi sorpresa apenas uno de ellos lo toco, el portal se activo, dejando a la vista la entrada al reino de HellBlack.

Ni siquiera estaba dentro y ya podía sentir el frío aire.

Primero cruzo uno de ellos, regodeándose cuando estuvo del otro lado. El segundo me tomo por el hombro lanzándome al espejo. Apenas mi cuerpo tocó el frío pasto de HellBlack este se quedó ahí, inerte, y yo; mi verdadera forma quedo expuesta.

— Trae el cuerpo —le ordenó uno al otro, quién lo alejo de mí.

Sin darme cuenta algunas lágrimas brotaron de mi ojos. Todo había sido por un estúpido cuerpo. Desconocía su próximo paradero pero lo mas probable era que también se deshicieran de él.

Todo estaba tal cual lo recordaba. 

—Bienvenida de nuevo a HellBlack.

Escuche decir.

Apenas escuche esa voz, cada acción a mi alrededor pareció detenerse. Era imposible confundirla. Ese tono le pertenecía a una sola persona y era...

Voltee enseguida.

Una increíble flota me rodeaba. Pero no lo veía. Escuche una carcajada y cuando creí estar alucinando, él se abrió paso por el medio.

Decir que estaba confundida era poco. Era imposible.... El estaba muerto.

Corrí hacia el cuerpo buscando introducirme de nuevo en él para abrazarlo pero la carcajada que resonó por todo el lugar me detuvo en seco. En solo segundos, ahora el cuerpo de Calett yacía tirado sobre el grisáceo pasto y sobre el se encontraba la sombra  que ahora se suponía era el rey.

Intenté a como pude alcanzar el cuerpo de mi amado pero no pude ni moverme. Estaba paralizada. Callet había muerto en un asalto cuando apenas llevábamos cinco años de casados.

—¡Hijo de perra! —le grite, apartando la vista.

Esto tenía que ser una ilusión, yo había enterrado el cuerpo. Ellos no podrían haberlo encontrado, a menos que llevaran tiempo siguiéndome.

—Calma —y de nuevo su voz. Note su aflicción en un cuerpo mecanizado.
—Resulta que encontré interesante tu modo de vagar por el mundo y quise intentarlo. Dime si no, mi disfraz es increíble.

El silencio era lo que más detestaba de este lugar asqueroso.

—Esto... es un problema entre tu padre y yo, tú no tenías por qué meterte. —logre decirle

— ¿Te refieres al bastardo que asesine hace 80 estaciones? ¿Al que  martirizaba mi madre cada noche con tu recuerdo?

Di un paso atrás

"¿Lo mato? "

— ¿Sabes por que estás aquí ? —hablo de nuevo. Esta vez su voz tenía cierta burla.

— Por amar a un hombre —conteste firme. Nunca lo negaría.

Apenas respondí la horda de burlas no se hizo esperar.

—No cabe duda que las peores estupideces son cometidas por amor. Este hombre dictó tu sentencia y yo solo soy el verdugo en tu historia.

—Entiende que yo no podía casarme con tu padre. Cuando el corazón está enamorado no hay nada que se pueda hacer.

—Y por eso hago esto. —contesto enseguida, interrumpiéndome —,Yo me enamoré de esa alma pura cuando era niño y no pude hacer nada. Nadie en esta historia tuvo un final feliz, y la única razón por la que te deje al final es para que observarás como por quién empezó todo es quien te quita la vida.

No supe en qué momento el cuerpo de Calett saco una espada, ni tampoco vi venir el impacto contra mi pecho.

Ardía.

Tenia frío.

Necesitaba tocarlo pero no lo alcanzaba. Su delicado rostro estaba ahora manchado con mi líquido oscuro.

Le sonreí pese a todo. Nunca dejaría de amarlo, siempre sería él.

Recosté mi cabeza en el pasto admirándolo una vez más antes de cerrar los ojos y murmurar su nombre:

—Calett...




Los Sin Sombra #ONC2024 (TERMINADA✔️)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant