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Juanjo se levantó a las once de la mañana, Martin estaba acostado encima suya, asique le era imposible levantarse. Pero tampoco le disgustaba la idea de el vasco dormido encima suya, así podría observar mejor su rostro y disfrutar sin tener que ponerse nervioso.

Tocó con delicadeza su pelo, tratando de no estirar ninguno para no despertarle. Posó la otra mano en su espalda, dándole suaves caricias.

Martin era tan perfecto.

Y Juanjo intentaba todo lo posible para que le dejara de gustar, pero no podía. No era simplemente un chico del que te pillas y a la semana te olvidas de él, no. Juanjo estaba enamorado.

Le quería a su lado todo el tiempo, quería que le dejara besarle todo el rato, quería irse a vivir con el y tener un animal para cuidarlo juntos, queria cuidarle como nadie nunca lo habia hecho... Quería ser suyo, solo suyo.

Después de varios minutos admirandole y dándole caricias, Martin se despertó, abriendo un poco los ojos.

– Buenos días bella durmiente – Juanjo sonrió mirando la cara de dormido que tenía el menor.

– Mhm.. – Martin escondió la cabeza en la curva de su cuello, dándole permiso a Juanjo para que acariciara su cabeza.

– Como has dormido? – dejó algunos besos por su cabeza al mismo paso que la acariciaba

– Bien – susurró contra la piel del mayor y dejó un pequeño besito en su cuello.

Estuvieron un rato así abrazados, hasta que Juanjo le bajó de encima suya, dejándole boca arriba en la cama, Juanjo se giró un poco y posó una mano en su nuca.

– Te hago el desayuno, vale? – Martin sonrió asintiendo, acercándose a él para darle un beso en la mejilla.

Juanjo se levantó yendo a la cocina, se encontró a Ruslana de frente, se le había olvidado completamente de que la pelirroja vivía allí.

– Que haces aqui a estas horas? – Ruslana miró extrañada al jotero. – Has arreglado las cosas con Martin?

– Si... y me he quedado a dormir. – algo en la mirada de Juanjo le decía a la canaria que no se lo estaba contando todo.

– Y? Que más?

– Pues eso. – intentó irse, pero la pelirroja le pusó el pie para que no pasara

– Juanjo, a mi no me engañas. Desembucha. – Juanjo suspiró mirándola

– Pues que nos besamos y ya. – se fue pitando de allí hasta llegar a la cocina, acompañado de los gritos de Ruslana detrás suya

– Y ya está?! Lo dices tan tranquilo?! – Ruslana se relajó un poco cuando vio a Juanjo apoyando las manos en la encimera y llorando un poco – Juanjo? Que pasa?

– No se Ruslana, no se. – se intentó limpiar las lágrimas, lo cual no sirvió de nada, ya que cada vez caían más. – Me gusta, me gusta muchísimo. Le amo.

– Díselo, estoy segura de que el siente lo mismo. – se acercó al chico dándole un abrazo

– No es tan fácil, Rus. Yo no soy de esas personas que pueden decir sin ningun tipo de problema; me gustas, quieres ser mi novio? – abrazó de vuelta a la pelirroja, llorando en su hombro – Nunca he sentido algo así, tan fuerte. Y mucho menos por un chico. No sé qué hacer.

– Juanjo, mírame. – Ruslana se separó un poco de el, agarrando sus mejillas con las dos manos. – Se tu mismo, sincerate con el. No importa como seas, no importa lo mucho que te cueste, el amor no es fácil, ni mucho menos. Y declarase tampoco es fácil. Pero estoy segurisima de que esto es mutuo. – Juanjo la interrumpió antes de que siguiera hablando.

te regalo - juantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora